China marca el paso
Occidente necesita una estrategia para reforzar la libertad ante el autoritarismo
![Xi El presidente chino, Xi Jinping, presiona el bot¨®n para votar sobre la reforma del sistema electoral en Hong Kong el 11 de marzo de 2021.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6NVJSLGP6Y4DV6DB55WP6DVF6Q.jpg?auth=159388076fe31289ef4700ae8729f777c84a4c05e5ee1d49907eaecf4d68c625&width=414)
Liberada desde la llegada de Xi Jinping a la c¨²spide del poder en 2012 de ciertas sujeciones en pol¨ªtica internacional y de la moderaci¨®n interna que hab¨ªan caracterizado su ascenso pretendidamente pac¨ªfico, a China solo le faltaba el vac¨ªo pol¨ªtico creado por la disparatada pol¨ªtica internacional de Donald Trump para empezar a actuar con firmeza en la escena internacional. Estos cuatro ¨²ltimos a?os han presenciado la m¨¢xima concentraci¨®n del poder en Pek¨ªn, la destrucci¨®n del sistema de libertades que se manten¨ªa en Hong Kong, una agresiva actividad de construcci¨®n de bases navales en aguas disputadas del mar de China meridional, un descarado acercamiento a pa¨ªses como Ir¨¢n que tienen conflictos abiertos con Washington y, sobre todo, una feroz represi¨®n sobre la minor¨ªa uigur musulmana de Xingiang, denunciada por el Departamento de Estado como un caso de genocidio.
Pek¨ªn, como ha revelado esta semana la salida del corresponsal de la BBC del pa¨ªs, cuenta ahora con una enorme capacidad de retorsi¨®n para impedir que sus socios econ¨®micos, comerciales y tecnol¨®gicos utilicen los instrumentos del derecho internacional y sus sistemas de libertades para denunciar y a ser posible frenar los atropellos contra la libertad o las atrocidades cometidas contra las poblaciones civiles. Lo que parece claro es que China, en su ascenso como superpotencia, tiene una estrategia precisa para imponer su sistema autoritario e incluso ofrecerlo a los dirigentes iliberales de otros pa¨ªses, quiz¨¢s incluso en la misma Europa, como mejor modelo para la prosperidad y la estabilidad.
Las dudas surgen del otro polo de este nuevo mundo bipolar, el nuestro, de la capacidad para establecer una estrategia que permita equilibrar intereses y valores, sostener la globalizaci¨®n econ¨®mica sin hipotecar la aspiraci¨®n universal a la libertad y la democracia, y defender la sociedad abierta frente al autoritarismo, tarea que empieza literalmente en casa, en Estados Unidos y en Europa.
?Se empieza entonces a esbozar una nueva Guerra Fr¨ªa? No, la historia no se repite ni tiene marcha atr¨¢s. No regresaremos a aquel mundo dividido y en equilibrio entre dos superpotencias, que representaban dos ideolog¨ªas, dos modelos sociales y dos sistemas pol¨ªticos. Era una confrontaci¨®n que se resolv¨ªa en guerras acotadas y libradas por fuerzas subrogadas y se sosten¨ªa en el equilibrio del terror, basado en la amenaza de destrucci¨®n mutua gracias al arma nuclear. Y tambi¨¦n era una forma de orden internacional, organizado alrededor de cada uno de los dos polos y sus sat¨¦lites, en el que lleg¨® a cuajar la doctrina de la soberan¨ªa limitada de cada uno de los campos respecto a su correspondiente superpotencia.
A diferencia de los actuales movimientos geoestrat¨¦gicos, la Guerra Fr¨ªa surgi¨® en la Europa devastada por la II Guerra Mundial como reacci¨®n a una posible tercera guerra. Ahora, en cambio, es el ascenso de China, con su alianza cada vez m¨¢s estrecha con Rusia, y el previsible reforzamiento del lazo transatl¨¢ntico tras la victoria de Joe Biden los que pueden conducir a una nueva geometr¨ªa bipolar del mundo. Entran en confrontaci¨®n dos sistemas, uno autoritario y otro liberal, pero es discutible que se puedan identificar como hace 70 a?os con sus correspondientes sistemas econ¨®micos, sociales e ideol¨®gicos.
No es por tanto el desenlace de una guerra el punto de partida del nuevo equilibrio que pugna por instalarse en el mundo, sino la quiebra de la globalizaci¨®n liberal tal como la hemos conocido desde que se hundi¨® el sistema sovi¨¦tico y China empez¨® a surgir con la aspiraci¨®n de superpotencia del siglo XXI. Su incorporaci¨®n a la Organizaci¨®n Mundial de Comercio en 2001, su contribuci¨®n a la resoluci¨®n de la crisis financiera de 2008 y sobre todo su integraci¨®n en la cadena de producci¨®n mundial, y especialmente tecnol¨®gica, han proporcionado a los dirigentes chinos poderosas palancas de actuaci¨®n internacional. Y ahora est¨¢ marcando el paso. Estados Unidos y la vieja Europa no pueden dormirse en los laureles.
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