Bloque contra bloque
Conocemos la regla china, pero todav¨ªa no sabemos si Washington y Bruselas est¨¢n en disposici¨®n de envidar juntos e incluso idear una estrategia
Empieza una nueva partida. Los jugadores desplazan sus fichas en r¨¢pidos y agresivos movimientos. Es un nuevo juego, muy especial. No se conoce el reglamento, ni siquiera qui¨¦nes son los jugadores. Ser¨¢n las primeras jugadas las que lo definir¨¢n y construir¨¢n sus reglas.
Se impone la memoria fresca del mundo bipolar, cuando eran solo dos, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los que se repart¨ªan las ¨¢reas de influencia y pon¨ªan dificultades a los jugadores menores, atareados en buscar los m¨¢rgenes para jugar por su cuenta. Hab¨ªa pocas transacciones y los envites eran a todo o nada, de suma cero: lo que uno ganaba lo perd¨ªa el otro.
Un equilibrio entre los dos polos era lo que aseguraba la estabilidad, no la negociaci¨®n y el pacto. Se consegu¨ªa por la disuasi¨®n, que era nuclear: la siniestra doctrina de la destrucci¨®n mutua asegurada permit¨ªa dormir tranquilos a los dirigentes de ambos bloques.
No hemos alcanzado todav¨ªa un grado tal de definici¨®n estrat¨¦gica, pero es la direcci¨®n que se?alan las sucesivas jugadas que hemos visto: Josep Borrell, humillado en Mosc¨² por Lavrov; Putin, considerado como un asesino por Biden; sanciones europeas contra dirigentes chinos y represalias chinas contra personalidades europeas; bronca entre diplom¨¢ticos chinos y estadounidenses en la cumbre de Anchorage; estrechamiento de relaciones entre Mosc¨² y Pek¨ªn y entre Washington y Bruselas, alineados en un cuadril¨¢tero inquietante.
Es una escalada que no sabemos a d¨®nde conduce. Estados Unidos y Europa han protagonizado una apertura idealista, en la que han exhibido valores y principios frente a quienes los vulneran. La respuesta c¨ªnica y previsible de Rusia y China ha se?alado los intereses y subrayado las debilidades. Ambos han perdido el respeto y la consideraci¨®n a europeos y estadounidenses.
China se siente fuerte, como superpotencia en ascenso, y se burla del declive sin remedio del adversario. Saca partido de Trump: la torpe gesti¨®n de la pandemia, el deterioro de la democracia, la violencia en el Capitolio, la desconsideraci¨®n divisiva hacia sus aliados y los efectos t¨®xicos de sus mensajes sinof¨®bicos en la seguridad de la poblaci¨®n asi¨¢tico-americana. Era lo que faltaba para reproducir un clima irrespirable como el de la Guerra Fr¨ªa.
Conocemos la regla china. No se trata de copiar los imperialismos que hemos conocido, sino de inventar uno nuevo, el de una globalidad sinoc¨¦ntrica. Pero todav¨ªa no sabemos, en cambio, si Washington y Bruselas est¨¢n en disposici¨®n de envidar juntos e incluso idear una estrategia.
La jugada crucial para Joe Biden es de orden dom¨¦stico. Si supera r¨¢pidamente la pandemia, reconstruye la econom¨ªa, restablece el prestigio de su democracia y recupera el consenso con los aliados, podr¨¢ avanzar en el juego y en la organizaci¨®n de sus reglas. En caso contrario, ser¨¢ Xi Jinping quien ganar¨¢ la partida.
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