Democracia inclusiva
No se puede permitir que amplios sectores se sientan sin reconocimiento y queden al albur de cualquier proyecto autoritario. Y eso no se resuelve excluyendo
Pasqual Maragall ha cumplido 80 a?os. Y no puedo evitar un cierto ataque de melancol¨ªa. Se echan de menos en la pol¨ªtica actual personajes portadores de un proyecto poderoso en ideas pero sin rigideces ideol¨®gicas, capaces de transcender el estrecho ¨¢mbito del partidismo y dirigirse m¨¢s all¨¢ de los suyos, buscando siempre ampliar el campo de juego y reducir en lo posible las barreras.
La pandemia ha agrandado el horizonte dist¨®pico de un mundo en que el acelerado proceso de globalizaci¨®n ha dejado muchas brechas por el camino y ha impuesto una hegemon¨ªa ideol¨®gica que pretende la externalizaci¨®n de todo juicio moral y pol¨ªtico a los mercados. No es sobrero recordar una voz de la ¨¦poca cl¨¢sica del liberalismo, John Stuart Mill: ¡°La idea de una sociedad en la que los v¨ªnculos son las relaciones y los sentimientos que surgen del inter¨¦s pecuniario es esencialmente repulsiva¡±.
Los d¨¦ficits de inclusi¨®n de las democracias liberales han culminado con los destructivos cuatro a?os de trumpismo. Sobre las fracturas de la sociedad americana y, por supuesto, sin tocar un c¨¦ntimo de los intereses de los m¨¢s poderosos, Trump ha puesto en marcha un proceso de construcci¨®n de un modelo de autoritarismo postdemocr¨¢tico que ha culminado con el asalto al Capitolio. Y es pat¨¦tico ver c¨®mo, ahora s¨ª, las compa?¨ªas digitales cuyas redes han sido instrumento fundamental de su campa?a, han puesto el freno silenciando sus cuentas. Y los poderes econ¨®micos, que nunca levantaron la voz, empiezan a mirar a Biden. Ya no se puede negar lo evidente: que ha habido un ataque sistem¨¢tico contra la democracia americana, con la complicidad activa o pasiva de los poderosos.
R¨¢pidamente se han hecho lecturas adaptadas al caso espa?ol: la eterna cantinela contra el populismo. Es esta una categor¨ªa atrapalotodo que no sirve tanto para explicar como para descalificar. Con populismo se pretende identificar a aquellas ideolog¨ªas que se identifican con el pueblo, tomando una parte por el todo. Pero a partir de aqu¨ª todo es amalgama. Porque no se trata de describir una realidad sino de afirmar una idea muy restrictiva de la democracia que pretende que s¨®lo puede gobernar el bloque bipartidista tradicional, los moderados les llaman, a pesar de que en Europa se est¨¢ descomponiendo a marchas forzadas. Nadie se pregunta: ?por qu¨¦?
La lecci¨®n del trumpismo precisamente es la contraria: la democracia se mide por su capacidad inclusiva; si es exclusiva, no es democracia. No puede permitir que amplios sectores se sientan sin reconocimiento y queden al albur de cualquier proyecto autoritario. Y eso no se resuelve excluyendo, sino combatiendo ideol¨®gicamente a quienes buscan romper las reglas del juego para avanzar hacia el autoritarismo postdemocr¨¢tico y ampliando el espacio de lo posible, para que nadie se sienta excluido. Es decir, dar respuestas integradoras a los problemas y retirar toda complicidad con los que pretenden seguir el camino de Trump que en la derecha espa?ola est¨¢n perfectamente identificados.
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