El arte de llegar tarde
Roy Cohn fue un personaje contradictorio y poli¨¦drico, de esos que tanto juego dan a la hora de referir la salvaje complejidad del ser humano
Si alguna virtud tienen los norteamericanos es que consideran tan s¨®lidas sus ra¨ªces democr¨¢ticas que no le tienen miedo a encarar el pasado y desmenuzarlo a fondo. Al contrario de pa¨ªses como el nuestro, donde la autoridad trata a la poblaci¨®n como menor de edad, all¨ª encaran sus episodios con entereza y bravura. Desvelan secretos oficiales y reescriben su pasado para convertir a algunos h¨¦roes en infames y viceversa. Nadie ignora que viven condicionados por su posici¨®n de poder en el mundo, lo que les permite asociarse al crimen pol¨ªtico y el asesinato selectivo, pero de tanto en tanto se lo cuentan a s¨ª mismos con sorprendente naturalidad. As¨ª llegaron pasado el tiempo al acuerdo nacional para considerar la caza de brujas del senador McCarthy como uno de los episodios m¨¢s indecentes de su posguerra. Entre otras cosas, la ejecuci¨®n en silla el¨¦ctrica del matrimonio Rosenberg bajo la acusaci¨®n de revelar avances at¨®micos a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y tras un juicio ama?ado, pertenece a ese periodo vergonzante. Es ah¨ª donde curti¨® sus primeras armas el abogado Roy Cohn, un personaje para el que ha llegado la hora de la verdad.
Hace a?os, la obra de teatro ?ngeles en Am¨¦rica le reserv¨® un papel estelar. Al autor, Tony Kushner, le intrigaba ese abogado de los ricos y los mafiosos, duro, descarado y hedonista. Su muerte por sida desvel¨® una homosexualidad que se esforzaba en ocultar, pues re?¨ªa con los valores que entonces encarnaba la derecha econ¨®mica para la que ¨¦l trabajaba con salvaje entrega. Ya en los tiempos de McCarthy hab¨ªa sido ayudante en la persecuci¨®n inquisidora donde todo val¨ªa contra el comunismo, pero arrastr¨® al senador por sus tejemanejes para interceder entre los mandos militares para que a un amigo demasiado ¨ªntimo se le diera tratamiento preferente durante los meses de su servicio militar. Cohn fue un icono de la movida neoyorquina, fijo del fatuo Studio 54, a cuyos due?os defend¨ªa en los pleitos por tr¨¢fico de drogas. Un personaje contradictorio y poli¨¦drico, de esos que tanto juego dan a la hora de referir la salvaje complejidad del ser humano.
Es recomendable acercarse a figuras as¨ª, ahora se puede hacer a trav¨¦s de un documental en HBO. Y m¨¢s en estos tiempos donde la libertad sexual a¨²n se raciona. Ojal¨¢ que al tratar la historia de Espa?a fu¨¦ramos capaces de darle sentido a momentos tan absolutamente delirantes como cuando el PP en la oposici¨®n denunci¨® con Rajoy la ley de matrimonio homosexual ante el Tribunal Constitucional y, mientras se inflamaba el conflicto, sus cargos homosexuales festejaban sin rubor sus merecidas bodas entre invitados del partido. Cuando caen las caretas, el mundo se comprende en todas las dimensiones. McCarthy termin¨® censurado y reprobado por el propio Senado, alcoholizado y se?alado como un ser da?ino para la democracia. Cohn falleci¨® como siempre hab¨ªa so?ado, dejando una deuda enorme a la Hacienda norteamericana, a la que despreciaba por encima de todas las cosas. Su trabajo de abogado para grandes clientes, un joven Trump entre ellos, hab¨ªa consistido en eludir impuestos y pleitear contra la administraci¨®n. Eso s¨ª, se someti¨® a una cura experimental que entonces desarrollaba el departamento de salud y que termin¨® por dar con un tratamiento contra la enfermedad. ?l lleg¨® tarde. Llegar tarde es la especialidad de algunos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.