Claudia Sheinbaum y el rey. La suplantaci¨®n de las voces. Ku¡¯??
Tanto los voceros del Gobierno espa?ol como los del Gobierno mexicano silencian a los ciudadanos de sus propios territorios. Sin todo ese ruido, otras conversaciones entre nuestros pueblos podr¨ªan aflorar
Hay narraciones que se utilizan para crear el ruido necesario con el cual silenciar otros asuntos importantes. La estridencia desatada en los ¨²ltimos d¨ªas debido a que el rey de Espa?a no fue invitado a la toma de posesi¨®n de la primera presidenta en la historia de M¨¦xico silencia cuestiones importantes sobre los procesos que atraviesan los pueblos ind¨ªgenas, y otros pueblos afectados por el colonialismo, en la actualidad. Por medio de un p¨¦simo manejo de las normas diplom¨¢ticas a las que los pa¨ªses del mundo se han obligado voluntariamente, los responsables explicaron que el rey de Espa?a, representante oficial de ese pa¨ªs, no recibi¨® invitaci¨®n por haberse negado a pedir disculpas a los pueblos ind¨ªgenas por todo lo acontecido durante aquello que se ha llamado la Conquista de M¨¦xico. El presidente del Gobierno de Espa?a, quien s¨ª recibi¨® invitaci¨®n, se neg¨® a asistir sin el rey aunque otros pol¨ªticos espa?oles han declarado que vendr¨¢n a presenciar la toma de posesi¨®n de Claudia Sheinbaum.
Ante esta situaci¨®n, se desataron de nuevo el ruido y la furia, no faltaron tampoco noticias falsas que dec¨ªan incluso que la infanta Leonor, heredera del trono de Espa?a, hab¨ªa sido invitada en lugar de su padre. Por un lado, se atrincheraron las voces que volvieron a recordarnos que sin Espa?a no estar¨ªamos civilizados y por el otro quienes suplantan la voz de los pueblos ind¨ªgenas que poco han dicho sobre este asunto, porque, como siempre, casi nunca son consultados. De un lado, est¨¢n quienes se adscriben herederos culturales de una Espa?a sin la cual no tendr¨ªamos universidades ni hospitales (como si los pueblos de este continente hubieran carecido de sistemas de transmisi¨®n de conocimientos o sistemas de atenci¨®n a la salud); por el otro, est¨¢n quienes exigen una disculpas al mismo tiempo que ignoran las violencias que los pueblos originarios atraviesan en el presente. Se trata de dos posturas nacionalistas encontradas. Ambas son muy contrastantes pero no son en absoluto radicales, ninguna va a la ra¨ªz de la situaci¨®n.
Siempre que se habla de la Conquista, tiene lugar, generalmente, una operaci¨®n que inmediatamente equipara el pa¨ªs actual que es Espa?a con la corona espa?ola de hace 500 a?os, mientras que M¨¦xico se convierte en Tenochtitl¨¢n; esta equivalencia tiene como consecuencia tres fen¨®menos, el primero es que nos hace percibir la colonizaci¨®n como algo sucedido entre dos pa¨ªses y no como el comienzo de un proceso global que afect¨® a todos los continentes, el segundo es que se lee que aquello que comenz¨® a suceder hace m¨¢s de 500 a?os es algo del pasado por el cual hay que pedir perd¨®n y no como un fen¨®meno vigente con claros efectos actuales tanto en el actual M¨¦xico como en la actual Espa?a; el tercer fen¨®meno es que crea el efecto de que ambos pa¨ªses corresponden a sociedades homog¨¦neas.
Detr¨¢s de los Gobiernos de Espa?a y de M¨¦xico se encuentran un conglomerado de sociedades complejas y diversas. La existencia de poblaci¨®n espa?ola de origen africano y el fen¨®meno de migraci¨®n en Espa?a, por ejemplo, no pueden explicarse sin los efectos del colonialismo, el racismo que sufre esta parte de la poblaci¨®n espa?ola tiene que ver con aquello que comenz¨® a suceder hace 500 a?os. Por otra parte, las ¨¦lites pol¨ªticas de M¨¦xico que usan un nacionalismo extractivista de elementos culturales de pueblos ind¨ªgenas, contin¨²an echando mano de los mecanismos del estado para negar derechos a los pueblos originarios como el control de su territorio y sus bienes naturales. El colonialismo atraviesa las fronteras y tiene efectos en ambos territorios, es por eso que me siento m¨¢s identificada con una mujer afrodescendiente espa?ola afectada por el racismo colonial que con las ¨¦lites pol¨ªticas privilegiadas de M¨¦xico, esa misma mujer espa?ola que seguramente estar¨¢ pregunt¨¢ndose, junto con muchos espa?oles m¨¢s, por qu¨¦ sigue existiendo la monarqu¨ªa en pleno siglo XXI.
Tanto los voceros del Gobierno espa?ol como los voceros del Gobierno mexicano suplantan las voces diversas de los ciudadanos de sus propios territorios, sobre todo de aquellos cuya voz ha sido silenciada siempre. Sin todo ese ruido, otras conversaciones entre nuestros pueblos podr¨ªan aflorar, conversaciones que no est¨¦n mediadas por la petici¨®n de un muy cat¨®lico y judeocristiano perd¨®n que el presidente de M¨¦xico ha solicitado en nombre de otros, los pueblos originarios de este pa¨ªs, a un tambi¨¦n cat¨®lico monarca espa?ol.
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