Di¨¢logo necesario

La primera mitad de la campa?a catalana ha permitido vislumbrar algunas grietas en los dos bloques que han caracterizado la vida pol¨ªtica de esa comunidad los ¨²ltimos 10 a?os, etapa que incluy¨®, tras la deriva ilegal del independentismo, la mayor crisis constitucional sufrida por Espa?a desde el 23-F. Sin embargo, se trata de grietas m¨ªnimas y sepultadas debajo de una clase de ret¨®rica propagand¨ªstica que hace dif¨ªcil confiar en que realmente pueda llegar a empezar el cambio de marco pol¨ªtico tan necesario. Catalu?a necesita dejar atr¨¢s la nefasta etapa anterior. Ello por supuesto empieza por el respeto del Estado de derecho y de la convivencia y por abandonar la din¨¢mica con la que el secesionismo us¨® la Generalitat como trinchera desde la que enarbolar banderas m¨¢s que como instituci¨®n para resolver problemas de los ciudadanos. Pero tambi¨¦n pasa por intentar abrir v¨ªas de di¨¢logo e interacci¨®n.

Dada esa premisa, debe observarse que todas las encuestas electorales apuntan a que ser¨¢n necesarios pactos y acuerdos de dos o m¨¢s partidos para garantizar la gobernabilidad de Catalu?a. Esta situaci¨®n no es nueva en una comunidad en la que siempre ha gobernado un m¨ªnimo de dos partidos. Lo hicieron Converg¨¨ncia y Uni¨® durante 23 a?os; socialistas, republicanos y ecosocialistas durante los dos tripartitos, y luego una mir¨ªada de coaliciones m¨¢s o menos independentistas hasta hoy. La novedad con respecto a la ¨²ltima etapa es que los ciudadanos est¨¢n pidiendo con vigor priorizar la eficiencia de los servicios p¨²blicos, la salida a la crisis y evitar que la cuesti¨®n territorial, que tanto ha enconado la pol¨ªtica catalana, lo siga monopolizando todo. Esta deber¨ªa ser la estrella polar de la nueva legislatura.

Para lograrlo ser¨¢ necesario superar el marco pol¨ªtico anterior y esto requiere la b¨²squeda de puntos b¨¢sicos de entendimiento entre formaciones si se quiere evitar el riesgo de que Catalu?a siga siendo pasto del desgobierno y fuente de inestabilidad. Las urnas se?alar¨¢n cu¨¢l es la voluntad de la sociedad catalana. Las f¨®rmulas para lograr ¨¢mbitos de cooperaci¨®n m¨¢s transversal son variadas, ya sea con coaliciones de gobierno entre partidos de uno y otro bloque o con pactos de gobernabilidad que permitan apuntalar mayor¨ªas que trabajen para todos. El veredicto de las urnas marcar¨¢ el camino. Sobre esa base habr¨¢ que ponderar las opciones. De antemano, no caben ingenuidades, pero tampoco tiene sentido ninguno instalarse en el frentismo verbal. No es de recibo que los partidos hayan dedicado los primeros d¨ªas de campa?a a trazar en sus discursos muros infranqueables y a descartar posibilidades de cooperaci¨®n que pueden ser imprescindibles dentro de apenas siete d¨ªas.

La br¨²jula moral obliga a abrir una etapa alejada del aventurismo anticonstitucional y concentrada en la atenci¨®n a la crisis sanitaria y econ¨®mica.

No es hora de aferrarse a vetos cruzados. Los partidos deber¨ªan concentrarse en perfilar respuestas a esos problemas urgentes, y no dedicarse a dinamitar posibilidades de di¨¢logo, que pueden ser una oportunidad para abrir una nueva etapa que est¨¢ en el inter¨¦s de todos los catalanes.