El crimen organizado, jugador del tablero electoral
Muchos mexicanos han normalizado al crimen al punto de ver su participaci¨®n en las elecciones como un asunto menor, natural o hasta conveniente
Puede vivirse en M¨¦xico toda la vida y, sin embargo, no llegar a entenderlo a plenitud. Juguemos con algunas cifras. Seg¨²n los datos de una encuesta divulgada por la consultora M¨¦xico Elige, un 45.9% de los entrevistados cree que el presidente L¨®pez Obrador habr¨ªa recibido dinero del narcotr¨¢fico en sus campa?as. Esta acusaci¨®n, que el mandatario y su oficina han rechazado con vehemencia en diferentes ocasiones, surgi¨® de reportajes publicados por medios estadounidenses como The New York Times y ProPublica, que dieron cuenta de las indagaciones realizadas al respecto por agencias del gobierno de los Estados Unidos. Seg¨²n la propia encuesta, un porcentaje de 45.3%, no creen que esto sea verdad. Otro 4% dice que ¡°no le importa¡± y un 4.8% se lava las manos y asegura que ¡°no sabe¡±.
Pero no acaba ah¨ª. Otra encuesta, esta del diario El Economista y publicada el 15 de marzo, dice que 54% de los entrevistados aprueban la gesti¨®n del presidente. Esto nos dejar¨ªa con un porcentaje de 8% de mexicanos que respaldar¨ªa a L¨®pez Obrador, aunque creyera, a la vez, que podr¨ªa haber recibido apoyo del crimen organizado en sus campa?as electorales. Y si sumamos al 4% que declar¨® que ese se?alamiento no le importaba, tenemos ni m¨¢s ni menos que un jugoso 12% de personas que, activa o pasivamente, estar¨ªan a favor de que circule ¡°dinero de sangre¡± en la pol¨ªtica, ya sea porque les parece bien o porque no creen que sea para tanto.
Alguien dir¨¢ que las encuestas son una cosa y la realidad otra, porque las opiniones y los hechos se cuecen aparte, que el gobierno ha rechazado cada vez los se?alamientos y que nadie ha presentado pruebas concluyentes, sino solo testimonios y trascendidos. Lo importante no es eso, sino que existe el indicio de que un porcentaje de los habitantes de este pa¨ªs (quedamos que alrededor de 12%) estar¨ªa dispuesto a tolerar, si fuera el caso, la participaci¨®n del narco en las campa?as. Y digo ¡°indicio¡± porque se trata de encuestas distintas y porque para afirmarlo har¨ªa falta una pregunta a modo de bisagra: ¡°?Apoyar¨ªa usted a un candidato o partido aunque creyera que recibe apoyo del crimen organizado?¡±. Es muy probable que, ya puesto de ese modo, algunos o muchos encuestados dijeran que no, aunque se coligiera de sus respuestas anteriores. Lo interesante, pues, es justo ese atisbo de que muchos mexicanos han normalizado al crimen al punto de ver su participaci¨®n en las elecciones como un asunto menor, natural o hasta conveniente.
Otro indicio: en la misma encuesta de M¨¦xico Elige, se pregunt¨® a los entrevistados qui¨¦n ejerce el poder real en el pa¨ªs. Y un 47.2% dijo que el poder lo tiene el crimen organizado, ante un 45.3 que asegura que est¨¢ en menos del gobierno federal. Hay, c¨®mo no, un 6.3% que dice no saber y un nihilista 1.2 que afirma que no le importa. La percepci¨®n de que las organizaciones criminales tienen m¨¢s poder que el propio gobierno no es nueva, pero ha aumentado en la medida que tambi¨¦n lo ha hecho la violencia, en general, y los delitos espec¨ªficos contra los ciudadanos, como secuestros, extorsiones o amenazas. Por no hablar el control territorial directo de los grupos criminales.
Pero no es solamente en los estudios de opini¨®n en donde la sombra del crimen se crece. Es, sobre todo, en el d¨ªa a d¨ªa. El asesinato este fin de semana de Humberto Amezcua, alcalde con licencia de Pihuamo, Jalisco, el secuestro del periodista Jaime Barrera, la semana pasada, en Guadalajara (quien, por fortuna, fue liberado ileso), son muestras de que el crimen organizado es un jugador indudable en el tablero electoral. Y que, asombrosamente, existen a quienes esto no les parece mal. Aunque a muchos otros nos resulte dif¨ªcil de entender.
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