La deriva populista en Espa?a
La campa?a de Madrid y el rumbo de Catalu?a abonan la pol¨ªtica de extremos
Espa?a avanza con rapidez hacia las turbulentas aguas del populismo y de una polarizaci¨®n cada vez m¨¢s radical. Las posiciones extremas cobran vuelo, con Madrid como hiperb¨®lico campo de batalla ideol¨®gico en el eje derecha-izquierda y Catalu?a incrustada en su nefasta y desgarradora din¨¢mica. Por si no fuera suficiente, esto ocurre en medio de una serie de maniobras t¨¢cticas de cortas miras o directamente turbias que, con toda probabilidad, deben resultar decepcionantes para un gran segmento de la sociedad espa?ola. Muchos ciudadanos, leg¨ªtimamente, desear¨ªan una clase pol¨ªtica que atienda con seriedad y sereno di¨¢logo los descomunales retos que Espa?a encara. Cunde la sensaci¨®n de que los c¨¢lculos partidistas tienen un peso desmedido. La aciaga moci¨®n de censura de Murcia y la convocatoria de elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid han precipitado una din¨¢mica peligrosa.
En el flanco conservador, el proceso de reconfiguraci¨®n concentra varios factores de polarizaci¨®n. El desmoronamiento de Ciudadanos aniquila las esperanzas de contar con un partido bisagra promotor de regeneraci¨®n, pragmatismo y visiones liberales. La incapacidad de crear una estructura s¨®lida en todo el territorio nacional y m¨²ltiples fallos estrat¨¦gicos han dejado malherida a la formaci¨®n, quiz¨¢ en riesgo de muerte. El Partido Popular, a su vez, sufre el magnetismo que el proyecto radical de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, ejerce con cada vez mayor fuerza, moviendo el eje del partido hacia la derecha. La victoria en Madrid es una cuesti¨®n existencial para el PP; pero lograrla con el discurso de Ayuso significar¨¢ la probable muerte de la apuesta de moderaci¨®n que el l¨ªder del partido, Pablo Casado, hizo con el discurso de la moci¨®n de censura planteado por Vox. Todo ello dejar¨¢ probablemente como ¨²nico interlocutor viable del PP precisamente a la formaci¨®n ultraderechista, que ya acaricia el sue?o de tener un peso decisivo ¡ªy un papel gubernamental¡ª en la Comunidad de Madrid, v¨ªa maestra para acceder a las instituciones.
Esta din¨¢mica se ve exacerbada por movimientos en el flanco progresista. La decisi¨®n del l¨ªder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, de abandonar la vicepresidencia del Gobierno para competir en los comicios de Madrid exacerba esa contienda, que influenciar¨¢ mucho la pol¨ªtica nacional. Su candidatura asienta el debate en la regi¨®n capitalina alrededor del absurdo pulso ideol¨®gico entre paladines de la libertad contra el comunismo y luchadores antifascistas. Este efecto radical no es bienvenido: Madrid y Espa?a necesitan otra cosa. El tiempo dir¨¢ qu¨¦ efecto tendr¨¢ esta decisi¨®n sobre el Gobierno de Pedro S¨¢nchez. En gran medida depender¨¢ de con qu¨¦ fuerza salga Iglesias de esa competici¨®n. De entrada, pueden subrayarse dos observaciones. Yolanda D¨ªaz, ministra de Trabajo, que le sustituir¨¢ en la vicepresidencia segunda, es una figura pol¨ªtica alejada de las ret¨®ricas radicales propias de su antecesor, y ha demostrado una alta efectividad en el di¨¢logo con los agentes sociales. As¨ª, previsiblemente, el Ejecutivo no tendr¨¢ que sufrir desde dentro la desestabilizaci¨®n de un vicepresidente que consideraba a Puigdemont un exiliado comparable a los que hu¨ªan del franquismo, o que en pleno pulso con Rusia se alineaba con sus posiciones considerando que Espa?a no es una democracia plena. Ello no impide que, desde fuera, pueda ser un factor de desestabilizaci¨®n de otra clase.
En otro plano, Catalu?a promete continuar siendo un gran factor de polarizaci¨®n. La elecci¨®n de Laura Borr¨¤s como l¨ªder del Parlament y la perpetuaci¨®n del per¨ªmetro independentista en el Govern despiertan los peores auspicios. Todo ello deja en una complicad¨ªsima situaci¨®n al PSOE, que podr¨ªa intentar proyectar una imagen de moderaci¨®n y pragmatismo, pero es reh¨¦n en su capacidad de gobierno de fuerzas que tiran para otro lado. Un Ciudadanos herido de muerte merma sus posibilidades de di¨¢logo hacia el centro; Podemos tiene un ADN radical; y ERC, pese a su supuesto pragmatismo, persigue objetivos desgarradores. No hay mucho margen para el optimismo de la inteligencia; las voces de la moderaci¨®n, a ambos lados del espectro pol¨ªtico, deben hacerse o¨ªr con valent¨ªa para contrarrestar los peores cantos de sirena.
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