Las ma?aneras de Claudia
Para Sheinbaum, establecer la narrativa de su ¡®ma?anera¡¯ implica que la realidad probar¨¢ los l¨ªmites a los que est¨¢ dispuesta a llegar en p¨²blico. Y ser¨¢ una prueba cotidiana donde ser¨¢ comparada con su predecesor
Se cae ahora en cuenta de lo que fue obvio desde hace tiempo. El cambio sexenal no traer¨¢ consigo el fin de la ma?anera. El instrumento creado por L¨®pez Obrador lleg¨® para quedarse porque es una pieza, al mismo tiempo, cl¨¢sica e innovadora de la propaganda gubernamental.
Primero, honor a quien honor merece. La ma?anera es un ejercicio ¨²nico. Aunque su creador ten¨ªa ya conferencias parecidas en sus tiempos de jefe de Gobierno del Distrito Federal (2000-2005), lo que ocurre en Palacio Nacional hoy es un modelo turbocargado.
Si bien los presidentes del pasado sosten¨ªan con regularidad eventos en donde se anunciaban pol¨ªticas, reportaban avances, normaban la conversaci¨®n pol¨ªtica o hac¨ªan contestaciones a adversarios, el acceso directo del soberano a la prensa era m¨¢s que escaso, excepcional.
En esos ayeres, no muy lejanos por cierto, el t¨¦rmino boletinero defini¨® a toda una clase period¨ªstica. Lo emitido por Los Pinos, o en su defecto Gobernaci¨®n, era la l¨ªnea sobre la que se trazaban titulares de medios electr¨®nicos y jerarqu¨ªa en primeras planas ¡°nacionales¡±.
Siempre hubo excepciones y tambi¨¦n es cierto que el manejo que se pod¨ªa dar a la propaganda del comunicado ¡ªla ubicaci¨®n en la edici¨®n, y el spin a la hora de cabecear o dimensionar la versi¨®n oficial¡ª se volv¨ªan per se insumo pol¨ªtico para la opini¨®n publica.
La ma?anera, sin embargo, innov¨® en una cosa fundamental; y esa no fue la nada despreciable escenificaci¨®n de intercambios directos, a veces mucho m¨¢s que preguntas y respuestas, entre el presidente y una o un periodista.
Definirse como ejercicio donde el destinatario era, sin intermediaci¨®n de los medios, el pueblo, la sociedad (en una palabra, la naci¨®n), como una emisi¨®n que al mismo tiempo que aprovechaba a la prensa se la saltaba para llegar a la audiencia deseada, es su esencia.
Palacio fij¨® as¨ª la din¨¢mica mediante la cual Morena evadir¨ªa un cerco medi¨¢tico que s¨ª es convencional y no producto de la paranoia. Como cualquier otro poderoso, AMLO trat¨® de minimizar los costos y el desgaste del escrutinio de la prensa. Y para sus fines, lo logr¨®.
De ah¨ª que el formato no tenga porque jubilarse cuando su inventor se retire al rancho. Porque encima, al cambiarlo por otro se corren dos riesgos: el de la comparaci¨®n (sea malsana o leg¨ªtima), o que eso que se invente o incorpore no funcione, ni remotamente, igual.
Adem¨¢s, la ma?anera se queda as¨ª cambie de horario o de ejecutante del instrumento porque antes que nadie, y sobre todo, la necesita el movimiento obradorista, que la ha hecho pan cotidiano de su militancia y pinza que sujeta a medios propios y controla a los cr¨ªticos.
La ma?anera satisface varios objetivos: fija la agenda de la conversaci¨®n p¨²blica; fomenta el mito de epopeya del movimiento, alimenta a todo el sistema de medios p¨²blicos y privados progubernamentales, y activa a un sistema parap¨²blico de youtubers.
Lo que ocurre con esas conferencias no sucede en un vac¨ªo. Es una maquinaria de emisi¨®n de paquetes propagand¨ªsticos que logra copar la conversaci¨®n p¨²blica porque activa una mara?a de replicadores, entre deliberados y tontos ¨²tiles, de su metralla cotidiana.
Es decir, la ma?anera no est¨¢ sola. Su magia no es accidental o inexplicable. Su potencia es resultado de factores, preexistentes o agregados, que se conjugan para lo que hemos visto estos seis a?os: a un efectivo Tlatoani en tiempos de redes sociales y postverdad.
Ese ¨¦xito es explicado por ingredientes como la innegable disciplina de su protagonista, la obsecuencia de buena parte de la prensa, la saturaci¨®n de la sala de paleros y/o reporteros hechizos, la crisis en general de los medios en un ambiente de transformaciones permanentes en las plataformas digitales, la migraci¨®n de las audiencias a consumir contenido audiovisual en redes, la incapacidad de autoridades y entes no gubernamentales de monitorear en internet la equidad de la cobertura pol¨ªtica, esa sordina compuesta de youtubers ¡°aas¡± que con olas de lo dicho en la ma?anera sofocan la ac¨²stica de medios convencionales, la distribuci¨®n discrecional del presupuesto para comunicaci¨®n social a medios amigos, la renuncia por parte del r¨¦gimen a patrocinar medios de Estado y por ende la definici¨®n de los canales oficiales como medios gubernamentales, y, desde luego, la irrefrenable actitud de no respetar l¨ªmites y explotar en ese espacio materiales que violan leyes de protecci¨®n de datos personales o el debido proceso judicial para construir en el Sal¨®n Tesorer¨ªa un pat¨ªbulo donde se alimenta el morbo al exhibir presuntas ilegalidades de adversarios. Qu¨¦ m¨¢s secularmente popular que esto ¨²ltimo.
En suma, la ma?anera es el eje de un sistema propagand¨ªstico que muchas veces no repara en la ley ni en la responsabilidad democr¨¢tica, y que explota las debilidades de la prensa convencional al tiempo que optimiza oportunidades de la era de las redes sociales.
?Como por qu¨¦ entonces la nueva presidenta habr¨ªa de tirar a la basura un programa que da tanto rating a su movimiento?
Desde luego, las segundas temporadas, m¨¢xime si se cambia de protagonista, suelen enfrentar retos. Y no se trata solo de esa ponderaci¨®n falaz de la capacidad histri¨®nica del actual mandatario: muchas veces sus ¡°chistes¡± obedecen al exceso, no al ingenio.
No hay que confundir capacidad para el performance medi¨¢tico con la irresponsabilidad. Sacar un ¡°detente¡± en plena pandemia, recibir a madres de desaparecidos de Argentina y desde?ar a las nacionales, o revelar datos fiscales de particulares no es talento, es burla.
Y esa ser¨ªa la verdadera duda sobre las ma?aneras que tendr¨¢n lugar a partir del 1 de octubre. Porque una cosa es que el movimiento necesite ser enardecido por la l¨ªder, y que dominar la agenda constituya una aspiraci¨®n leg¨ªtima del poder, mas el c¨®mo importa.
El mercurial estilo de Andr¨¦s Manuel ser¨¢ extra?ado por una base que agradece la proclividad a la perenne descalificaci¨®n y el bullying a quienes piensan diferente. Marcadamente Claudia Sheinbaum posee un perfil m¨¢s sobrio, pero ?necesariamente m¨¢s plural?
Por ello se puede aventurar que los ejercicios tipo ma?anera de la pr¨®xima presidenta abreven de su identidad. Ma?aneras para que se comprenda y difunda la obra gubernamental, en donde muchas preguntas podr¨ªan ser bateadas por la v¨ªa de una actitud tutorial.
El llamado ejercicio circular, que en realidad nunca fue di¨¢logo, adquirir¨¢ necesariamente el estilo de su nueva ejecutante. La autoridad acad¨¦mica, y la solvencia de un abrumador triunfo, como impronta de los mensajes, que no necesariamente respuestas.
Los acad¨¦micos s¨ª discuten, pero antes que acordar pretenden imponer su raz¨®n, m¨¢xime si acatan un mandato incuestionable en el n¨²mero de votos recibidos y en lo que se transparent¨® como plataforma, como hoja de ruta para el siguiente sexenio.
Y sin embargo, insisto, no es el tono o la forma de las ma?aneras de Claudia lo que deber¨ªa ser tema de atenci¨®n. A fin de cuentas, tampoco hay misterio: ella ha tenido ya sus propios ejercicios en el Gobierno de la Ciudad de M¨¦xico e incluso en la transici¨®n.
Porque se puede avizorar que lo relevante estar¨¢ en otras cuestiones. Una en sus manos, y otra no.
Su decisi¨®n personal es sobre a qu¨¦ estar¨¢ dispuesta, ella que ofreci¨® apertura y retomar di¨¢logo con quienes no piensen como ella, a la hora de enardecer a su base: cu¨¢nto de los excesos, de fondo y de forma, en contra de adversarios y cr¨ªticos permanecer¨¢ en Palacio.
Y la segunda va ligada a la primera porque la pondr¨¢ a prueba. Cu¨¢l va a ser su deliberada contenci¨®n sobre todo en un entorno de gobierno con poco dinero y frente a una coyuntura internacional que solo hace pensar en creciente tensi¨®n con el vecino del norte.
Porque la ma?anera no existe en abstracto. Precisamente muchos de los aplaudidos recursos del actual showman fueron para evadir entrarle a crisis concretas y muchas veces dolorosas.
Para Sheinbaum, establecer la narrativa de su ma?anera implica que la realidad probar¨¢ los l¨ªmites a los que est¨¢ dispuesta a llegar en p¨²blico. Y ser¨¢ una prueba cotidiana y sexenal donde ser¨¢ comparada con su predecesor, pero tambi¨¦n con sus promesas inicial.
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