Una mayor¨ªa para la reconstrucci¨®n
Son muchas las urgencias a atender y no se trata de priorizar a unas contra otras sino de anticipar los efectos de mayor calado de una peculiar crisis que ha encontrado en la pandemia el culpable perfecto
El Gobierno entra a corregir ¡ªque no a revocar¡ª la ley de reforma laboral del PP de Mariano Rajoy. Me gustar¨ªa poder deducir de esta decisi¨®n dos cosas: que se van asumiendo las prioridades del futuro inmediato y que, en funci¨®n de ellas, se empieza pensar que lo mejor que podr¨ªa ocurrir ser¨ªa la restauraci¨®n de la mayor¨ªa de la investidura con alguna incorporaci¨®n complementaria.
Son muchas las urgencias que se deben atender y no se trata de priorizar a unas contra otras sino de anticipar los efectos de mayor calado de una peculiar crisis que ha encontrado en la pandemia el culpable perfecto, pero que en realidad s¨®lo ha conseguido radicalizar fracturas y desajustes ya en curso. La crisis actual engarza con la de 2008, con efectos demoledores para las generaciones m¨¢s j¨®venes. Las que est¨¢n iniciando el proceso de socializaci¨®n y las que se est¨¢n estrellando a la hora de la emancipaci¨®n y de la construcci¨®n de un futuro aut¨®nomo. Dos datos que son se?ales de alerta que no permiten mirar a otro lado: el 39% de las personas sin estudios b¨¢sicos que tiene este pa¨ªs ¡ªde las que el despliegue nihilista de los a?os del cambio de siglo tiene buena parte de culpa¡ª y la edad de emancipaci¨®n de los j¨®venes espa?oles, r¨¦cord mundial en retraso, por encima de los 30 a?os.
Si los pol¨ªticos quieren realmente actuar sobre la brecha de las desigualdades, si se quiere evitar que la ¨²ltima fase de la resaca de la covid-19 sea el desempleo de masas con la correspondiente emergencia social, y si de verdad se aspira a una reconstrucci¨®n solvente y equilibrada del pa¨ªs, los j¨®venes deber¨ªan ser la prioridad, con tres problemas en primera l¨ªnea: la educaci¨®n, el empleo y la vivienda. Los datos de marginaci¨®n infantil y juvenil empiezan a ser escalofriantes como para no dilatar m¨¢s las actuaciones. Una realidad que marcar¨¢ sus destinos y que, a su vez, genera efectos de exclusi¨®n en cadena en las diferentes franjas de edad y aboca al precipicio a las familias que se hab¨ªan sentido clase media. La izquierda siempre ha tenido dificultades para conectar con los ciudadanos que pierden pie y que vienen siendo ¡ªen toda Europa¡ª terreno abonado para la extrema derecha. Ante la desesperaci¨®n, cualquier promesa que se?ale con el dedo a los chivos expiatorios, los inmigrantes, por supuesto, y que alimente el camelo de la redenci¨®n patri¨®tica tiene cuerda.
La pandemia ha abierto en canal el sistema educativo. Y hay que hacer todo lo necesario para que una generaci¨®n no entre en retraso de dif¨ªcil recuperaci¨®n tanto de la socializaci¨®n como de la formaci¨®n y el aprendizaje. Trabajo y vivienda van juntos: sin ellos no hay emancipaci¨®n posible. El abismo de la marginalidad asoma. La agenda de hoy pasa por garantizar el derecho a la vivienda y por no permitir el descontrol del empleo. Nos jugamos el futuro y probablemente la democracia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.