Contra los ap¨®stoles del odio
Actos como el homenaje neonazi a la Divis¨®n Azul no son una an¨¦cdota, sino una peligrosa se?al
A principios de este mes, en Madrid, el pueblo espa?ol presenci¨® algo que en los ¨²ltimos tiempos se ha transformado en demasiado com¨²n en toda Europa. En un tono de una ¨¦poca mucho m¨¢s oscura, neonazis marcharon por las calles de Madrid para ¡°honrar¡± a la Divisi¨®n Azul, las tropas espa?olas que combatieron junto a los nazis. Piensen un momento al respecto: ?a qui¨¦nes honran realmente esos manifestantes?
En la larga y lamentable historia de Europa, con sus numerosas guerras, plagas y hambrunas, no ha habido nada m¨¢s inhumano ni destructivo que el periodo comprendido entre los a?os 1933 y 1945, cuando la Alemania nazi busc¨® propagar su odio por todo el continente apoyada en su extra?a ciencia racial. En solo seis a?os de guerra, estas ideas virulentas dejaron millones de muertos, pr¨¢cticamente en la ruina a todos los pa¨ªses europeos, a sus poblaciones hambrientas. En comparaci¨®n, esto hizo que el medievo pareciera como una ¨¦poca casi sosegada. Espa?a tuvo m¨¢s suerte que la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos, porque sus ciudades estaban a salvo de la contienda y sus ciudadanos se encontraban relativamente seguros.
No obstante, en esta ¨²ltima marcha, ante varios oradores que levantaron el brazo haciendo el r¨ªgido saludo nazi, hubo quienes respondieron tambi¨¦n con el brazo en alto. Algunos portaban esv¨¢sticas. Una joven, Isabel Medina Peralta, acus¨® de todos los males de la Europa de hoy ¡ªpor supuesto¡ª a los jud¨ªos. Incluso habl¨® un cura, Javier Utrilla Avellanas. Hay que se?alar que el grupo extremista al cual pertenece este sacerdote fue excomulgado por el Vaticano y no es reconocido por la Iglesia.
Todos los ciudadanos espa?oles deber¨ªan estar muy alarmados al ver esto en las calles de su capital. Si bien los n¨²meros apenas representan una amenaza para su Gobierno, cualquier se?al de lealtad al nazismo o al fascismo es m¨¢s que preocupante.
Hoy, 76 a?os y tres generaciones despu¨¦s del final de la II Guerra Mundial, parece que hemos llegado a una ¨¦poca en la cual la gente ha olvidado simplemente lo peligrosas que realmente son dichas ideas. Poco despu¨¦s del final de la guerra en 1945, cuando las im¨¢genes de los cuerpos amontonados y las ciudades bombardeadas eran vistas en todo el mundo, nadie en su sano juicio quer¨ªa que lo asociaran con los nazis.
En cambio, ahora, varias d¨¦cadas m¨¢s tarde, la gente ha olvidado ¡ªo nunca le han ense?ado¡ª d¨®nde termina realmente este tipo de odio. Esa joven oradora de la manifestaci¨®n, la se?orita Medina Peralta, al culpar a los jud¨ªos, apel¨® a una antigua tradici¨®n. Desde la Edad Media hasta la actualidad, se ha solido siempre acusar de todo lo que sale mal al pueblo jud¨ªo en primer lugar. Durante la peste negra, cuando la gente no entend¨ªa acerca de pandemias, se culp¨® a los jud¨ªos de envenenar pozos de agua, y, en respuesta, poblados enteros fueron masacrados. Durante las Cruzadas, los ej¨¦rcitos europeos se detuvieron en varias aldeas camino de Oriente Pr¨®ximo para masacrar a poblaciones enteras de jud¨ªos. En el siglo XV, debido a discusiones internas dentro de la Iglesia cat¨®lica, Espa?a foment¨® la Inquisici¨®n, la cual puso fin a una larga historia de gente que viv¨ªa y prosperaba conjuntamente, en armon¨ªa y para el beneficio mutuo.
Que quede bien claro: los jud¨ªos son siempre las primeras v¨ªctimas del odio, pero nunca son las ¨²ltimas. Los nazis fueron primero contra los jud¨ªos, pero cuando la guerra termin¨®, el continente hab¨ªa sido devastado por completo y m¨¢s de 60 millones de seres humanos estaban muertos. Nadie gana cuando este tipo de odio aflora.
?Por qu¨¦ soy tan contundente con un grupo relativamente peque?o de manifestantes que emplea una ret¨®rica airada, viejas consignas y extra?os cortes de pelo? Porque todos sabemos que puede parecer apasionante para algunos a quienes no se les ha ense?ado la verdad acerca del pasado. Y todos sabemos d¨®nde, en definitiva, conduce esto.
Volvemos a vivir en una ¨¦poca turbulenta. La pandemia del coronavirus ha cerrado pa¨ªses y ha dejado a muchas personas sin empleo. Quienes han perdido sus trabajos est¨¢n leg¨ªtimamente asustados. Y sabemos que tiempos con problemas como estos constituyen un suelo f¨¦rtil para que los antiguos odios resurjan.
Hace varios a?os, cuando neonazis similares marcharon en Bulgaria, fueron acallados por una multitud mucho mayor de ciudadanos b¨²lgaros que se manifestaron en su contra. Yo particip¨¦ en dicha contramanifestaci¨®n, pero no estaba solo. Los principales l¨ªderes del Gobierno b¨²lgaro estaban tambi¨¦n presentes, dejando as¨ª muy claro que nadie en el poder apoyaba esas reliquias del peligroso pasado. Creo que todos podemos aprender de Bulgaria.
Este es un momento para que todos los buenos espa?oles denuncien a estos ap¨®stoles del odio y defiendan lo que es bueno y justo en nuestro mundo com¨²n.
Ronald S. Lauder es presidente del Congreso Jud¨ªo Mundial.
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