Controlar al controlador
La obsesi¨®n medi¨¢tica con Iv¨¢n Redondo es desmedida, pero lo cierto es que se encomienda al Ejecutivo una tarea con amplias zonas grises que pueden dar lugar a abusos m¨¢s o menos marcados
En pol¨ªtica lo m¨¢s dif¨ªcil suele ser la elecci¨®n del momento oportuno para adoptar una determinada decisi¨®n. Seguro que en el Gobierno se habr¨¢n acordado de esta m¨¢xima al percibir que la aprobaci¨®n de su orden ministerial de ¡°actuaci¨®n contra la desinformaci¨®n¡± ha resultado coincidir, precisamente, con una de las m¨¢s descaradas campa?as de desinformaci¨®n que hemos visto en un pa¨ªs democr¨¢tico, la promovida por Trump para poner en cuesti¨®n la limpieza del proceso electoral estadounidense. Porque, y este es el punto decisivo, su caracter¨ªstica fundamental no es que sea instada por alguna potencia extranjera, sino que parte del poder mismo. Seguro que hay tambi¨¦n bots o mensajes de alg¨²n que otro pa¨ªs interesado en la desestabilizaci¨®n, pero estos coinciden en todo caso con lo impulsado desde la Casa Blanca. Ya ven, el momento para poner en marcha la regulaci¨®n sobre el tema no es el id¨®neo.
Todos sabemos, sin embargo, que algo hay que hacer para defendernos de este tipo de intromisiones, el problema no es el qu¨¦, la exigencia de establecer mecanismos coordinados de prevenci¨®n y respuesta frente a estas campa?as, es el c¨®mo hacerlo. Lo sabe bien el Gobierno, porque las mismas razones que ahora lo motivan para llevarlo adelante fueron las que en su momento hicieron que lo intentara el Gobierno de Rajoy, el requerimiento de la UE para abordar esa cuesti¨®n. Y quienes ahora lo promueven fueron los mismos que en su d¨ªa pusieron el grito en el cielo cuando desde la oposici¨®n criticaron la pretensi¨®n de establecer lo que entonces ya se llam¨® ¡°Ministerio de la Verdad¡±. Lo gracioso es que sea la actual oposici¨®n la que se rasgue las vestiduras porque el Gobierno haga ahora lo que ellos tambi¨¦n pretendieron. En fin, la posici¨®n objetiva condiciona la forma de ver el mundo, que dir¨ªa el viejo Marx.
Insisto, que se trate de un serio y urgente asunto de seguridad nacional creo que nadie lo discute, y por eso mismo fue impulsado en 2018 desde el mismo Consejo Europeo. Pero a nadie se le escapa tampoco lo delicado de la tarea, el penetrar, ni m¨¢s ni menos, que en el resbaladizo campo de la libertad de informaci¨®n y opini¨®n. Pero no solo por eso. Es sencillo definir cu¨¢ndo estamos en presencia de una campa?a hostil promovida desde una potencia extranjera para interferir en unas elecciones, por ejemplo, pero imaginemos que aquella coincida con el inter¨¦s de quien ostente el gobierno ¡ªcomo en el caso de Trump¡ª. Si es as¨ª, ?se actuar¨¢ con la misma contundencia?
Todo revierte al final sobre lo mismo, sobre el viejo problema de quien controla al controlador, que es tambi¨¦n donde, por lo que he visto, se fijan todas las cr¨ªticas. Me parece desmedida la obsesi¨®n medi¨¢tica con Iv¨¢n Redondo, de quien depender¨ªa la direcci¨®n de la famosa Comisi¨®n. Pero lo cierto es que se encomienda al ejecutivo una tarea con amplias zonas grises que pueden dar lugar a abusos m¨¢s o menos marcados. ?Es suficiente garant¨ªa el hecho de que se incorporen tambi¨¦n a la Comisi¨®n Permanente los medios de comunicaci¨®n y la sociedad civil? O quiz¨¢ lo decisivo, ?qu¨¦ papel va a jugar en esto el Parlamento? El Congreso deber¨ªa ser el custodio ¨²ltimo, el controlador de los controladores.
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