Un mundo sin ma?aneras
Las relaciones entre el sector privado y el Gobierno son mucho menos ¨¢speras de lo que la estridente conversaci¨®n p¨²blica hace creer
?Cu¨¢nto de la llamada polarizaci¨®n es en efecto un choque de trenes entre dos visiones de pa¨ªs antag¨®nicas y cu¨¢nto hay de boxeo de sombra para efectos medi¨¢ticos y necesidades pol¨ªticas? Este mi¨¦rcoles los empresarios y el Gobierno firmaron un elaborado acuerdo destinado a garantizar precios justos en los productos de la canasta b¨¢sica alimentaria, el llamado Paquete Contra la Inflaci¨®n y la Carest¨ªa (Pacic). Se dice r¨¢pido, pero supuso una ardua negociaci¨®n de buena fe entre las partes. Entre otras acciones, el Gobierno renuncia a algunos ingresos para abaratar costos en procesos productivos de las empresas y estas reducen m¨¢rgenes de utilidad en algunos productos b¨¢sicos. Ambas partes sacrifican recursos en aras de un bien com¨²n: controlar en M¨¦xico la escalada inflacionaria que experimenta el mundo y proteger, en particular, a la poblaci¨®n de menos recursos.
Los t¨¦rminos de este acuerdo y sus alcances econ¨®micos tendr¨¢n una amplia divulgaci¨®n; en este espacio simplemente quisiera abordar las implicaciones pol¨ªticas que entra?a, que no son cosa menor. Lo que revela, en el fondo, es que las relaciones entre el sector privado y el Gobierno son mucho menos ¨¢speras de lo que la estridente conversaci¨®n p¨²blica hace creer.
Y bien mirado, hay razones para esta relativa avenencia. Todo empresario que est¨¦ m¨¢s atento a su excel que a los titulares del d¨ªa, aquel que es capaz de mirar el bosque y no los ¨¢rboles, entiende que no ha sido poca cosa mantener la estabilidad econ¨®mica en medio de los tsunamis que el mundo ha experimentado. La estrategia de L¨®pez Obrador ha sido obsesiva en materia de responsabilidad y autocontrol de la macroeconom¨ªa y las cuentas nacionales, algo que dif¨ªcilmente podr¨ªamos acreditar a los gobiernos anteriores. La estabilidad del peso durante casi cuatro a?os es el mejor indicador de esta actitud. La aversi¨®n a contraer deuda p¨²blica, la b¨²squeda de equilibrio entre ingreso y gasto del Gobierno, la reducci¨®n de la burocracia y el combate a la inflaci¨®n, son columnas vertebrales de una estrategia que solo podemos calificar de responsable. Un planteamiento a contrapelo de las finanzas p¨²blicas ¡°expansionistas¡± atribuibles a todo gobierno populista de izquierda. El resultado es que la inflaci¨®n de M¨¦xico en los ¨²ltimos doce meses (7,5) est¨¢ por debajo de la de Estados Unidos (8,5) o de pa¨ªses de tama?o similar en Am¨¦rica Latina. Todo lo cual es oro molido para la iniciativa privada de cualquier naci¨®n.
Si a esto a?adimos que, pese a la imagen radical de la que goza el obradorismo, L¨®pez Obrador no ha subido los impuestos de los sectores acomodados (algo que habr¨ªa realizado cualquier gobierno socialdem¨®crata en Europa), no ha recurrido a expropiaciones y ha mantenido el subsidio a los combustibles tanto para consumidores privados como para las empresas productivas. Y por lo que toca a Estados Unidos y el proceso de integraci¨®n econ¨®mica, igualmente vital para los intereses del sector privado, la actitud del gobierno ha sido conciliadora incluso al l¨ªmite de la prudencia, particularmente en el per¨ªodo de Trump.
En otras palabras, si por un momento dejamos de lado los gritos y sombrerazos de la ma?anera, lo que observamos en los hechos es que ambos, Gobierno y empresarios, lejos de un divorcio o un pleito, han encontrado maneras de entenderse sobre la base de que no son adversarios ni lo han sido. El acuerdo firmado este mi¨¦rcoles es un reflejo de ello. En ¨¦l participaron tanto los representantes de las c¨¢maras empresariales, como instituciones emblem¨¢ticas de este sector; Telmex, Bimbo, Kimberly Clark y muchas otras, algunas de las cuales, incluso, nunca han escondido sus simpat¨ªas con otras corrientes pol¨ªticas.
Esto no quiere decir que los capitanes del dinero est¨¦n contentos con una narrativa oficial que tiende a satanizar todo lo relacionado con el mercado y a abollar indiscriminadamente la imagen de los sectores pudientes (los llamados fif¨ªs). Tampoco con las provocaciones incendiarias respecto a personajes p¨²blicos, artistas, intelectuales y en general de la sociedad civil, y mucho menos les agrada el desgaste innecesario de pol¨¦micas desatadas por las disculpas exigidas a Espa?a o la rifa simulada de un avi¨®n en la que tuvieron que participar, por ejemplo. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ del clima enrarecido por esta l¨ªnea discursiva tan polarizante, han terminado por entender que mucho de esto va dirigido a la tribuna, con escasos efectos pr¨¢cticos concretos en el escenario de los hechos. Lo cierto es que, en corto, las relaciones del presidente con la mayor parte de los empresarios es cordial y razonada.
Incluso otras acciones m¨¢s trascendentes, como la suspensi¨®n del aeropuerto de Texcoco o la reforma energ¨¦tica, al final se han tramitado a trav¨¦s de negociaciones y diferendos resueltos en tribunales. La mayor¨ªa de las empresas afectadas en la cancelaci¨®n del NAIM fueron compensadas y muchas de ellas incorporadas a otras obras p¨²blicas.
Para entender esta aparente contradicci¨®n, habr¨ªa que considerar que el presidente eligi¨® una estrategia institucional responsable y, a la vez, una ret¨®rica radical y polarizante en su comunicaci¨®n. Asumi¨®, supongo, que lo primero le da estabilidad al proceso de cambio intentado y, lo segundo, le garantiza el apoyo popular para mantener su fuerza pol¨ªtica y, en su momento, la continuidad transexenal a su proyecto. No s¨¦ en qu¨¦ medida la polarizaci¨®n fue un recurso cada vez m¨¢s necesario ante la pandemia y la consiguiente crisis, que barrieron con buena parte del impacto de las acciones que la 4T hab¨ªa previsto para mejorar la condici¨®n de los pobres. Pero es un hecho que, pese las expectativas no cumplidas, los sectores populares siguen pensando que L¨®pez Obrador al menos habla en su nombre. Y, con todo lo que pueda irritarnos, el verbo encendido es responsable en parte de ese logro.
No siempre ha podido el presidente mantener el equilibrio entre estas dos estrategias a ratos incompatibles. Con frecuencia gana el impacto de la l¨ªnea belicosa en las ma?aneras y genera una zozobra significativa en los ambientes de negocios.
En suma, habr¨ªa que leer la escena p¨²blica con la perspectiva que da la distancia y sin la efervescencia de la inmediatez, ¨²nica manera de entender lo que realmente est¨¢ pasando. A los anti lopezobradoristas les convendr¨ªa ver menos diarios incendiarios y hacer el ejercicio de vivir en un mundo sin ma?aneras. Los lopezobradoristas, en cambio, que podr¨ªan impacientarse por los cambios que a¨²n no llegan, llenarse de ellas.
@jorgezepedap
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