Merkel: La magia de una gobernante
Con un 75% de popularidad, tras 15 a?os como canciller, Angela Merkel ha transformado Alemania y a s¨ª misma. M¨¢s all¨¢ de las fronteras de su pa¨ªs ha devuelto la confianza en la democracia representativa
Cuando era ni?a, en Francia, en los a?os ochenta, el maestro encargado de mi clase nos mostr¨® una pel¨ªcula sobre la lI Guerra Mundial y, al terminar, dio un grito de j¨²bilo: ¡°?Hurra! ?Vencimos a esos sucios boches!¡±. Todos los alumnos corearon su ¡°hurra¡± y alzaron los brazos en se?al de victoria. Menos yo, hija de madre francesa y padre alem¨¢n. Ten¨ªa ocho a?os y, despu¨¦s de aquello, dej¨¦ de hablar alem¨¢n con mi padre durante seis a?os. La germanofobia que imperaba entonces en Francia y en muchos otros pa¨ªses europeos hac¨ªa que mis or¨ªgenes alemanes fueran un lastre. No imaginaba que, un d¨ªa, iba a decidir desarrollar mi vida en Alemania.
Hace 20 a?os que vivo en Berl¨ªn y esta decisi¨®n no es ajena a la confianza que me inspira este pa¨ªs, especialmente desde que Angela Merkel tom¨® las riendas, en 2005. Es una suerte poder cerrar los ojos de noche sabiendo que hay una capitana competente y fiable al mando del barco y no nos va a dejar caer a la primera tormenta. Un privilegio ins¨®lito en un mundo en plena tempestad, amenazado por dirigentes megal¨®manos, demagogos y nepotistas que manejan el destino de los pueblos como si jugaran al ajedrez.
Si bien, en el pasado, la estabilidad prudente que encarna Merkel ha sido objeto de burlas y desprecios, hoy la vemos como un arca de No¨¦ que se agradece en un contexto mundial en el que se han perdido las referencias pol¨ªticas y morales. Su partido, la Uni¨®n Cristiano Dem¨®crata, CDU, tradicionalmente m¨¢s conservador y polarizado que la canciller, a la que nunca se ha privado de criticar, ha optado por la continuidad al elegir el 16 de enero como sucesor a su fiel partidario Armin Laschet, ministro presidente del land m¨¢s poblado de Alemania, Renania-Westfalia del Norte, y moderado y unificador como ella. La CDU podr¨ªa haber optado por la ruptura con el candidato Friedrich Merz, viejo rival de Merkel, que representa una CDU antigua, defensora de ¡°la ley y el orden¡± y patriarcal. La derrota de este peso pesado del partido pone de manifiesto que Merkel no ha sido un par¨¦ntesis, sino que ha dejado una huella indeleble en la mayor formaci¨®n pol¨ªtica de Alemania: una huella progresista, europea, flexible y, sobre todo, inclusiva.
Es demasiado pronto para saber si Armin Laschet ser¨¢ el candidato de la derecha alemana a la canciller¨ªa en las elecciones federales de septiembre de 2021; porque el jefe de su aliada b¨¢vara, la CSU, Markus Soeder, goza de una popularidad que podr¨ªa impulsarle a presentarse antes de que se tome la decisi¨®n final, prevista para primavera. Y nada garantiza que la CDU, que domina actualmente los sondeos, gane las elecciones frente al Partido Socialdem¨®crata y Los Verdes. No obstante, sea cual sea el color pol¨ªtico del sucesor de Merkel al frente del Gobierno, podemos prever, o al menos esperar, que se inspirar¨¢ en la forma de gobernar con la que la canciller ha tenido tanto ¨¦xito y cuya clave est¨¢ en una incre¨ªble fuerza integradora.
Hoy por hoy, el 75% de los alemanes apoyan a Angela Merkel. Eso significa que la inmensa mayor¨ªa de los votantes, tanto de derechas como de izquierdas, se reconoce en los valores y el tipo de sociedad que defiende la canciller y el ejercicio del poder que encarna. Un logro casi impensable en esta ¨¦poca en la que el individualismo y la polarizaci¨®n fragmentan las sociedades occidentales, cuando cada vez m¨¢s personas reivindican el derecho a que sus opiniones y deseos individuales se trasladen a la pol¨ªtica. Esta evoluci¨®n, a la que han contribuido las redes sociales, es nociva, porque no puede surgir ning¨²n proyecto colectivo de la confrontaci¨®n de una multitud de opiniones intransigentes y a veces antag¨®nicas. La democracia representativa est¨¢ en peligro si los ciudadanos se niegan a aceptar que no siempre es posible satisfacer la voluntad particular y que una opini¨®n no es una verdad universal, sino un sentimiento subjetivo, a veces basado en prejuicios y falta de conocimiento. El buen funcionamiento de la democracia depende de la capacidad ciudadana de comprender las reglas del juego: el di¨¢logo, el consenso, el acuerdo y el principio de representaci¨®n. Y de la capacidad de un jefe de Gobierno de dar ejemplo. Con su forma de no darse protagonismo, de ceder el primer plano a su funci¨®n, Merkel, una cient¨ªfica de formaci¨®n que sabe conservar la cabeza fr¨ªa, inspira sentido de responsabilidad y humildad.
As¨ª ha conseguido ella mantener unida a la sociedad alemana a pesar de cataclismos como la crisis financiera de 2008, la crisis de la eurozona, la llegada masiva de refugiados en 2015 y la pandemia de coronavirus. Pero la repercusi¨®n de la canciller alemana sobrepasa con mucho las fronteras de su pa¨ªs: ha devuelto la confianza en un modelo de democracia representativa que hab¨ªa perdido cr¨¦dito. Su balance contrasta con el de populistas como Donald Trump, Boris Johnson o Jair Bolsonaro, que han sumido sus respectivos pa¨ªses en el desastre.
El centralismo inclusivo de Merkel es hoy un modelo en el que podr¨ªan inspirarse muchos dirigentes tentados por la polarizaci¨®n. No obstante, es m¨¢s dif¨ªcil de seguir de lo que la calma legendaria de la canciller podr¨ªa hacer pensar. Ella misma ha estado muy cerca de crear una divisi¨®n duradera en Alemania. Sobre todo en 2015, cuando decidi¨® abrir las puertas a cientos de miles de refugiados, en su mayor¨ªa sirios, sin consultar realmente a su partido, al Parlamento ni a las regiones. Le llovieron cr¨ªticas de todas partes, su ¨ªndice de popularidad se desplom¨®, su partido se escindi¨® en dos y se levant¨® una ola de odio contra ella en el Este, la antigua RDA. El partido de extrema derecha AfD recogi¨® los frutos, especialmente en la parte oriental, donde la falta de una labor de memoria hist¨®rica y de contacto con otras culturas bajo la dictadura comunista ha dejado huellas que llegan hasta hoy.
La pol¨ªtica de inmigraci¨®n de Merkel es una de las razones de que, por primera vez desde la guerra, en 2017 entrara un partido de extrema derecha en el Bundestag, con el 12,6% del voto, antes de emprender su ascenso. Algunos dirigentes de la CDU, sobre todo en los l?nder del Este, sintieron la tentaci¨®n de formar coaliciones locales con esa extrema derecha. Merkel expres¨® categ¨®ricamente su veto. El nuevo jefe de la CDU, Armin Laschet, ya ha excluido toda relaci¨®n con la AfD, a la que quiere ver caer ¡°por debajo del 5%¡±; una promesa bastante cre¨ªble porque la AfD ya ha descendido a menos del 10% de intenci¨®n de voto. Este declive se debe en parte a la buena gesti¨®n de la crisis de la covid por parte del Gobierno. Es una primera victoria sobre los populistas de la que pocos pa¨ªses pueden presumir en estos momentos.
Es decir, que, al final de su mandato, a Merkel, hija de un pastor protestante, le ha salido bien su apuesta: ser moralmente irreprochable para poder exigir a sus ciudadanos que fueran responsables y generosos. Es el mismo esp¨ªritu que la empuj¨® en 2020 a empe?arse en una solidaridad excepcional con la Uni¨®n Europea en plena pandemia e incluso a defender los intereses de Europa, a veces, frente a los de Alemania. Ya fuera en relaci¨®n con el presupuesto o el reparto de las vacunas. Armin Laschet deber¨ªa proseguir esta pol¨ªtica europe¨ªsta e incluso ir m¨¢s all¨¢, dado que en el pasado, en 2017, expres¨® su malestar por la timidez de la canciller ante las propuestas de Emmanuel Macron de reforzar la cooperaci¨®n europea.
Si Merkel est¨¢ consiguiendo que evolucione la mentalidad en Alemania es porque ella misma es la personificaci¨®n del cambio. ?Cu¨¢ntas veces ha variado de opini¨®n? La renuncia a la energ¨ªa nuclear tras la cat¨¢strofe de Fukushima en 2011, la apertura a los refugiados y la suspensi¨®n del dogma presupuestario alem¨¢n en nombre de la solidaridad europea son algunos casos en los que ha infringido el credo de la CDU que defendi¨® al llegar al poder.
Es indudable que el balance de la canciller tambi¨¦n contiene sombras y fracasos. Su gesti¨®n de la econom¨ªa y de la pandemia ha recibido cr¨ªticas incluso dentro de su propio partido, mientras que, en el terreno diplom¨¢tico, desde la izquierda le reprochan haber dado m¨¢s importancia a los intereses econ¨®micos que a los derechos humanos, sobre todo frente a China y Rusia. Pero lo que me parece m¨¢s importante es que ha supuesto tener la confianza suficiente en su liderazgo como para poder dedicarme a mis asuntos y mis aficiones con la cabeza despejada. Pero, sobre todo, ha significado sentirme inspirada para ayudarla a construir, entre todos una sociedad mejor, inclusiva, responsable y respetuosa. Espero que la magia de Merkel sobreviva a su marcha.
G¨¦raldine Schwarz es escritora y periodista. Su ¨²ltimo libro es Los amn¨¦sicos. Historia de una familia europea (Tusquets).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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