La gran expansi¨®n en tiempos de pandemia
Son muchas las universidades iberoamericanas que est¨¢n ahora descubriendo las posibilidades que les ofrece la ense?anza no presencial
El cierre de universidades y centros educativos plantea un aut¨¦ntico desaf¨ªo para los sistemas educativos iberoamericanos, que tienen que garantizar que m¨¢s de 177 millones de alumnos puedan seguir su formaci¨®n desde casa. Incluidos los 30 millones de estudiantes universitarios y casi un mill¨®n y medio de profesores a quienes, de un d¨ªa para otro, se les ha urgido a pasar a la modalidad de ense?anza a distancia. En estos d¨ªas, la prioridad de organismos como los nuestros, el Instituto Internacional para la Educaci¨®n Superior en Am¨¦rica Latina y el Caribe (UNESCO-IESALC) y la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos (OEI), ha sido apoyar los esfuerzos que est¨¢n llevando a cabo los Gobiernos y universidades de la regi¨®n para atender de la mejor manera posible esta crisis educativa que puede tener efectos perjudiciales en el corto y largo plazo, si no se adoptan las medidas oportunas. Precisamente este ha sido otro de nuestros cometidos fundamentales en estos primeros compases de la epidemia, recopilar evidencia sobre cu¨¢l puede ser el impacto del cierre de las instituciones educativas en nuestros estudiantes y docentes, y proponer en base a ello propuestas que ayuden a mitigar sus consecuencias.
Transcurrido este periodo de emergencia, llega el momento de la reflexi¨®n y de prepararnos para el nuevo mundo que nos vamos a encontrar cuando concluya el aislamiento que, con mejor o peor ¨¢nimo, padecemos. A estas alturas todos somos conscientes de que no vamos a recuperar la misma cotidianeidad que hemos tenido que suspender para frenar el avance de los contagios. No nos referimos solo a que ciertos h¨¢bitos sociales van a ser sustituidos por otros. Hablamos de profundos cambios en el modo de relacionarnos a nivel personal, de trabajar, de estudiar, de consumir, de disfrutar de nuestro ocio y de los espacios p¨²blicos o de viajar.
Desde hace tiempo intelectuales y acad¨¦micos nos advert¨ªan de que la inestabilidad pol¨ªtica, social y econ¨®mica que viv¨ªamos a escala global anunciaba un cambio de ¨¦poca. Probablemente los libros de Historia marcar¨¢n como fecha de inicio de esta nueva ¨¦poca el 11 de marzo de 2020, el d¨ªa en el que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud declar¨® la pandemia internacional por la covid-19. Es muy dif¨ªcil saber con qu¨¦ nombre ser¨¢ conocida por las siguientes generaciones, pero para quienes somos testigos de su nacimiento esta es la era de la incertidumbre.
Nunca hasta ahora hab¨ªa habido tantas inc¨®gnitas ante lo que el futuro inmediato (ma?ana, la pr¨®xima semana, dentro de un mes) nos va a deparar. El vocabulario b¨¦lico se ha impuesto a la hora de describir las extra?as circunstancias que estamos viviendo, pero el paralelismo no es acertado en muchos aspectos, y tampoco resulta ¨²til a la hora de aventurar el d¨ªa de ma?ana. Porque incluso despu¨¦s de los conflictos m¨¢s devastadores, como pudo ser la Segunda Guerra Mundial, hab¨ªa clara una estrategia de ¡°reconstrucci¨®n¡±, de recuperar la situaci¨®n previa al estallido de violencia, que en el caso actual no es posible.
Si lo llevamos al terreno de la educaci¨®n superior, las universidades tuvieron serias dificultades de todo tipo, sobre todo materiales, para reanudar su actividad acad¨¦mica despu¨¦s de 1945, pero esta fue esencialmente la misma que en 1939. Hasta la fecha, las universidades no han cesado su labor docente y menos a¨²n la investigadora, pero est¨¢n llevando a cabo la misma por medio de una serie de herramientas tecnol¨®gicas que s¨ª implican cambios profundos en cuanto a metodolog¨ªa, actividades formativas, relaci¨®n con el alumnado, etc¨¦tera. Es muy dif¨ªcil imaginar que docentes y estudiantes van a volver a interactuar en clases, laboratorios o pr¨¢cticas de empresa, del mismo modo cuando se vuelvan a abrir las puertas de nuestras universidades.
A pesar de que la matr¨ªcula de la educaci¨®n no presencial en Iberoam¨¦rica ha crecido un 73% desde 2010, se trata de una opci¨®n poco consolidada en la regi¨®n. Brasil es el pa¨ªs con mayor participaci¨®n de la modalidad a distancia en la matr¨ªcula universitaria, con un 21%. Una cifra que contrasta con el 4,7% de Argentina o el 2,4% de Chile. Por tanto, son muchas las universidades que est¨¢n ahora descubriendo las posibilidades que les ofrece esta modalidad de ense?anza. Inevitablemente van a hacer en el futuro un uso m¨¢s intensivo de la misma y de las nuevas tecnolog¨ªas, aunque sea s¨®lo por amortizar el enorme esfuerzo de adaptaci¨®n que est¨¢n haciendo. Iberoam¨¦rica registra el mayor crecimiento a nivel global de estudiantes universitarios y, junto a ello, como se ha descrito de educaci¨®n virtual.
Las instituciones de educaci¨®n superior son las m¨¢s preparadas para afrontar este desaf¨ªo y, en general, esta nueva etapa que se abre porque tienen una cierta experiencia en la gesti¨®n de la incertidumbre. La academia, como hemos se?alado anteriormente, ven¨ªa advirtiendo que no est¨¢bamos simplemente ante una ¨¦poca de cambios, sino que estos eran tan disruptivos y de tal calado que estaban propiciando un aut¨¦ntico cambio de ¨¦poca, el cual est¨¢ cristalizando en estas semanas de confinamiento. El sector productivo, con su constante demanda de innovaci¨®n, ha sido uno de los grandes promotores de todos estos cambios y el causante de que la educaci¨®n superior, tanto la universitaria como la t¨¦cnica, lleve tiempo sumida en una notable incertidumbre, sin saber muy bien cu¨¢les deb¨ªan ser las competencias profesionales y acad¨¦micas que debe contribuir a desarrollar.
La industria 4.0, la robotizaci¨®n o automatizaci¨®n de los procesos productivos, o la creciente presencia de la inteligencia artificial, tampoco nos lo han puesto f¨¢cil a organismos como los que representamos, que tenemos entre nuestras funciones fundamentales realizar previsiones y trasladar propuestas educativas ¨²tiles para los gobiernos y para las instituciones educativas de nuestra regi¨®n.
Nos gustar¨ªa poder decir que en el desempe?o de nuestro cometido en un contexto con tantos interrogantes hemos descubierto una f¨®rmula taumat¨²rgica capaz de guiar con ¨¦xito nuestros pasos en la oscuridad que se nos avecina. Lamentablemente no es as¨ª, pero s¨ª que tenemos certeza de qu¨¦ instrumentos y estrategias son especialmente ¨²tiles para no errar el camino.
El primero ya nos lo anunciaban nuestros antepasados con el mito de Prometeo: es el fuego de la raz¨®n, del conocimiento. Tenemos que confiar m¨¢s que nunca en la investigaci¨®n y en la generaci¨®n de conocimiento. Avanzar a partir de hechos y evidencias, que nos vayan se?alando cu¨¢l es el mejor camino. Es cierto que circunstancias tan extraordinarias como las actuales, que rompen cualquier serie de datos o dejan sin sentido cualquier prospecci¨®n previa, pueden cegar la v¨ªa que est¨¢bamos siguiendo, pero al menos sabemos exactamente d¨®nde estamos y as¨ª podemos encontrar m¨¢s r¨¢pidamente otro trayecto alternativo.
Una de las consecuencias positivas de esta pandemia es la gran atenci¨®n medi¨¢tica que est¨¢n recibiendo nuestros cient¨ªficos, una profesi¨®n tan reconocida como desconocida en nuestra regi¨®n. Las instituciones cient¨ªficas gozan de una reputaci¨®n elevada en Am¨¦rica Latina, pero la mayor¨ªa de los latinoamericanos no puede mencionar el nombre de ninguna instituci¨®n de I+D local. Los porcentajes m¨¢s altos los encontramos en Uruguay, Costa Rica, Argentina y Colombia, donde entre un tercio y un cuarto de la poblaci¨®n conoce alg¨²n centro de investigaci¨®n.
En los pr¨®ximos meses vamos a seguir muy pendientes de su trabajo, en la b¨²squeda de una vacuna y un tratamiento contra la covid-19. Esperamos que esto contribuya a, al menos, mantener el apoyo inversor a su labor, tanto p¨²blico como privado, pese al contexto econ¨®mico tan adverso que se avecina. El Banco Mundial anunciaba hace unos d¨ªas que Iberoam¨¦rica concluir¨¢ 2020 con una contracci¨®n del 4,6% del PIB, previsi¨®n que mucho nos tememos que sea a¨²n peor. Ser¨ªa conveniente recordar entonces que los pa¨ªses iberoamericanos destinamos el 0,78% de nuestro Producto Interior Bruto a I+D, frente al 2,34% de los pa¨ªses de la OCDE y el 1,93% de la Uni¨®n Europea. Y que tomemos conciencia de que esas cifras condicionan nuestra salida de la crisis e, incluso, que representan un serio riesgo para la salud p¨²blica.
Para concluir, nos gustar¨ªa destacar tambi¨¦n la importancia de buscar buenos compa?eros de viaje cuando uno tiene la intenci¨®n de aventurarse en lo desconocido y de forjar alianzas internacionales. De sumar esfuerzos, recursos, capacidades e inteligencias, para incrementar las posibilidades de ¨¦xito de la expedici¨®n. Es el camino tambi¨¦n que nos se?ala la Agenda 2030 en su ODS n¨²mero 17, que nos anima a construir alianzas estrat¨¦gicas entre quienes compartimos una misma misi¨®n y aspiramos a alcanzar metas parecidas. As¨ª lo hicimos el pasado mes de febrero la OEI y UNESCO-IESALC, cuando firmamos en La Habana un convenio de colaboraci¨®n que oficializ¨® la relaci¨®n de cooperaci¨®n que desde hace tiempo ven¨ªamos desarrollando. Entonces no pod¨ªamos imaginar que el panorama de la educaci¨®n superior, cuyo an¨¢lisis detallado es uno de los primeros proyectos en com¨²n que hemos abordado, se fuera a complicar tanto apenas unas semanas despu¨¦s.
Todo ello no ha hecho sino reafirmar nuestro compromiso de colaborar para reforzar los sistemas cient¨ªficos y tecnol¨®gicos de los pa¨ªses de la regi¨®n; para lograr egresados cualificados listos para incorporarse al mundo productivo y para ofrecer a m¨¢s trabajadores la posibilidad de formarse a lo largo de la vida. Y hacerlo, adem¨¢s, sobre la base de un trabajo riguroso y bien fundamentado, que nos ofrezca la mayor certitud posible ahora que tanta falta nos hace.
Francesc Pedr¨® es director del Instituto Internacional para la Educaci¨®n Superior en Am¨¦rica Latina y el Caribe (UNESCO-IESALC); Mariano Jabonero es secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (OEI).
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