Ahora luz de gas
Sin elecciones libres o implosi¨®n castrense, hay r¨¦gimen bolivariano para rato en Venezuela
La dominaci¨®n chavista de los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y militar peligrar¨¢ cuando los ranchos metropolitanos se harten de pasar hambre y arrasen a su paso, como en el Caracazo de 1989. La oposici¨®n lo intent¨® todo desde que Hugo Ch¨¢vez alcanz¨® la presidencia e impuso sus tesis, legitimadas por las sucesivas victorias electorales y transformadas en el vadem¨¦cum de un autoritarismo que no depende de la legitimaci¨®n de las urnas para mantenerse en el poder. Ni el golpe petrolero de 2002, ni las abstenciones, ni las marchas, ni la coalici¨®n con el belicismo de Trump lograron su objetivo. Sin elecciones libres o implosi¨®n castrense, hay r¨¦gimen bolivariano para rato.
El movimiento antigubernamental fracasar¨¢ mientras siga tropezando con la piedra de la desuni¨®n y menosprecie el arraigo de Ch¨¢vez en la memoria de los pobres, ahora casi todos, que le votaron una y otra vez porque mejor¨® sus vidas y autoestima. No votan por Maduro, pero tampoco se suman a las insurrecciones callejeras convocadas por la oposici¨®n mayoritaria, que perciben adinerada, clasista y alejada de sus preocupaciones.
Ser oposici¨®n en Venezuela no es f¨¢cil cuando las instituciones del Estado se movilizan en contra y las convocatorias al di¨¢logo son maniobras para aparentar buena voluntad y consolidar poder. La consulta popular impulsada por Guaid¨® se antoja tan irrelevante como el Parlamento resultante del simulacro. M¨¢s de lo mismo. Pero el efecto movilizador de la denuncia de que Venezuela ha sido secuestrada por una dictadura corrupta es nulo en las barriadas, que se encogen de hombros o se?alan a los delincuentes refugiados en las filas de la oposici¨®n.
El v¨¦rtice al mando pedir¨¢ ahora el levantamiento de sanciones a cambio de luz de gas. Sin sindicatos ni asociaciones civiles fuertes, con el sistema de partidos pulverizado, una sociedad desorganizada no puede imponer cambios en la agenda del r¨¦gimen. Al hist¨®rico parasitismo petrolero corresponden las culpas de la ausencia de una masa cr¨ªtica capaz de ejercer de contrapoder.
Unas elecciones homologables facilitar¨ªan la reconstrucci¨®n nacional, pero el Gobierno no las convoca porque las perder¨ªa derrotado por la ¨²nica coalici¨®n agigantada: la constituida por los electores cohesionados en las colas de las gasolineras y los centros de abastecimiento, durante los cortes de agua y gas dom¨¦stico, dependientes de la caridad. Ser¨ªan ganadas por las v¨ªctimas del hundimiento de los servicios, por los nacionales cansados de la matraca de que la patria sufre porque el imperialismo la atormenta.
Inculpable por acci¨®n u omisi¨®n, la oposici¨®n es un sonajero de egos y errores. La designaci¨®n de Ramos Allup al frente del Parlamento, hace cuatro a?os, fue uno fundamental. Equivocando la correlaci¨®n de fuerzas, abri¨® el hemiciclo con un puntapi¨¦ al retrato de Bol¨ªvar: la excusa perfecta de sus id¨®latras para anular la c¨¢mara. De aquellos fallos, y de otros m¨¢s, estos lodos liberticidas.
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