Pactos y alternativas
Quienes formaron la mayor¨ªa que hizo a S¨¢nchez presidente deben ser conscientes de que ahora mismo no tienen otra opci¨®n
No hay crisis capaz de contener a la clase pol¨ªtica. A la que pas¨® el susto inicial reapareci¨® el espect¨¢culo de rabia y resentimiento. No hay debate pol¨ªtico ¡ªque es siempre imprescindible, tambi¨¦n en momentos dif¨ªciles¡ª sino oportunismo, falsedades y obscenos ejercicios de ventajismo especulando con los muertos. Y, sin embargo, no deber¨ªa ser dif¨ªcil llegar a acuerdos sobre aspectos esenciales para salir de la cat¨¢strofe:
Primero: un pacto de desescalada basado en una restituci¨®n, al m¨¢s breve plazo, de las competencias retiradas a las comunidades aut¨®nomas y de los derechos suspendidos de los ciudadanos, con las medidas complementarias para garantizar una gesti¨®n coordinada de la pandemia. Prolongar indefinidamente el estado de alarma es convertir a los ciudadanos en s¨²bditos y puede crear h¨¢bito.
Segundo: una respuesta unitaria frente a las instituciones europeas. Son dos cosas las que est¨¢n en juego: las ayudas para la recuperaci¨®n y la propia Uni¨®n. Y deber¨ªa ser de inter¨¦s com¨²n defenderlas.
Tercero: un acuerdo para la reconstrucci¨®n del pa¨ªs, que debe pasar por un mayor protagonismo de lo p¨²blico en la econom¨ªa y por reforzar la capacidad del Estado de poner l¨ªmites a determinados excesos de los mercados y al descontrol de ciertos sectores econ¨®micos.
Y, sin embargo, todo apunta a que la derecha (PP, Vox) ya tiene el plan de griter¨ªo organizado para tumbar al Gobierno en plena crisis econ¨®mica, en un pa¨ªs cada vez m¨¢s fracturado pol¨ªticamente. Siempre el resentimiento y el odio han estado a flor de piel en la democracia espa?ola. Basta con hacer memoria: ning¨²n presidente ha salido por la puerta grande. Pero en los ¨²ltimos a?os, con el fin del bipartidismo, efecto de las salvajes pol¨ªticas de austeridad aplicadas despu¨¦s de la crisis de 2008 que evidenciaron un d¨¦ficit grave de representaci¨®n, y con el conflicto soberanista catal¨¢n, los actores se han multiplicado y las brechas se han agrandado.
No todo es culpa de los dirigentes pol¨ªticos. Ciertas ¨¦lites econ¨®micas y medi¨¢ticas no quieren una sombra de alternativa al neoliberalismo autoritario en curso. En seis a?os un partido directamente surgido de los movimientos antisistema ¡ªPodemos¡ª se ha convertido en socio de una coalici¨®n de un Gobierno perfectamente constitucional. ?Qu¨¦ m¨¢s quieren? No les basta, algunos lo quieren todo, lo cual es poco compatible con la cultura democr¨¢tica. Y no est¨¢n dispuestos a permitir que la recuperaci¨®n econ¨®mica la dirija un Gobierno de izquierdas, por muy domesticado que est¨¦. Por eso Pablo Casado se empe?a en neutralizar el pacto de reconstrucci¨®n antes de empezarlo.
Por el dinero y por las patrias pasan las l¨ªneas divisorias. Y los que formaron la mayor¨ªa que hizo a Pedro S¨¢nchez presidente, m¨¢s all¨¢ de sus peleas y desencuentros, deben ser conscientes de que ahora mismo no tienen otra alternativa. Negocien y pacten. Salvo que opten por el infantilismo del cuanto peor, mejor.
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