Las sombras

Ning¨²n atleta es capaz de saltar ni un cent¨ªmetro m¨¢s all¨¢ de su propia sombra. Esta es la primera lecci¨®n que imparte la vida. Por muy poderosa que sea la zancada que la ambici¨®n te obligue a dar, nunca lograr¨¢s sobrepasar la l¨ªnea de sombra que tu cuerpo proyecta. Puede que, de joven, cuando todos los sue?os parecen posibles, llegues a imaginar que un d¨ªa lograr¨¢s librarte de ese negativo de tu imagen que te sigue como un fantasma oscuro adondequiera que vayas. Hasta aqu¨ª no m¨¢s, esta es tu medida, m¨¢s all¨¢ de tu sombra solo est¨¢ el abismo, parece advertirte ese fantasma. Pero la sombra no solo obedece a leyes f¨ªsicas. Tambi¨¦n es un atributo moral que uno proyecta desde el esp¨ªritu. Y as¨ª como hay artistas, escritores, pol¨ªticos y gente an¨®nima que rompen el principio de Arqu¨ªmedes, puesto que desalojan mucho m¨¢s de lo que pesan, del mismo modo, los hay que arrojan una sombra desmesurada, que no se corresponde con la dimensi¨®n real de su persona. ?Qu¨¦ es la vida? Sombras nada m¨¢s, dice la canci¨®n. Tambi¨¦n lo dice Plat¨®n en el mito de la caverna en la que permanecemos encadenados frente a un muro donde se reflejan las confusas im¨¢genes proyectadas por la luz que llega del exterior. De esos fantasmas nos alimentamos. Existen tipos con muy mala sombra. Son esa clase de individuos en apariencia bondadosos e inofensivos quienes al cruzar de noche por un callej¨®n la sombra los delata, ya que la luz de las farolas proyecta su figura puntiaguda en la pared en forma de vampiro; en cambio, existen otras personas alegres, felices y an¨¢rquicas que dilatan en el aire una sombra verde y luminosa hasta el punto que uno bajo su amparo podr¨ªa dormir la siesta en una hamaca. Que la sombra no te mate, he aqu¨ª la cuesti¨®n, como es el caso de tantos seres hambrientos de gloria, que un d¨ªa intentaron saltar m¨¢s all¨¢ de su sombra y se despe?aron en el vac¨ªo.