El bot¨®n rojo de la historia
A veces no son los buenos los que cambian a mejor el mundo. Aunque sea sin querer
Cualquier cosa es posible, pero uno de los argumentos m¨¢s efectivos para oponerse, por ejemplo, a una teor¨ªa sobre una conspiraci¨®n a gran escala, perfectamente organizada y mantenida en el tiempo, es un peque?o detalle que, al final, es el mismo que mueve la historia: el factor humano. Est¨¢ demostrado que una y otra vez son las peque?as decisiones de alguien, tomadas por cualquier motivo ¡ªincluyendo el m¨¢s absurdo¡ª, las que desbaratan cualquier previsi¨®n, invierten cualquier estad¨ªstica y cambian el devenir de muchos. Cualquier graduado en conspiraci¨®n deber¨ªa tener siempre en cuenta que la conciencia, la heroicidad, la avaricia, la lujuria o, simplemente, la estupidez de un solo individuo pueden arruinar cualquier cosa. Es como si en el mecanismo de la historia hubiera un bot¨®n rojo que lo cambia todo. Y que de vez en cuando, normalmente por casualidad, es pulsado.
Un ejemplo. Nadie pod¨ªa prever que la decisi¨®n de suicidarse en 2010 de un joven vendedor ambulante tunecino vejado por la polic¨ªa desencadenar¨ªa una avalancha que se llevar¨ªa por delante reg¨ªmenes que parec¨ªan intocables, desencadenar¨ªa guerras, alterar¨ªa el mapa, generar¨ªa oleadas de millones de refugiados que a su vez influir¨ªan en la vida de otras sociedades y otros millones de personas... Claro que hay expertos que, como es habitual, han sido capaces de decirnos a posteriori que esto ya lo ve¨ªan venir por la combinaci¨®n de factores sociales, demogr¨¢ficos, econ¨®micos y geoestrat¨¦gicos. Vale. Pasa constantemente. Adivinos a los que el cliente dice ¡°buenas, vengo a que me averig¨¹e el pasado¡±. Sabemos que Mohamed Bouazizi antes de prenderse fuego expres¨® la humillaci¨®n y frustraci¨®n que sent¨ªa. Excepcionalmente conocemos qu¨¦ pensaba la persona decisiva justo antes de apretar ese bot¨®n rojo que tiene la historia.
Se trata de un bot¨®n traicionero. Quienes lo buscan desesperadamente porque desean activarlo y adem¨¢s lo proclaman abiertamente ¡ªbasta ver algunas campa?as electorales¡ª normalmente no lo consiguen. Por el contrario, ese pulsador se aparece en cualquier momento ante quienes menos se espera. Y no necesariamente se trata de buenos tipos. Pueden no serlo tambi¨¦n. Adem¨¢s, probablemente todos ellos, buenos, malos, inconscientes o insensatos, no sepan ni siquiera que lo est¨¢n apretando.
Todav¨ªa es muy pronto para saber si adem¨¢s de apretar con su rodilla el cuello de George Floyd, el polic¨ªa Derek Chauvin estaba apretando tambi¨¦n ese bot¨®n rojo. Tal vez todo se quede en la en¨¦sima oleada emocional ¡ª¡°Todos somos Darfur, Charlie Hebdo, Barcelona, Etiop¨ªa¡¡±¡ª tan caracter¨ªstica de nuestro tiempo. O quiz¨¢ se produzca ese cambio radical demandado por miles, y los historiadores del futuro no tengan ni idea de la raza de quienes habitaron la Tierra en la mayor parte del siglo XXI simplemente porque fue algo que dej¨® de tener importancia.
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