Desespero en Colombia
Los partidos o agrupaciones del centro deben llegar a consensos en torno al nombre de un candidato que vaya construyendo una ruta con vocaci¨®n democr¨¢tica
No significa que del desespero no surjan claridades. Pero las acciones que lo visibilizan bien merecen un an¨¢lisis. Colombia transita por un a?o preelectoral. En la ¨²ltima semana se intent¨® todo: cambiar el periodo presidencial, unificar las fechas de las elecciones para hacer coincidir los calendarios electorales con el argumento de que habr¨ªa un ahorro en los gastos de campa?as y se mejorar¨ªa la articulaci¨®n de los planes de desarrollo locales y regionales con la naci¨®n.
El prop¨®sito dur¨® 24 horas y muri¨®. La posibilidad de que esto se llevar¨¢ a cabo implicaba prorrogar los actuales periodos del presidente y las cabezas de los organismos de control. El r¨¦gimen actual supone periodos tanto presidenciales como de Congreso definidos. Ese proyecto de reforma constitucional se puede ensayar para el futuro, o sea para los que no est¨¢n elegidos. Hacerlo para prolongar el periodo para lo que ya han sido elegidos, el presidente y los congresistas, entre otros, es un adefesio jur¨ªdico, pol¨ªtico y constitucional.
Los congresistas que hab¨ªan firmado el proyecto fueron sigilosamente retirando sus firmas. La ciudadan¨ªa, los medios y los pol¨ªticos (los de oposici¨®n e incluso algunos del partido que era del Gobierno) hicieron frente com¨²n y fue retirado.
Pero no ha sido el ¨²nico acto legislativo o del desespero. Hace curso otro. El que busca que los partidos m¨¢s grandes como el Centro Democr¨¢tico, el Partido de la U, Cambio Radical y el Partido Conservador y posiblemente el Partido Liberal puedan hacer alianzas que hoy solo se permiten para los partidos o movimientos minoritarios cuando su votaci¨®n no supere el 15% de los votos. Lo que significar¨ªa que puedan unirse y hacer listas variopintas para las elecciones de congreso en marzo del 2022.
Las razones est¨¢n claras. Quienes persiguen estos cambios est¨¢n desesperados. Primero ante Gustavo Petro y su pacto hist¨®rico y ahora clientelista con la llegada de figuras de como Armando Benedetti y Roy Barreras; segundo, por la cada vez m¨¢s clara distancia del Centro Democr¨¢tico del Gobierno que eligieron y que los obliga a buscar alianzas con esos otros partidos que hace tres a?os despreciaron; tercero, por la atomizaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas debido al deterioro de los partidos, que se impone como una realidad electoral; y cuarto, porque el centro no ha encontrado un norte, pero puede tener un gallo tapado al que no puedan vencer.
El an¨¢lisis pasa por reconocer que hay un aspecto positivo. En Colombia, la proliferaci¨®n de tendencias con nombres hist¨®ricos, de esperanza, de regionalismos, detr¨¢s de las cuales est¨¢n los pol¨ªticos de siempre y de ahora, abre un escenario de ejercicio democr¨¢tico que terminar¨¢ por develar posiciones, modelos de pa¨ªs, argumentaciones o vac¨ªos, para escoger o desechar entre un abanico de idearios o populismos.
Las consecuencias. Muchas y graves. Terminamos asistiendo a una Colombia sin partidos, con una gobernabilidad que se sostendr¨¢ solo en la medida de las alianzas casi siempre burocr¨¢ticas y sin mecanismos posibles de veedur¨ªa sobre un solo programa de gobierno. Con el riesgo en la esquina de vivir posteriormente la imposibilidad de conformar mayor¨ªas para gobernar. Un poco el caso de Espa?a y Madrid en especial cuando en busca de una gran coalici¨®n terminan sin acuerdos o en Italia y tantas otras naciones, para no ir m¨¢s lejos, Per¨² con m¨¢s de 12 organizaciones y movimiento pol¨ªticos.
Sin partidos no es posible evitar populismos autoritarios, se termina por trabajar por causas y no en la construcci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas y, por lo tanto, la posibilidad de atender las realidades desnudas y dolorosas de los territorios con violencia en Colombia, por ejemplo, ser¨¢n temas de campa?as para recoger los votos de los m¨¢s necesitamos a los que como siempre se le deja despu¨¦s a merced del reclutamiento de menores sin oportunidades y de la ilegalidad como forma de sobrevivencia.
Esta vez, se evit¨® que los grupos de la derecha le torcieran el esqueleto a la Constituci¨®n, pero no parece que se quedar¨¢n tranquilos y el ojo vigilante se impone ante los intentos de desestabilizar el proceso electoral. Es obligatoria la pedagog¨ªa ciudadana para empoderar a los miembros de sociedades que no se siente representadas en los actuales liderazgos y obligarlos a todos a comprometerse con el pacto de reformas que ha propuesto el centro de pensamiento Fedesarrollo: tributaria, pensional y laboral en la era poscovid, si es que podemos llamarla as¨ª, y cuando se hace urgente generar al menos un mill¨®n de empleos si no queremos que Colombia retroceda d¨¦cadas en sus indicadores b¨¢sicos de educaci¨®n y crecimiento econ¨®mico.
Lo ocurrido esta semana les plantea a los partidos o agrupaciones del centro llegar a consensos tempranos en torno al nombre de un candidato que vaya construyendo una ruta que nos devuelva por la senda de una vocaci¨®n verdaderamente democr¨¢tica, no sea que el desespero electoral termin¨¦ por ocasionar un desbarajuste institucional sin retroceso o el incremento de la violencia.
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