La captura de El Se?or del Sombrero: ?qu¨¦ pasar¨¢?
Hemos perdido toda perspectiva y honestidad intelectual para reconocer que la guerra que decidimos pelear contra el consumo de drogas es fallida y contraproducente
Desde el jueves por la tarde, cuando recib¨ª el post de Semanario Zeta sobre la captura de Ismael El Mayo Zambada en Estados Unidos, no he tenido mucho tiempo para pensar. La primicia es de Zeta y ac¨¢ en Sinaloa pudimos confirmarla con fuentes militares de inmediato.
Por un lado, la noticia abri¨® una avalancha noticiosa que nos ha dejado dormir poco, y por el otro a mi WhatsApp no dejan de llegar mensajes de conocidos, amigos y familiares en Sinaloa. Todos quieren saber lo mismo: ?qu¨¦ pasar¨¢?
Antes sol¨ªa responder con explicaciones elaboradas que part¨ªan de nuestro conocimiento y criterio, pero cada vez tengo m¨¢s la sensaci¨®n que ante hechos as¨ª, siempre es m¨¢s lo que ignoramos que lo que conocemos. Por lo que cada vez respondo con m¨¢s parquedad sobre lo que s¨ª sabemos.
En Cr¨®nica de un encuentro ins¨®lito, como calculadamente llam¨® Julio Scherer al texto publicado el 3 de abril de 2010 en la revista Proceso y donde relata su charla con Ismael Zambada en alg¨²n paraje serrano, el capo reflexiona con lucidez sobre los impactos de su posible captura o muerte.
Catorce a?os despu¨¦s y apenas a dos d¨ªas de distancia de su inesperado e inveros¨ªmil arresto, podemos reflexionar sobre los dichos de Zambada. Es ¨²til el ejercicio para mostrar c¨®mo la detenci¨®n de capos de alto perfil afectan, o no, al mundo del narco.
Sobre el tema, dice El Mayo en un primer momento: ¡°A m¨ª me agarran si me estoy quieto o me descuido, como a El Chapo. Para que hoy pudi¨¦ramos reunirnos, vine de lejos. Y en cuanto terminemos, me voy [...] Tengo p¨¢nico de que me encierren. ¨CSi lo agarraran, ?terminar¨ªa con su vida? ¨CNo s¨¦ si tuviera los arrestos para matarme. Quiero pensar que s¨ª, que me matar¨ªa.¡±
Pero no, consciente de que estaba del otro lado de la frontera, sabi¨¦ndose enga?ado para llegar ah¨ª, Zambada no opuso resistencia alguna. Baj¨® del avi¨®n en el que iba con Joaqu¨ªn Guzm¨¢n, hijo de El Chapo, y qued¨® bajo custodia de las autoridades estadunidenses. Luego, su abogado insisti¨® en que no se hab¨ªa entregado. En la foto que todos hemos visto, vistiendo una camisa polo azul, el pelo y el bigote bien negros, a El Mayo se le nota contrariado.
Luego, pregunta otra vez Scherer: ¡°?Hay en usted espacio para la tranquilidad? ¨CCargo miedo. ¨C?Todo el tiempo? ¨CTodo. ¨C?Lo atrapar¨¢n, finalmente? ¨CEn cualquier momento o nunca.¡±
Y as¨ª, en cualquier momento, cuando ya nadie esperaba que sucediera, el pasado jueves 25 de julio, un d¨ªa como cualquier otro, cay¨® el Se?or del Sombrero, el legendario Mayo Zambada, l¨ªder del Cartel de Sinaloa. Septuagenario y enfermo, su imagen ya no es la del hombre macizo que se encontr¨® Scherer y con quien accedi¨® a tomarse la ¨²ltima foto que ten¨ªamos de ¨¦l. As¨ª, sin un solo disparo de por medio, Zambada fue arrestado.
Influenciados por el cine y las narcoseries, solemos imaginar que las ca¨ªdas de personajes m¨ªticos como El Mayo deben ser espectaculares, llenas de acci¨®n y no aburridas o marcadas por diligencias cotidianas. Por eso cuando la realidad no llena la expectativa, desconfiamos.
Pero en la que sin duda es la lecci¨®n que todos debimos aprender desde 2010, afirma Zambada con acierto: ¡°Un d¨ªa decido entregarme al Gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los d¨ªas vamos sabiendo que nada cambi¨®. ¨C?Nada, ca¨ªdo el capo? ¨CEl problema del narco envuelve a millones. ?C¨®mo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ah¨ª¡±.
Por supuesto El Mayo no se entreg¨® para ser fusilado, si acaso hubo una negociaci¨®n (una versi¨®n que sostienen algunos periodistas) lo hizo para llegar a alg¨²n acuerdo que le permita volver a ver sus hijos y tratar su salud. Sabremos relativamente pronto qu¨¦ pas¨®. En caso de que fuera a litigio, ser¨¢ sin duda el nuevo juicio del siglo.
Por eso, por llamativa que resulte, la detenci¨®n de Ismael Zambada Garc¨ªa probar¨¢, otra vez y al igual que con otras de su tipo, que estas alteran en muy poco el fen¨®meno del narcotr¨¢fico mundial. Lamentablemente, los impactos m¨¢s visibles y no por temporales menos dolorosos, se dan siempre en el ¨¢mbito de la seguridad, donde los reacomodos generan olas de violencia con numerosas v¨ªctimas entre las facciones involucradas y en los territorios en que operan.
A la espera de esos posibles reacomodos estamos en Sinaloa, a donde llegaron 200 elementos de las Fuerzas Especiales del Ej¨¦rcito para reforzar la seguridad. ?Se desatar¨¢ la violencia? Puede ser, pero no lo sabemos con certeza. Lo triste es que las autoridades tampoco.
Desde la detenci¨®n de El Mayo se han registrado tres homicidios en el Estado. Uno de ellos fue, el mismo d¨ªa casi a la medianoche y de alt¨ªsimo perfil, el de H¨¦ctor Melesio Cu¨¦n Ojeda, futuro diputado federal del PRI, exrector y cacique de la Universidad Aut¨®noma de Sinaloa.
No sabemos si ambos hechos est¨¢n vinculados, la carpeta se abri¨® por homicidio doloso, pero la primera l¨ªnea de investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa apunta a un posible robo de veh¨ªculo tras el testimonio de su acompa?ante, un hombre de confianza de la v¨ªctima que presenci¨® el ataque a balazos y lo llev¨® a la cl¨ªnica donde muri¨®. La muerte de Cu¨¦n Ojeda ha sido m¨¢s le¨ªda en Sinaloa que la captura de Zambada y agreg¨® m¨¢s zozobra al ambiente.
Dos d¨¦cadas despu¨¦s de abrir el frente de batalla que nos mantiene ensimismados en la l¨®gica de la militarizaci¨®n, perdidos en la frialdad de las estad¨ªsticas de detenciones y decomisos, hemos perdido toda perspectiva y honestidad intelectual para reconocer que la guerra que decidimos pelear con el argumento de reducir los da?os ocasionados en la sociedad por el consumo de drogas es una guerra fallida y contraproducente.
M¨¦xico vive hoy una crisis humanitaria no reconocida oficialmente, pero que registra cientos de miles de personas muertas o desaparecidas, territorios completos controlados por jefes de plaza y un Estado cada vez m¨¢s imbricado y coludido con el crimen organizado.
El Mayo Zambada fue detenido en Estados Unidos, donde ser¨¢ juzgado o llegar¨¢ a alg¨²n arreglo a cambio de dinero e informaci¨®n, pero la crisis de salud por el consumo de fentanilo que el Cartel de Sinaloa produce y env¨ªa a ese pa¨ªs seguir¨¢. Mientras tanto, en M¨¦xico, al tiempo que los asesinatos y las desapariciones contin¨²an en total impunidad, heredaremos sus relevos, que ya est¨¢n listos. Todos sabemos quienes son.
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