Objeciones y virtudes de los pasaportes de inmunidad
Los certificados de vacunaci¨®n pueden ser controvertidos ¨¦ticamente y dar pie a algunas situaciones injustas, pero contribuyen a proteger tanto la econom¨ªa como la salud de la sociedad
Los denominados certificados o pasaportes de inmunidad, figuras ambas muy similares, aunque pudi¨¦ramos diferenciar por el ¨¢mbito territorial en el que cobrar¨ªan virtualidad, nacional o internacional, no constituyen algo novedoso, al menos, en el ¨¢mbito de la sanidad exterior. El requisito de vacunaci¨®n para poder viajar a determinados lugares del mundo es algo muy com¨²n y antiguo. Tampoco es la primera vez que se plantea este debate en el contexto de la pandemia, habiendo sido ya objeto de discusi¨®n a los pocos meses de declararse ¨¦sta como medida para reactivar la actividad econ¨®mica, fundamentalmente. En esos primeros momentos de la pandemia, el rechazo a la figura encontr¨® bastante consenso, sobre todo, por parte de diferentes organismos internacionales, entre los que destacar¨ªa la propia OMS, sobre la base de lo que podemos denominar objeci¨®n cient¨ªfica. As¨ª, entonces se se?al¨® que, si la presencia de anticuerpos por haber superado la enfermedad no garantizaba la inmunidad del individuo, pudiendo seguir transmitiendo la enfermedad, el fundamento cient¨ªfico del certificado o pasaporte deca¨ªa (la persona segu¨ªa pudiendo transmitir el virus). La inmunidad por enfermedad estaba en ese momento en discusi¨®n.
Junto a la objeci¨®n cient¨ªfica, se esgrimieron tambi¨¦n otras dos, desde una perspectiva ¨¦tica. La objeci¨®n de la justicia, en virtud de la cual, solamente se valoraba, a la hora de otorgarlo o no, que el individuo hubiera pasado la enfermedad, pero sin preguntarse el porqu¨¦. Es decir, a trav¨¦s del certificado se podr¨ªa estar premiando al que, habiendo actuado de manera m¨¢s irresponsable, hab¨ªa contra¨ªdo la enfermedad por no haber adoptado ninguna medida de prevenci¨®n, frente a quien hab¨ªa sido m¨¢s responsable. El certificado no satisfac¨ªa el principio ¨¦tico de dar a cada uno lo que se merece.
Junto a dicha objeci¨®n cab¨ªa una segunda de similar ¨ªndole: el certificado pod¨ªa actuar como un verdadero incentivo a la irresponsabilidad. Los individuos, ante el temor de perder el empleo o no poder acceder a ¨¦l, o meramente ver limitadas sus posibilidades de desplazamiento o disfrute de determinadas actividades, podr¨ªan intentar contagiarse del virus para poder desarrollar la presunta inmunidad por enfermedad y obtener, as¨ª, el correspondiente certificado.
Y la pregunta, ahora que vuelve a debatirse sobre la posibilidad de implantar en el corto plazo dichos certificados, es si tales objeciones siguen teniendo virtualidad.
En cuanto a la primera, la de naturaleza cient¨ªfica, puede afirmarse que, en principio, si escuchamos a los expertos, la misma no ha deca¨ªdo, en la medida que se nos dice que la vacuna previene del desarrollo de la covid-19, pero que no tiene acreditado que prevenga la transmisi¨®n. De este modo, se estar¨ªa facilitando el certificado sobre la base, principalmente, de una falsa imposibilidad de transmisi¨®n por vacunaci¨®n. Sin embargo, sin ello cierto, tambi¨¦n parece que lo es que, al evitar la vacuna que se desarrolle y exprese la enfermedad, igualmente debe evitar, en cierto modo, que se transmita. Las posibilidades de transmisi¨®n con la enfermedad desarrollada y sus correspondientes s¨ªntomas debe entenderse que son superiores a la mera presencia del virus en el individuo.
Adem¨¢s, si en el corto plazo ya tenemos vacunados a todos los grupos de poblaci¨®n que tienen un riesgo de mortalidad o comorbilidad grave frente a la covid-19 (v¨¦ase, sustancialmente, los de mayor edad), el presunto riesgo de transmisi¨®n que no evita el estar vacunado, aunque, como hemos se?alado, seguramente lo mitigue, no pondr¨ªa en peligro la vida o integridad de los grupos m¨¢s vulnerables. Estos estar¨ªan ya protegidos frente al desarrollo de la enfermedad por la vacuna. Y el problema del virus no es tanto que se transmita, sino que en determinados grupos de personas produce unas consecuencias funestas (por ello, se ha descartado desde el principio, con alguna desacertada excepci¨®n, la inmunidad de reba?o).
Por tanto, la objeci¨®n cient¨ªfica sigue teniendo alguna virtualidad, pero puede que ya no tanta por las dos cuestiones expuestas.
En cuanto a la perspectiva ¨¦tica, la objeci¨®n de la justicia tambi¨¦n puede considerarse que se mantiene actualmente, ya que el negar el acceso al certificado a quien no ha sido vacunado supondr¨ªa, en t¨¦rminos metaf¨®ricos pero muy gr¨¢ficos, un doble castigo. La persona que se ver¨ªa despriorizada, adem¨¢s, se encontrar¨ªa sin certificado. Por tanto, quiz¨¢s esta sea la principal objeci¨®n en la medida que el estar o no vacunado no depende de la voluntad del individuo, sino de la decisi¨®n p¨²blica de priorizaci¨®n.
Por ello, parece que, desde una dimensi¨®n deontol¨®gica, lo m¨¢s justo ser¨ªa esperar a que existiera un acceso universal a las vacunas, es decir, que ya todos estuvi¨¦ramos en disposici¨®n de ser vacunados y, entonces, s¨ª que el dar o no el certificado podr¨ªa hacerse depender de lo que es una decisi¨®n del individuo. Tratar de manera desigual a la persona que se vacuna, d¨¢ndole el certificado con las facultades de movilidad que ello conlleva, frente al que decide no vacunarse no constituye una discriminaci¨®n, ya que debemos recordar que, siguiendo el argumento formulado en la estrategia por el profesor Bellver, la vacunaci¨®n frente a la covid-19 no es voluntaria en Espa?a, sino no obligatoria, y aunque parezcan conceptos id¨¦nticos no lo son. La persona que decide no vacunarse es tratada, en principio, de la misma manera por el Derecho, ya que su decisi¨®n no tiene consecuencias jur¨ªdicas, pero no puede ser considerada igual desde una dimensi¨®n ¨¦tica. Su decisi¨®n no es tan virtuosa como la del que decide vacunarse. Y por ello, encuentra justificaci¨®n que, siendo tratado igual en cuanto a lo que se refiere al castigo o no de su conducta, no lo sea en cuanto a premiar ¨¦sta. Y aqu¨ª, la denegaci¨®n del certificado no actuar¨ªa como una sanci¨®n, sino como un premio al que ha sido m¨¢s solidario con los dem¨¢s.
En todo caso, la objeci¨®n que hemos planteado en clave deontol¨®gica y que se muestra ahora como la de mayor calado, puede intentar salvarse permitiendo, como parece haberse anunciado, acceder al certificado al que se someta a una PCR o similar prueba.
Para concluir, debemos tambi¨¦n recordar que, pese a que los certificados y pasaportes constituyan, como hemos podido ver, un tema controvertido, ello no obsta para que debamos reconocer que, a trav¨¦s de ellos, se persiguen fines muy plausibles. Pretenden garantizar valores esenciales, como el libre desarrollo de la personalidad, derechos fundamentales, como es la libertad de movimientos y la libertad profesional y el derecho al trabajo, y tambi¨¦n reactivar nuestra econom¨ªa, debiendo recordar una vez m¨¢s que la existe un v¨ªnculo inescindible entre econom¨ªa y salud, en la medida que uno de los principales determinantes de la salud de la poblaci¨®n es el socioecon¨®mico. De este modo, cuando a cuestiones tan complejas y debatidas nos enfrentamos, es bueno no olvidar que una sociedad con peor econom¨ªa es harto probable que tenga peor salud. Los certificados y pasaportes, pese a las objeciones comentadas, estar¨ªan, en definitiva, protegiendo la salud de la sociedad y no solo la econom¨ªa.
Federico de Montalvo J??skel?inen es profesor de Derecho Constitucional de ICADE y presidente Comit¨¦ de Bio¨¦tica de Espa?a.
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