El discreto encanto del realismo
La vuelta al orden con la excusa de vivir tiempos duros esconde un mundo del ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±
¡°Tienes el coraje de decirle a las masas lo que ning¨²n pol¨ªtico les dijo: sois inferiores y todas las mejoras en vuestras condiciones que simplemente dais por sentadas se deben al esfuerzo de hombres que son mejores que vosotros. Si esto es arrogancia, como algunos de sus cr¨ªticos observaron, sigue siendo la verdad que hab¨ªa que decir en la era del Estado de Bienestar¡±. Leemos aqu¨ª una carta de 1958 del economista Ludwig von Mises a Ayn Rand tras publicar La rebeli¨®n de Atlas. En el trato ¨ªntimo los neoliberales no dudan de aparecer como desacomplejados ¡°realistas¡± expresando su indignaci¨®n por una mala costumbre: el sue?o de las clases populares por escapar de sus determinaciones.
Escucho una ruidosa proclama: ¡°vuelta al realismo¡±. El problema es que bajo esta exhortaci¨®n, cuyos s¨ªntomas encontramos por doquier ¡ªdesde la justificaci¨®n de tributar en Andorra por youtubers a las cr¨ªticas a ¡°la ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±¡ª, lo que emerge es la vulgarizaci¨®n de una ¡°libertad¡± limitada a ser cruel espejo de la realidad m¨¢s chata. Este ¡°realismo¡± no busca analizar datos estad¨ªsticos, tendencias sociales y econ¨®micas, incluso presume de no hacerlo. No, lo que demandan estos nuevos realistas de Twitter, medios de comunicaci¨®n del extremo centro y algunos Think-Tanks (m¨¢s Tanks que Think) no es m¨¢s concreci¨®n; es la vuelta al orden y la necesidad did¨¢ctica de abandonar lo que diagnostican como un sue?o desnortado: ¡°lo posmoderno¡±. Hay acuerdo entre derecha e izquierda en su campa?a contra la frivolidad: son tiempos duros.
Pero, ?volver a la realidad? Manuel Sacrist¨¢n escrib¨ªa que ¡°una cosa es la realidad y otra la mierda, que es solo una parte de la realidad compuesta, precisamente, por los que aceptan la realidad moralmente, no solo intelectualmente¡±. Hoy observamos mucho ¡°realista¡± abogado de aquellos intereses que nos devuelven al sitio ¡°natural¡± que nos ha tocado en suerte. En este sentido, que la ¡°posmodernidad¡± se haya convertido en un c¨®modo fetiche ideol¨®gico para intervenir en los debates culturales responde a una voluntad conservadora que, adem¨¢s, no es tanto realista como nost¨¢lgica, un ¡°realismo reactivo¡± porque solo se afirma negativamente contra todo sue?o desclasado. Esta inflaci¨®n cr¨ªtica apunta as¨ª a una lucha contra ¡°lo progre¡±, donde la Alt-Right y un obrerismo nost¨¢lgico se solapan bajo la misma naftalina en un desplazamiento de ciclo donde el malestar social puede pendularmente girar ahora, en Espa?a, hacia la derecha.
Entend¨¢monos: no se trata de justificar una categor¨ªa, la posmodernidad, que apuntaba a la comprensi¨®n de una nueva realidad hist¨®rica, hoy malentendida intencionadamente como una estrategia ideol¨®gica. Lo que hoy se esgrime en la jerga antiposmoderna es un Materialismo de sal¨®n cuya mayest¨¢tica may¨²scula busca por elevaci¨®n desatender todo inter¨¦s por las pr¨¢cticas concretas y debilitar toda ambici¨®n pedag¨®gica de interpelar m¨¢s all¨¢ del reparto dado de las cartas.
Puede compartirse que muchas posiciones desprendidas de los estudios culturales influyeron en la articulaci¨®n hegem¨®nica de lo que Nancy Fraser denomin¨® ¡°neoliberalismo progresista¡±, posici¨®n en seria crisis pese al reciente bal¨®n de ox¨ªgeno Biden-Harris. El problema, en 2021, teniendo en cuenta el contexto intensificador de la pandemia, es que una cr¨ªtica leg¨ªtima al ¡°neoliberalismo progresista¡± est¨¢ sirviendo de coartada para enarbolar la bandera conservadora de un repliegue melanc¨®lico y patriarcal dependiente ideol¨®gicamente de una lectura simplista de los sue?os liberadores de los sesenta.
Cabr¨ªa suponer que la popularizaci¨®n de esta racionalidad c¨ªnica supone un cierto progreso: al menos los velos que racionalizaban y justificaban las contradicciones del sistema tambi¨¦n quedan desgarrados. Nada m¨¢s lejos: este neorrealismo depresivo no educa para ning¨²n futuro. Hasta hace poco escuch¨¢bamos autocr¨ªticas de izquierda buscando reflejarse en el espejo de los supuestos ¨¦xitos de la derecha reaccionaria. Curiosamente, el reciente putsch del Capitolio trumpista ha generado tambi¨¦n una identificaci¨®n con sus fracasos, como si el b¨¢rbaro interno forjado durante d¨¦cadas por la desestructuraci¨®n econ¨®mica y social norteamericana mereciera no solo comprensi¨®n anal¨ªtica sino identificaci¨®n pol¨ªtica.
Quien identifica el pueblo con su cinismo acepta ya la trampa desde arriba de no entender lo popular m¨¢s que c¨ªnicamente. El ¡°pueblo de Trump¡± no es sino el pueblo hist¨®ricamente construido por una incesante interpelaci¨®n neoliberal, un mundo del ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± sin confianza democr¨¢tica ni institucional. Donde ¡°todo el mundo miente¡±, el ¡°realista¡± solo puede ser quien no se averg¨¹enza de mentir por el poder. Pero puesto que lo que los realistas gallin¨¢ceos llaman ¡°realidad¡± no es sino el sedimento hist¨®rico de las victorias culturales del cinismo durante d¨¦cadas, un mundo forjado por el programa estrat¨¦gico de despertar de todo tipo de complicidades entre las clases populares y la promesa de un futuro mejor, nada es m¨¢s importante que no regalarles un concepto, que en sus manos asume una dimensi¨®n abstracta, moralista y reaccionaria.
Germ¨¢n Cano es profesor de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Acaba de publicar Transici¨®n Nietzsche (PreTextos).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.