¡®Filomena¡¯, una cara m¨¢s del cambio clim¨¢tico
Se tiende a asociar el cambio clim¨¢tico con las olas de calor, olvidando que tambi¨¦n provoca una sucesi¨®n de fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos de caracter¨ªsticas distintas
Hace ahora dos a?os, ante una de esas grandes nevadas que asolan de vez en cuando Estados Unidos, Donald Trump se preguntaba: ¡°?D¨®nde est¨¢ el cambio clim¨¢tico cuando se le necesita?¡±. No es de extra?ar que alguien de su naturaleza no alcanzase a verlo. Ese a?o marc¨® r¨¦cords de huracanes en el Atl¨¢ntico, de intensidad superior a la habitual, se dio el mayor n¨²mero de tormentas simult¨¢neas, se marc¨® la m¨¢s alta temperatura absoluta del aire jam¨¢s medida (54,6) e incluso se vivieron un par de medicanes, es decir, huracanes mediterr¨¢neos, fen¨®menos clim¨¢ticos absolutamente inusuales. Trump, con su ignorancia, habr¨ªa necesitado tener a alguien cerca que, parafraseando al asesor de Clinton, le hubiera espetado: ¡°?Es el cambio clim¨¢tico, est¨²pido!¡±.
En Espa?a, hace casi un a?o mir¨¢bamos at¨®nitos c¨®mo desaparec¨ªa el delta del Ebro bajo la furia de la borrasca Gloria, el temporal m¨¢s duro que han sufrido Espa?a y el sur de Francia en los ¨²ltimos 40 a?os. Ahora, Filomena est¨¢ dejando las mayores nevadas registradas en la Pen¨ªnsula durante el ¨²ltimo medio siglo y ha pulverizado el r¨¦cord de temperatura m¨ªnima con -35,6? en Vega de Liordes, Le¨®n. Ambas tormentas son manifestaciones de un clima extremo e inestable que est¨¢ batiendo r¨¦cords cada vez m¨¢s deprisa.
Pese a estas evidencias, se tiende a asociar el cambio clim¨¢tico con las olas de calor, olvidando que el cambio del clima resulta en una sucesi¨®n de fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos de caracter¨ªsticas distintas: olas de fr¨ªo, de calor, huracanes, etc¨¦tera.
?C¨®mo combinan fr¨ªo extremo y calor creciente? La conexi¨®n no es directa, pero es indudable. El calentamiento trae consigo un debilitamiento de la ¡°corriente en chorro¡±, esa corriente de aire que se da en la estratosfera y permite separar las regiones polares de las templadas. Dicho debilitamiento favorece la formaci¨®n de ¡°vaguadas¡±, ¨¢reas anticicl¨®nicas que se forman debido al ascenso de aire c¨¢lido y h¨²medo. De esta forma, grandes masas de aire fr¨ªo provenientes del norte entran en contacto con masas de aire c¨¢lido y h¨²medo provenientes del sur. Por un lado se obtienen r¨¦cords de bajas temperaturas provocados directamente por ese aire fr¨ªo que cada vez llega a latitudes m¨¢s sure?as y, por otro, se obtienen precipitaciones hist¨®ricas, en forma de lluvia o de nieve.
No tenemos a¨²n certeza estad¨ªstica para afirmar que la frecuencia de olas de fr¨ªo ha aumentado, pero s¨ª su crudeza. Es muy probable que a medida que se re¨²nan series temporales m¨¢s largas, vayamos comprobando tambi¨¦n cambios en la frecuencia de olas y temporales de fr¨ªo en el hemisferio Norte. Algo as¨ª ocurri¨® en las ¨²ltimas d¨¦cadas con los huracanes. Hace 20 a?os, lo que sab¨ªamos de su conexi¨®n con el cambio clim¨¢tico era d¨¦bil debido a la fuerte variabilidad interanual del clima, pero a medida que se fueron obteniendo m¨¢s datos, la conexi¨®n se confirm¨®.
No deber¨ªamos distraernos mucho esperando m¨¢s informaci¨®n. Herbert Simon, premio Nobel de Econom¨ªa en 1978, explic¨® magistralmente c¨®mo la racionalidad de muchas de las decisiones que afectan a nuestra vida es siempre limitada, tanto por factores psicol¨®gicos como por la falta de disponibilidad de informaci¨®n perfecta. Sin embargo, eso no nos impide actuar.
Los efectos del cambio clim¨¢tico y de la destrucci¨®n de nuestros ecosistemas tienen mucha inercia: persisten durante un largo per¨ªodo de tiempo aunque cesen las causas que los originaron. Los pr¨®ximos a?os tendremos que resistir los golpes de nuevas filomenas, que afectar¨¢n seriamente a nuestra seguridad y nuestra econom¨ªa. Necesitamos aumentar la inversi¨®n para adaptarnos a este nuevo entorno a la par que construir un modelo m¨¢s sostenible. El programa Next Generation puede ser la gran oportunidad.
Aunque falta mucho por conocer, las evidencias son lo suficientemente contundentes como para no dilatar las decisiones ni las inversiones. Los informes que han alertado sobre las consecuencias de traspasar los l¨ªmites del planeta parecen el guion de una serie dist¨®pica que estos d¨ªas estrena un nuevo cap¨ªtulo rodado en las calles de muchas ciudades espa?olas.
No es solo una cuesti¨®n de voluntad pol¨ªtica. La transformaci¨®n para llegar a un acuerdo de paz con nuestro planeta, como d¨ªas atr¨¢s propusiera el secretario general de la ONU, requiere un enorme esfuerzo de colaboraci¨®n p¨²blica, privada y social. En estos ¨²ltimos meses hemos aprendido mucho de misiones colectivas que nos obligan a ir al l¨ªmite de lo posible, como el desarrollo de la vacuna. Cuando junto a la urgencia creamos el est¨ªmulo y las condiciones para cooperar entre saberes, organizaciones y pa¨ªses, tenemos una gran capacidad para escribir el guion de nuestro futuro.
Fernando Valladares es cient¨ªfico del CSIC y profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos. Carlos Mataix es profesor titular de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid y director del itdUPM. Cristina Monge es polit¨®loga, profesora de Sociolog¨ªa en la Universidad de Zaragoza.
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