Lo que oculta el g¨¦nero
El problema es que el sexo y las diferencias sexuales biol¨®gicas siguen existiendo, mientras los roles sociales y los estereotipos cambian
La elaboraci¨®n por el Ministerio de Igualdad de dos anteproyectos de ley para mejorar la tutela antidiscriminatoria de las personas transexuales y de otros grupos sociales, como las personas lesbianas, gais, bisexuales, transg¨¦nero e intersexuales (integrados bajo el acr¨®nimo LGBTI)) ha dado lugar a un complejo debate dentro del Gobierno, que la sociedad no deber¨ªa de soslayar.
El centro de la pol¨¦mica es extensi¨®n de derechos de las personas transexuales a los menores de edad para modificar en el Registro Civil su sexo, la garant¨ªa de acceso desde la pubertad a los tratamientos hormonales y, en particular, la eliminaci¨®n de requisitos de tipo m¨¦dico o psicol¨®gico para el cambio de sexo en los registros p¨²blicos, a los que se dar¨ªa acceso con la manifestaci¨®n de sentir una identidad de g¨¦nero diferente al sexo f¨ªsico o biol¨®gico con el que se ha nacido, tambi¨¦n en el caso de menores de edad (de entre 16 y 18 a?os). Tambi¨¦n se posibilitar¨ªa omitir cualquier identidad sexual en el caso de las personas que se denominan binarias, porque no se identifican plenamente con ninguno de los dos sexos.
Junto a los complejos problemas de orden m¨¦dico, ¨¦tico y jur¨ªdico, particularmente en relaci¨®n con los menores, la desvinculaci¨®n material y conceptual entre sexo y g¨¦nero, ha hecho tambi¨¦n saltar las alarmas en el pensamiento y la pol¨ªtica feminista. Las cr¨ªticas no son infundadas.
En el pr¨®logo a la reedici¨®n en 2013 de Sexo y Filosof¨ªa, editado por primera vez en 1991, de la fil¨®sofa Amelia Valc¨¢rcel, se dec¨ªa lo siguiente: ¡°Desde hace dos siglos el pensamiento de la igualdad es uno de los nudos esenciales de la conciencia europea (¡) Las primeras vindicaciones de la igualdad entre los seres humanos proceden del racionalismo. Fue el racionalismo quien descubri¨® el sexo como construcci¨®n normativa¡±. Y contin¨²a diciendo algo que cobra especial relevancia en el debate actual: ¡°(¡) cuando el fundamento impl¨ªcito de la igualdad abre ese continente inaugura un camino en el que los pasos atr¨¢s siempre son posibles. Cada nueva generaci¨®n ha debido enfrentarse al tema y contrastarse a trav¨¦s de ¨¦l (se refiere al sexo) con mayor o menor virulencia¡±.
El feminismo ha abordado el sexo a lo largo de su historia de diversas formas. Si durante siglos los fundamentos del orden social estaban en la naturaleza y la naturaleza hab¨ªa creado seres sexuados, seg¨²n nos ense?¨® Arist¨®teles, el objetivo del feminismo parec¨ªa claro. En los a?os 70 y de los 80 tuvo que desterrar las ideas del naturalismo y apartarse lo m¨¢s r¨¢pido posible del pensamiento que legitimaba la desigualdad y la discriminaci¨®n en las diferencias biol¨®gicas. El determinismo biol¨®gico y sexual era una fuente inagotable de discriminaci¨®n. Era preciso desenmascararlo. Para ello nos atrevimos a casi todo. No siendo militaristas luchamos para que las mujeres pudieran ser militares. Despu¨¦s de que las mujeres hubieran podido abandonar los trabajos f¨ªsicos m¨¢s duros y peligrosos, como los mineros, lo que d¨¦cadas anteriores hab¨ªa sido una conquista hist¨®rica, en los a?os 80 los reivindicamos. Conseguimos la igualdad formal y avanzamos frente a la discriminaci¨®n. Para ello result¨® muy ¨²til el concepto de g¨¦nero, porque permit¨ªa visualizar lo infundado de las diferencias jur¨ªdicas asociadas a los roles sociales atribuidos secularmente al sexo femenino y al sexo masculino. El g¨¦nero revelaba las discriminaciones ocultas y tambi¨¦n las que aparec¨ªan bajo tratamientos formalmente iguales, pero sustancialmente discriminatorios (discriminaciones indirectas) y permiti¨® avalar pol¨ªticas de igualdad efectivas a trav¨¦s de las ¡°acciones positivas¡±, en favor del sexo/g¨¦nero femenino, en situaci¨®n hist¨®rica de desventaja. Pero el nuevo t¨¦rmino, de origen anglosaj¨®n, gender -que comprend¨ªa sexo y g¨¦nero- fue adoptado entre nosotros de forma acr¨ªtica y finalmente ha acabado por mostrar sus carencias e insuficiencias para seguir avanzando en determinadas pol¨ªticas que exigen matizaciones a la igualdad.
Del sexo biol¨®gico, como determinante de una construcci¨®n normativa profundamente injusta y discriminatoria para las mujeres nos alejamos cuando fue necesario. El problema es que no todo es g¨¦nero, porque el sexo y las diferencias sexuales biol¨®gicas, siguen existiendo, mientras los roles sociales y los estereotipos cambian. Amparar los derechos fundamentales de las minor¨ªas con disociaciones sexuales biol¨®gicas, psicol¨®gicas y sociales, garantizando su derecho a la dignidad y al pleno desarrollo de su personalidad, procur¨¢ndoles una m¨¢s intensa tutela antidiscriminatoria que evite su actual estigmatizaci¨®n social, no necesariamente debe llevarnos a trasladar a la legislaci¨®n y a las pol¨ªticas p¨²blicas lo que, por el momento y, a falta de nuevas aportaciones de la ciencia m¨¦dica, desvinculado de su base material, es fundamentalmente una abstracci¨®n ideol¨®gica, una construcci¨®n social en permanente transformaci¨®n. Si todo es g¨¦nero y el sexo no importa, ?c¨®mo podremos continuar transformando la realidad y combatiendo las m¨²ltiples discriminaciones padecidas por las personas del sexo femenino cuando nosotras las mujeres, suponiendo que pudi¨¦ramos hacerlo, no deseamos cambiar el sexo biol¨®gico que se nos asign¨® al nacer?
Luc¨ªa Ruano Rodr¨ªguez es jurista y feminista.
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