El regreso del terror
En la frontera entre Colombia y Venezuela se vive una verdadera anarqu¨ªa con decenas de organizaciones criminales que se disputan el poder
En cuesti¨®n de pocos d¨ªas se presentaron cuatro masacres en Colombia. Lo m¨¢s complejo se vivi¨® en la frontera con Venezuela, en el departamento de Norte de Santander, y en el sur del departamento de C¨®rdoba. En este ¨²ltimo lugar, en el municipio de San Jos¨¦ de Ur¨¦, se presentaron dos masacres con algunas horas de diferencia. A todo este fen¨®meno se le suma una serie de ataques a la Fuerza P¨²blica, que han dejado varios soldados heridos y muertos, as¨ª como enfrentamientos entre grupos criminales que han durado d¨ªas. Una situaci¨®n que no se ve¨ªa hacia varios a?os. Las masacres hab¨ªan disminuido fuertemente y los ataques grandes a la Fuerza P¨²blica hab¨ªan ca¨ªdo casi que a cero desde la firma del acuerdo de paz entre el Estado Colombiano y la entonces guerrilla de las FARC, ahora convertida en partido pol¨ªtico.
En el caso del sur de C¨®rdoba, la disputa que desangra la zona desde hace dos a?os parece no detenerse, all¨ª una guerra entre grupos neoparamilitares se ha cobrado la vida de decenas de personas, ha dejado desplazadas a centenares y, sobre todo, una violencia con sevicia que no se ve¨ªa hace a?os. El Clan del Golfo y Los Caparrapos se disputan m¨¢s de una decena de municipios. Para el caso de Norte de Santander, se vive una verdadera anarqu¨ªa criminal, decenas de organizaciones criminales se disputan metro a metro el poder. Lo m¨¢s delicado se vive entre la guerrilla del ELN y el grupo neoparamilitar de los Rastrojos. Este ¨²ltimo ha sido el responsable de las ¨²ltimas tres masacres en la zona. No se debe olvidar que los Rastrojos se hicieron famosos hace poco m¨¢s de un a?o, ya que fue el grupo criminal que ayud¨® a Juan Guaid¨® a pasar de Venezuela a Colombia, para el famoso concierto de la frontera.
Disputas como estas se viven en al menos seis zonas del pa¨ªs, y todo parece indicar que se est¨¢ produciendo un fen¨®meno que se conoce como empate t¨¦cnico negativo. Es decir, ninguna de las organizaciones criminales o grupos armados ilegales es lo suficientemente fuerte como para imponerse sobre los dem¨¢s. Esa situaci¨®n lleva a que se est¨¦ recurriendo a la violencia sobre la poblaci¨®n civil o sobre lo que los enemigos consideran su base social. Por ello, el aumento de la violencia contra la poblaci¨®n civil. Dicho empate t¨¦cnico negativo provocar¨¢ la degradaci¨®n de la violencia y una agon¨ªa larga de por lo menos otro a?o de disputa criminal.
En medio de esta situaci¨®n, preocupa la falta de operatividad de las fuerzas militares y lo que muchos analistas llaman una par¨¢lisis institucional. Esto se estar¨ªa presentando desde hace un buen tiempo, pero nadie tiene una explicaci¨®n convincente de lo que pasa. Lo cierto es que parecen incapaces de controlar el incremento de la violencia en varias regiones del pa¨ªs.
Adem¨¢s de la situaci¨®n de disputa criminal, el asesinato de l¨ªderes sociales no se detiene, al igual que el asesinato de los firmantes de la paz o excombatientes. De estos ¨²ltimos, son m¨¢s de 200 los asesinados desde la firma del acuerdo de paz. Es tan preocupante la situaci¨®n que la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP) orden¨® acciones inmediatas para su protecci¨®n. Cada muerto regresa m¨¢s gente de la entonces guerrilla de las FARC a las armas, es decir, a las disidencias. Los exguerrilleros se sienten totalmente desprotegidos.
En materia de seguridad, nada le ha funcionado al Gobierno de Iv¨¢n Duque. Lo que parece claro, por otro lado, es que en varias regiones del pa¨ªs la violencia ahora se enfocar¨¢ contra la poblaci¨®n civil, lo que hace necesario medidas de protecci¨®n inmediatas para parar un ba?o de sangre. Lo m¨¢s complicado se vive en la frontera entre Colombia y Venezuela.
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