Un desastre
Necesitamos lo que no necesitamos con urgencia, ahora, en este mismo instante. ?Y lo esencial? A lo esencial hemos renunciado
Entregas ultrarr¨¢pidas: he ah¨ª la clave del ¨¦xito. ?Por qu¨¦? Porque lo necesitamos todo ya. Necesitamos lo que no necesitamos con urgencia, ahora, en este mismo instante. ?Y lo esencial? A lo esencial hemos renunciado. Para lo esencial no tenemos prisa alguna. Entregamos lo no esencial en el plazo de un d¨ªa; en el de dos horas, si est¨¢ usted suscrito al servicio premium. El objetivo de la rapidez, a ver si vamos entendi¨¦ndonos, no es otro que el de calmar la ansiedad. Est¨¢ uno sin vivir en s¨ª, revolvi¨¦ndose en el sof¨¢ con el mando de la tele en la mano, y llaman a la puerta. Servicio de mensajer¨ªa. Resulta que te traen una idiotez, pero se trata de una idiotez que moment¨¢neamente te proporciona un poco de sosiego. El problema es que la rapidez crea adicci¨®n y cada d¨ªa necesitas m¨¢s velocidad para obtener los mismos efectos calmantes.
Todo patas arriba: solicit¨¦ a trav¨¦s de Internet que me trajeran Guerra y paz, pero que me la trajeran despacio, pues quer¨ªa paladear el deseo de tener entre mis manos una nueva edici¨®n de esa novela, ya que las de mi biblioteca est¨¢n muy desgastadas. Apenas hab¨ªa empezado a disfrutar la espera cuando son¨® la puerta. Cre¨ª que era la pizza que hab¨ªa pedido un cuarto de hora antes, pero result¨® ser la novela de Tolst¨®i (la pizza a¨²n no ha llegado). Me dio un poco de agobio, pues soy bastante antiguo y me parece que entre el deseo y su consecuci¨®n deber¨ªa haber un espacio parecido al que se da entre la v¨ªspera y la fiesta. Ese espacio fant¨¢stico se encuentra ya en v¨ªas de extinci¨®n.
Total, que me puse a leer la novela con la misma ansiedad con la que me la hab¨ªan servido y no la disfrut¨¦. Pasaba las hojas como el que zapea compulsivamente en busca de s¨ª mismo. Y no me hallaba.
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