Zidane en la derrota
En el campo del Alcoyano el Real Madrid son¨® como sonar¨ªa la Filarm¨®nica de Viena en las fiestas patronales de Cantalejo. El problema de echar al franc¨¦s de cualquier lado es que sin ¨¦l todo es peor
Me impresion¨® la imagen de Zidane al terminar el partido contra el Alcoyano. Eliminados de la Copa, el entrenador del Real Madrid recorr¨ªa el c¨¦sped camino de los vestuarios con un gesto de contenci¨®n. Luego, sus declaraciones, pese a la grandilocuencia medi¨¢tica, han tenido el mismo aire de moderada rectitud. No ha eludido la responsabilidad, pero tampoco le ha negado al rival, por modesto que fuera, la grandeza de su victoria. Ha dicho: ganaron ellos, no solo perdimos nosotros. Reconozco que tengo debilidad por Zidane. Como futbolista fue irrepetible. Su elegancia le hac¨ªa parecer un Fred Astaire con botas de tacos. Ten¨ªa una manera muy curiosa de realizar el primer regate tan solo con acomodar la pelota y arrancar a jugarla. Una vez le ped¨ª a un amigo que se hab¨ªa enfrentado a ¨¦l que me describiera sus cualidades y me dijo algo que nunca olvid¨¦: es de esos jugadores que cuando los tienes enfrente descubres que son a¨²n mejores de lo que parecen. Hab¨ªa algo en esa cualidad suya silenciosa para saber enfrentar cada momento que ha reaparecido en su muy exitosa etapa de entrenador. No aparenta esconder nada complicado ni retorcido, sino que busca el camino m¨¢s limpio para decir lo que piensa.
El Zidane entrenador se fue del Real Madrid en su d¨ªa con pocas explicaciones. El triunfo le hab¨ªa sonre¨ªdo, pero hab¨ªa algo fuera de su control. No quiso hacerse un monumento, sino que se fue a casa y habl¨® poco. El regreso al banquillo blanco tuvo algo similar. Nadie lo esperaba, pues los problemas del equipo parec¨ªan enormes e inabarcables. Pero ¨¦l tom¨® las riendas y acept¨® con naturalidad que los tiempos de esplendor en la hierba quedaban algo lejos y tocaba trabajar en esas transiciones imposibles. No hay demasiado tiempo para entrenar en el f¨²tbol moderno, m¨¢s bien se gestiona una agon¨ªa cotidiana. En Zidane no parece habitar un entrenador enormemente intervencionista, sino un delicado maestro en el arte de ofrecer confianza a los jugadores para que saquen lo que llevan dentro si est¨¢n en disposici¨®n de hacerlo. Para la moda actual es demasiado discreto y descre¨ªdo, con declaraciones que poseen la brillantez de lo natural. Es muy dif¨ªcil estar donde est¨¢ y que apenas se le recuerden meteduras de pata, salidas de tono y ca¨ªdas en esa fugaz tentaci¨®n de la mentira y el ventajismo. A m¨ª, Zidane me da tranquilidad entre una esfera p¨²blica bastante bochornosa.
Por el campo humilde del Alcoyano se retiraba un campe¨®n como ¨¦l, con todos los triunfos y la gloria acumulados, derrotado, pero no ag¨®nico. Es un oficio curioso el de estos entrenadores que vinieron de triunfar como jugadores. Aceptan el destino sin drama. La tristeza de la derrota les cae encima como un chaparr¨®n del que saldr¨¢n silbando, porque las han visto de todos los colores. Zidane es un personaje magn¨¦tico, que a veces de puro afinado en una nota exacta parece que no le cuesta trabajo lograr lo que logra. Cuando caen vencidos descubrimos la pasta de la que est¨¢n hechos algunos deportistas. No hacen ruido, no meten bulla, no buscan otros culpables ni echan balones fuera. Zidane es de esos tipos que te hacen tener simpat¨ªa por un equipo tan solo por contar con ¨¦l en n¨®mina. En el campo del Alcoyano el Real Madrid son¨® como sonar¨ªa la Filarm¨®nica de Viena en las fiestas patronales de Cantalejo. El problema de echar a Zidane de cualquier lado es que sin ¨¦l todo es peor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.