Una estrategia contra el cambio clim¨¢tico
El Plan de Energ¨ªa y Clima deber¨ªa proponer una reforma fiscal medioambiental y un reparto de los sobrecostes de las renovables entre todas las fuentes de energ¨ªa y no solamente sobre la electricidad
Tras la crisis de la covid-19, las inversiones necesarias para la lucha contra el cambio clim¨¢tico han dejado de ser vistas como un coste, para ser vistas como una oportunidad para reactivar el empleo y la econom¨ªa. As¨ª, el acuerdo alcanzado en el Consejo Europeo exige que un 30% de los fondos aprobados se destine a proyectos relacionados con el clima.
Para ponernos en el contexto debido, hay que recordar que en 2019 la Comisi¨®n Europea aprob¨® un paquete de objetivos en materia de reducci¨®n de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), producci¨®n renovable y ahorro energ¨¦tico para el a?o 2030, como paso intermedio para alcanzar el objetivo de lograr la neutralidad clim¨¢tica (es decir, emisiones netas nulas a la atm¨®sfera) de aqu¨ª a 2050. Cada uno de los Estados miembros ha presentado un Plan Nacional Integrado de Energ¨ªa y Clima 2020-2030 (PNIEC), con sus respectivos compromisos nacionales, que la Comisi¨®n Europea est¨¢ evaluando en estos momentos para determinar si la suma de dichos planes resulta suficiente para cumplir con los objetivos comunitarios.
El PNIEC presentado por el Gobierno espa?ol se caracteriza por plantear unos objetivos m¨¢s ambiciosos que la media europea, con subvenciones a m¨²ltiples actuaciones de promoci¨®n de las energ¨ªas renovables, el ahorro energ¨¦tico y la electrificaci¨®n de la econom¨ªa. Para ello, el PNIEC prev¨¦ movilizar 241.000 millones en inversiones entre 2021 y 2030.
Se trata, como resulta evidente, de una cantidad considerable. Pero sus efectos positivos sobre el empleo y el PIB pueden verse contrarrestados si ese dinero no se dedica a las actuaciones que m¨¢s valor crean. Esto significa que deber¨ªamos hacer una mayor inversi¨®n en aquellas ¨¢reas en las que disfrutamos de una ventaja comparativa con respecto al resto de pa¨ªses europeos, y un menor esfuerzo en el resto.
En Espa?a, por ejemplo, las inversiones en instalaciones solares y e¨®licas son m¨¢s rentables que en el resto de Europa gracias a que tenemos mejores condiciones de sol y viento. En contraste, las inversiones en aislamiento t¨¦rmico de edificios son menos rentables porque el clima es m¨¢s suave que en el resto de Europa y el aislamiento proporciona menos ahorro. Por ello, lo l¨®gico ser¨ªa apostar por mayores inversiones en energ¨ªas renovables y menos en ahorro energ¨¦tico.
El PNIEC prev¨¦ que dentro de 10 a?os la producci¨®n de electricidad de origen renovable equivaldr¨¢ a un 91% de la demanda de electricidad, y esto hace que la electrificaci¨®n de la econom¨ªa sea la piedra angular de la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Esto implica que deberemos sustituir el consumo de combustibles f¨®siles (gas natural y derivados del petr¨®leo) por una electricidad producida con fuentes cada vez m¨¢s renovables. Sin embargo, aunque el 100% de la electricidad fuera renovable, estar¨ªamos muy lejos de una econom¨ªa descarbonizada; y la raz¨®n es que la electricidad solo representa en la actualidad el 25% de toda la demanda de energ¨ªa final en nuestro pa¨ªs. Pero dif¨ªcilmente los consumidores van a optar por sustituir combustibles f¨®siles por electricidad mientras ¨¦sta siga estando gravada con costes ajenos al suministro e impuestos que pr¨¢cticamente multiplican por dos el coste de consumir electricidad en los hogares.
Por ello, la primera tarea que deber¨ªa abordar el PNIEC deber¨ªa ser una reforma fiscal medioambiental, para limpiar las tarifas el¨¦ctricas. Los elementos b¨¢sicos de la reforma fueron expuestos por la Comisi¨®n de Expertos de Transici¨®n Energ¨¦tica en 2018. Esta comisi¨®n mostr¨® que actualmente el gas natural y los derivados del petr¨®leo est¨¢n subvencionados porque los impuestos especiales que soportan no cubren la totalidad de los costes que inducen (tales como los da?os ambientales y el coste de las infraestructuras viarias).
La reforma deber¨ªa crear impuestos a todos los productos energ¨¦ticos de forma proporcional a sus respectivas emisiones de gases contaminantes y repartir los sobrecostes de las renovables entre todas las fuentes de energ¨ªa (no solamente sobre la electricidad, como es el caso en la actualidad), para dejar de sesgar las decisiones de los consumidores a favor de los hidrocarburos.
Si esta reforma no se lleva a cabo, el Gobierno se ver¨¢ obligado a promover el ahorro energ¨¦tico y la electrificaci¨®n de la econom¨ªa mediante subvenciones al aislamiento t¨¦rmico o la adquisici¨®n de equipos el¨¦ctricos tales como bombas de calor. Pero, por mucho que esas subvenciones se dise?en correctamente (en funci¨®n de la contribuci¨®n de cada actuaci¨®n a cada uno de los objetivos), supondr¨¢n una carga para los Presupuestos Generales del Estado. Por lo tanto, o bien el Gobierno acomete una reforma que deje de penalizar el consumo de electricidad, o finalmente deber¨¢ dedicar una mayor cantidad de recursos de los Presupuestos Generales del Estado a subvencionar actuaciones por parte de hogares y empresas para avanzar en la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
De hecho, estamos en un buen momento para acometer una reforma en este sentido, porque la crisis de la covid-19 ha reducido los precios del gas y de los derivados del petr¨®leo a niveles que har¨ªan socialmente admisible corregir las distorsiones e imputarles los costes medioambientales que ocasionan, aunque ello redunde en una subida de los precios de los combustibles f¨®siles (y una bajada en el precio de la electricidad). Tal como propon¨ªa la Comisi¨®n de Expertos, cabr¨ªa eximir a conductores profesionales, agricultores y pescadores de esta reforma, para no incrementar sus costes.
Es verdad que el PNIEC reconoce la conveniencia de llevar a cabo una reforma en este sentido, pero el documento es demasiado ¡°t¨ªmido¡±, ya que se limita a asignar a Hacienda la responsabilidad de liderar el an¨¢lisis. Esto no permite augurar grandes reformas, porque la prioridad de Hacienda es la efectividad y facilidad de la recaudaci¨®n, y no la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
La crisis de la covid-19 nos obliga a ser m¨¢s cuidadosos en cuanto a la elecci¨®n de objetivos y actuaciones, por las limitaciones financieras, pero tambi¨¦n nos obliga a ser m¨¢s valientes en cuanto a las reformas para maximizar la efectividad de la lucha contra el cambio clim¨¢tico, y esto incluye necesariamente una reforma fiscal medioambiental. Si bien la lucha contra el calentamiento del planeta no puede estar liderada por el Ministerio de Hacienda, tanto el Ministerio de Econom¨ªa como el de Hacienda pueden hacer una importante contribuci¨®n en la transici¨®n energ¨¦tica vigilando que los objetivos medioambientales se alcancen con el menor gasto y la mayor creaci¨®n posible de empleo.
?scar Arnedillo Blanco es director gerente de NERA. Jorge Sanz Oliva es director asociado de NERA y fue presidente del Grupo de Expertos para la Transici¨®n Energ¨¦tica.
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