?Le sirven las ma?aneras a Claudia Sheinbaum?
Los temas que la presidenta quiere colocar se pierden con las respuestas que da sobre otro asunto y a veces a preguntas verdaderamente tontas. Es lo que pas¨® con lo que dijo del himno nacional
Las ma?aneras no le sirven a la presidenta Claudia Sheinbaum. Al contrario, le est¨¢n resultando contraproducentes. El perfil de la mandataria es muy diferente al de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador en much¨ªsimas cosas, para bien y para mal. Y el control de mensajes, no parece ser el fuerte de ella. No ha podido dictar agenda en sus dos meses. Todo se atora en pleitos internos o, pero a¨²n, externos. Y para colmo ya lleg¨® Trump a dominar la agenda nacional.
El expresidente L¨®pez Obrador dominaba la agenda y la impon¨ªa. En muchas ocasiones dec¨ªa tonter¨ªas o barbaridades. No le importaba salirse del tema, ir y venir en un soliloquio. A una pregunta de pol¨ªtica internacional pod¨ªa terminar hablando del tepache y sus propiedades medicinales y de la sabrosa tlayuda que desayun¨® y lo malos que son los neoliberales. Le importaba hablar, llenar espacios, dar imagen y sonido. Sus conferencias fueron copadas por un nuevo periodismo ¡ªpor decirlo de alguna manera¡ª con personajes que iban de lo sorprendente a lo grotesco. Los nombres de los medios que preguntaban al presidente eran de risa loca, y bien pod¨ªa ser un espect¨¢culo de carpa que presentaba Lord Mol¨¦cula.
No es el caso de Sheinbaum. Ella es una persona seria. No en balde una de las facetas que vend¨ªan en campa?a es que es cient¨ªfica. Es de pocas palabras, incluso tiende a los monos¨ªlabos en las ruedas de prensa. Responde a todo, reacciona a todo y eso no es buena idea. Los temas que quiere colocar se pierden con las respuestas que da sobre otro asunto y a veces a preguntas verdaderamente tontas. Es lo que pas¨® con lo que dijo del himno nacional. Son cosas que al Peje le sal¨ªan bien, le quedaban bien con su forma de ser. A ella no.
La carta a Trump tambi¨¦n result¨® un dislate. Hace p¨²blico un texto que dijo que enviar¨ªa ¡ªpor cierto, ya no sabemos si finalmente la mand¨®¡ª al presidente electo de Estados Unidos. Ya para qu¨¦ la despachaba, si todos la conoc¨ªan. El tema es que acab¨® hablando por tel¨¦fono con ¨¦l y claro, la carta qued¨® en el olvido. Responder si M¨¦xico est¨¢ listo para resistir una invasi¨®n no tiene una respuesta adecuada, es un desprop¨®sito la pregunta y cualquiera que sea la respuesta. No importa el tema: pleitos de legisladores, reformas constitucionales, declaraciones de personajes de bajo nivel pol¨ªtico, chismes y tuits. A todo contesta.
La presidenta deber¨ªa dise?ar otro espacio de comunicaci¨®n, que se acople a ella. No tiene por qu¨¦ hablar todos los d¨ªas. Y eso tampoco implica que no se informe, puede poner a sus secretarios. El caso de Harfuch es comunicacionalmente exitoso. Es puntual en la informaci¨®n y es constante. Y no es necesario que salga ella a decir nada. Cosa distinta pasa con la pol¨ªtica internacional en la que ha calificado de drogadictos a estadounidenses y canadienses. Para eso sirve el canciller, pero a saber d¨®nde est¨¢ y por su ausencia, ella tiene que contestar cualquier tipo de suposiciones.
Se entiende la emulaci¨®n de las f¨®rmulas exitosas del expresidente. Pero tener ideas y estilo propios no significa alejarse de ¨¦l. Simplemente, es hacer lo que le conviene.
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