8-M: foco, uni¨®n, estrategia
El feminismo debe volver a la agenda social y reducir la polarizaci¨®n interna
El D¨ªa Internacional de la Mujer se celebra este a?o en un mundo sumido a¨²n en una pandemia que ha provocado un grave retroceso en la igualdad entre hombres y mujeres, espec¨ªficamente partiendo de la precariedad laboral y vulnerabilidad social. Los vectores de este empeoramiento son m¨²ltiples. De entrada, en t¨¦rminos generales, el confinamiento y el teletrabajo han convertido los hogares ¡ªespacios tradicionales para la explotaci¨®n de g¨¦nero¡ª en lugares a¨²n m¨¢s imposibles para la conciliaci¨®n, volviendo a depositar en las mujeres la mayor carga de la responsabilidad en las labores de crianza y educaci¨®n, en el cuidado del cuerpo de los otros y en el suministro del apoyo emocional derivado de las tensiones de la pandemia. Todo ello se ha hecho de nuevo sin que se repare socialmente en ellas, sobre todo en los llamados hogares monoparentales, y sin que sean recompensadas por ello. Desde el punto de vista del mercado laboral, cabe destacar que el impacto del coronavirus tiene particular incidencia en sectores tradicionalmente feminizados como el comercio minorista, el cuidado residencial o el trabajo dom¨¦stico. Partiendo de servicios sociales, adem¨¢s, la pandemia ha revelado en Espa?a la fragilidad del sistema de atenci¨®n a ancianos, ni?os y dependientes, sostenido gracias a redes de trabajo formales e informales que mantienen mayoritariamente las mujeres, por supuesto, en condiciones precarias. Estos enormes da?os provocados por la covid en el bienestar y los derechos de las mujeres hacen especialmente necesario dar impulso a una agenda feminista que eval¨²e tanto el actual impacto de la pandemia en sus vidas como la emergencia social que se anuncia en el horizonte; una agenda que se centre activamente en la lucha contra la precariedad laboral, en el reforzamiento de la calidad de nuestros servicios p¨²blicos (antes que nada el apoyo a las situaciones de dependencia) y en el imprescindible avance en conciliaci¨®n y corresponsabilidad. Hoy por hoy, estos temas brillan por su ausencia en la agenda institucional. El 8 de marzo es, pues, un buen momento para reivindicar la agenda social ante este llamativo silencio, as¨ª como la necesidad de unificar de nuevo el feminismo en torno a ella. Urge relativizar otros temas que, aunque son importantes, han provocado desafortunadas divisiones de un movimiento que, sin embargo, mantiene un enorme potencial emancipador y movilizador.
La celebraci¨®n del 8-M debe servir para volver a poner el foco sobre los asuntos esenciales de la lucha feminista y para recalibrar con inteligencia una estrategia que, en los ¨²ltimos meses, en Espa?a, ha parecido desenfocada y desunida. La agenda social deber¨ªa encabezar las prioridades; deber¨ªa evitarse que el debate interno se torne en pol¨¦mica t¨®xica o pulso partidista; deber¨ªan desterrarse excesos ret¨®ricos y medirse con prudencia pasos que, dados en falso, ofrecen munici¨®n gratuita a las fuerzas reaccionarias. El un¨¢nime varapalo del Consejo General del Poder Judicial al proyecto de Ley de Libertad Sexual es un buen ejemplo de ello. Dicha visi¨®n estrat¨¦gica pasa por la coherencia en las pol¨ªticas transversales con perspectiva de g¨¦nero. Por un debate sereno en la sociedad civil y entre los socios de Gobierno; por un activismo que nunca pierda de vista el enorme objetivo estrat¨¦gico de ampliar el per¨ªmetro de apoyo a la causa, de la inclusi¨®n activa de nuevos segmentos de la sociedad. La precipitaci¨®n nunca es buena consejera, y las pol¨ªticas p¨²blicas no pueden dirimirse en las redes sociales. El feminismo debe volver a la agenda social, desde el consenso y el di¨¢logo, y recuperar esa amplitud de miras que siempre ha sabido recoger distintas sensibilidades sin perder su mirada solidaria con otras causas. Hoy es el d¨ªa para empezar a afinar foco, estrategia y unidad. En Madrid, por decisi¨®n del Gobierno apoyada en motivos de salud p¨²blica, no podr¨¢n celebrarse manifestaciones callejeras. Se entiende la inquietud sanitaria a la vista del alto nivel de contagios en la capital y de la dif¨ªcil gesti¨®n de un movimiento con tanta fuerza popular ¡ªy parece fuera de lugar tachar esto de criminalizaci¨®n, como ha apuntado la ministra de Igualdad¡ª. Pero es inevitable un ejercicio comparativo que arroja conclusiones que despiertan dudas. Cabe exigir, en esto tambi¨¦n, total igualdad de trato.
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