La pelea de Morena en Coahuila es m¨¢s que un pleito local
La disputa en este Estado tiene un enorme valor simb¨®lico, pues es el ¨²nico que nunca ha sido gobernado por un partido distinto al PRI y es uno de los ¨²ltimos bastiones opositores que la Cuarta Transformaci¨®n quiere arrebatar

Un viejo aforismo pol¨ªtico dec¨ªa que un partido de izquierda en M¨¦xico nunca podr¨ªa tener m¨¢s de un integrante, porque en el momento en que tuviera dos sufrir¨ªa fisuras en la base.
Hace un cuarto de siglo, tres grandes partidos protagonizaron la transici¨®n en el Congreso y la Presidencia de la Rep¨²blica (PRI, PAN y PRD) pero s¨®lo del partido de izquierda (el PRD) se dec¨ªa que era compuesto por tribus. Esas tribus fueron las que provocaron su fractura, su desplazamiento como el partido dominante de izquierda en favor de Morena, y su eventual desaparici¨®n.
En pocas palabras, un partido de izquierda en M¨¦xico no puede evitar ser consumido por pleitos internos. Y, l¨®gicamente, esos conflictos se vuelven m¨¢s violentos cuando ya tienen poder y se trata de repartirlo. Se convierten en su peor enemigo.
Por eso, a pesar de la virulencia verbal con la que se han tundido, no sorprende la pelea que protagonizan los principales cuadros de Morena en el Estado de Coahuila por el control de los programas gubernamentales. Y aunque en la superficie se trata de un pleito local, en un Estado sin mucho peso electoral, en el fondo la disputa tiene un enorme valor simb¨®lico. Coahuila es el ¨²nico Estado que nunca ha sido gobernado por un partido distinto al PRI y es uno de los ¨²ltimos bastiones opositores que la llamada Cuarta Transformaci¨®n quiere arrebatar.
Para hacerlo hay tres aduanas: la elecci¨®n del Congreso local en 2026, la de alcaldes en 2027 y la de gobernador en 2029. Como en todos los Estados, la pieza clave en la estrategia es la Delegaci¨®n del Bienestar, el principal cargo federal en cada entidad, que maneja los programas sociales y, por lo tanto, traduce esos programas en clientelismo electoral.
La disputa por esa posici¨®n en Coahuila se ha desbordado en una avalancha de ataques contra el delegado Am¨¦rico Villarreal Santiago, quien es acusado de favorecer solamente a uno de los grupos de Morena en el Estado, el de la senadora Cecilia Guadiana, desplazando a todos los dem¨¢s. Pero en el pleito se mezcla el ingrediente pol¨ªtico con uno personal: Villarreal es pareja de la senadora Guadiana y su nombramiento como delegado, hecho directamente por la presidenta Claudia Sheinbaum, fue una se?al de que en Palacio Nacional le entregaban el control de la operaci¨®n pol¨ªtica de Morena a un grupo en particular.
Si Morena est¨¢ en su momento de m¨¢xima acumulaci¨®n de poder, la disputa en Coahuila es una ventana a la forma en que se ejerce y se reparte este poder.
Cecilia Guadiana representa la continuidad del grupo que form¨® su padre, Armando Guadiana, dos veces candidato de Morena a la gubernatura, fallecido en 2024. Las acusaciones contra Am¨¦rico Villarreal se enfocan en se?alar que el delegado utiliza los programas sociales para avanzar los intereses de Cecilia rumbo a la gubernatura, y del diputado local Alberto Hurtado a la alcald¨ªa de la capital Saltillo.
Los ataques vienen de todos los dem¨¢s grupos morenistas del Estado, pero algo dice que la raz¨®n por la que rechazan a Villarreal en la delegaci¨®n no es por ser for¨¢neo (es de Tamaulipas) o que su cargo es producto del nepotismo (su padre es gobernador de Tamaulipas), o que tiene una relaci¨®n sentimental con una de las principales figuras de Morena en Coahuila. Algo dice que el fondo del pleito siempre es el que anima las disputas pol¨ªticas: cuando uno tiene poder, hay otro que no lo tiene. Y aunque esto es com¨²n en cualquier corriente o ideolog¨ªa, en la izquierda es m¨¢s pronunciado porque nadie suele hacerle caso al ¨¢rbitro.
El fuego lo abri¨® Alejandra Salazar, excandidata de Morena a la alcald¨ªa de Saltillo, cuando la semana pasada acus¨® a Villarreal de usar recursos p¨²blicos ¡°a favor de su novia¡±. En la pol¨¦mica se mont¨® el diputado local Antonio Attolini, quien escal¨® el tema en un programa de radio de cadena nacional. En un momento, la madre de la senadora Guadiana, Guadalupe Mandujano, se meti¨® a la pol¨¦mica sugiriendo que su familia hab¨ªa apoyado econ¨®micamente la candidatura de Salazar y todo deriv¨® en un intercambio de golpes en la secci¨®n de comentarios de Instagram.
Pero al ring se subieron las principales figuras de Morena en Coahuila, cada uno con sus intereses particulares, aunque pretendiendo que ellos no har¨ªan lo mismo si hubieran sido beneficiados con el cargo de delegado del Bienestar.
A la pelea entr¨® el senador Luis Fernando Salazar, quien hace seis a?os se llev¨® a una corriente del PAN de Coahuila a Morena, le pele¨® a Armando Guadiana la candidatura a gobernador en 2023 y busc¨® para su grupo la Delegaci¨®n del Bienestar. Luego, el diputado Javier Borrego Adame, vinculado con el grupo de Pedro Haces, el pol¨¦mico l¨ªder sindical cuyos lujos han sido exhibidos en reportajes recientes y que busca extender sus redes de control pol¨ªtico al tiempo que acumula enemigos.
Tambi¨¦n se subi¨® Cintia Cuevas, quien trabaj¨® en la Delegaci¨®n del Bienestar el sexenio pasado, como su encargada en la regi¨®n lagunera, donde se distingui¨® por colocar sus redes sociales personales en todo el material informativo de los programas sociales, para que apareciera su nombre, en lugar de usar los contactos institucionales. Hoy es diputada federal gracias a que as¨ª elev¨® su reconocimiento.
Todos los protagonistas de este pleito han sido favorecidos con la acumulaci¨®n de poder que ha hecho Morena y todos forman parte de un entramado pol¨ªtico que no se ha visto en M¨¦xico desde finales de los 80: un partido que tiene los votos para hacer cualquier cambio constitucional que le venga en gana y despojado de contrapesos. Pero Morena como partido dominante carece de un ingrediente que tuvo el anterior partido dominante en M¨¦xico, el PRI. Est¨¢ ausente la disciplina que caracterizaba al sistema priista, en el que presidentes de la Rep¨²blica resolv¨ªan las disputas y aplacaban a los perdedores. No es que sea una cualidad, pues la disciplina tambi¨¦n ahoga la autocr¨ªtica, sin esta caracter¨ªstica es imposible gobernar.
Hist¨®ricamente los partidos de izquierda en M¨¦xico han carecido de esa disciplina, lo cual es ir¨®nico porque se forjaron en el estalinismo, el trotskismo o el mao¨ªsmo, las corrientes comunistas del siglo XX cuyo com¨²n denominador era ser autoritarias. La lucha de estas corrientes es lo que ha hecho a la izquierda mexicana gen¨¦ticamente incapaz de seguir una l¨ªnea. Ni siquiera los trasplantes de partidos con m¨¢s sentido de disciplina, como el PRI o el PAN, se han llevado ese atributo a su militancia morenista.
En cierta forma, esto puede ser positivo, porque mientras las disputas internas en tiempos del PRI se daban adentro, fuera de la vista del p¨²blico, ahora los golpes est¨¢n a la vista de todos. Eso tambi¨¦n hace preguntarnos si Morena est¨¢ capacitado para ejercer el poder sin pelearse. Hasta ahora, Sheinbaum no ha intervenido en el pleito en Coahuila, no sabemos si porque no quiere o porque considera que no merece su atenci¨®n.
Tampoco sabemos si la presidenta le debe algo a Villarreal como para mantenerlo en el puesto. Ella misma fue quien lo design¨® en la delegaci¨®n, por lo que los ataques contra su colaborador pueden interpretarse como un desaf¨ªo a su autoridad presidencial.
Pero una consecuencia posible es que Morena termine siendo su peor enemigo, no s¨®lo presa del sectarismo, sino con el af¨¢n de favorecer a un grupo sobre otros para su beneficio particular. Es decir, que s¨ª son como los de antes.
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