Vuela bajo Fernando Sim¨®n

El pulso entre las responsabilidades de gobiernos y ciudadanos funciona si ambas partes se respetan. Ni el Gobierno debe tratar a la poblaci¨®n como a ni?os a los que enga?ar y rega?ar (como si esto no fuera tambi¨¦n cuestionable), ni los ciudadanos debemos esperar que los gobernantes nos resuelvan hasta la nieve que se acumula en nuestro trocito de acera.

Fernando Sim¨®n, director del Centro de Coordinaci¨®n de Alertas y Emergencias de Sanidad, se atrevi¨® al inicio de la pandemia a infravalorar el peligro, a asegurar que habr¨ªa escasos casos, que no hac¨ªa falta cerrar colegios, ni tampoco mascarillas. Algunos de sus atrevimientos, impropios de quien debe coordinar las emergencias y no jugar a adivino, a comentarista o a coacher de la poblaci¨®n, fueron infaustamente corregidos por los hechos y por su particular forma de desdecirse como, por ejemplo, cuando reconoci¨® que el problema hab¨ªa sido que no hab¨ªa mascarillas para todos. Se ve que no pod¨ªamos asumir esa verdad.

Desde el principio, al Gobierno y especialmente a Fernando Sim¨®n les ha sobrado una infantilizaci¨®n de la sociedad que no tiene explicaci¨®n, o al menos no convincente. Sociedades que han recibido informaci¨®n certera, grave, sin esconder peligros, como en Alemania o en Suecia han reaccionado como sociedades adultas, seg¨²n han analizado expertos en comunicaci¨®n.

La ¨²ltima entrega de esta infantilizaci¨®n es la rega?ina que nos ech¨® Sim¨®n el lunes al acusarnos de flexibilizar tanto los contactos que nos hemos contagiado en masa. Como sacerdote en misa. El Gobierno no se ha equivocado, no, con unas medidas laxas que permit¨ªan viajes, reuniones de diez personas o toques de queda hasta la 1.30, restringidas en algunos puntos por algunas regiones, mientras otros pa¨ªses suspend¨ªan pr¨¢cticamente las navidades familiares. Nos hemos equivocado los ciudadanos. Nos hemos portado mal.

¡°La evoluci¨®n que estamos observando es un problema del comportamiento que hemos tenido estos d¨ªas, hemos pasado unas vacaciones de navidad mejores de lo que pod¨ªamos o deb¨ªamos y ahora estamos observando los resultados¡±, dijo Sim¨®n a una sociedad que a¨²n contiene el aliento por sus seres queridos, su puesto de trabajo o su propia salud.

Reconozc¨¢moslo: vuela bajo la argumentaci¨®n de Sim¨®n, que ahora nos pasa la factura verbal de la tercera ola como si no se diera cuenta de que una mayor¨ªa de la poblaci¨®n exige y est¨¢ preparada para m¨¢s medidas. Es de desear que acabe con el chascarrillo, con la rega?ina y la infantilizaci¨®n; que el Gobierno alce el vuelo y establezca marcos m¨¢s estrictos. En general, sabemos contar comensales, cumplir las normas y hasta recoger la nieve.

Los ni?os, por cierto, tampoco necesitan enga?os, sino la verdad.