Ver para creer
Nos mov¨ªamos entre la alucinaci¨®n y la obscenidad, en ese territorio quebradizo donde dejamos de representar la realidad para, directamente, suplantarla
¡°Hubo un tiempo en el que la fe consisti¨® en creer lo que no pod¨ªamos ver; pero nuevas derivas en las mentiras pol¨ªticas nos inclinan a pensar que, hoy d¨ªa, la fe consiste en ver algo e igualmente no creerlo¡±. La reflexi¨®n la hac¨ªa Rafael del ?guila tras los episodios del 11-M y la conexi¨®n con ETA que algunos sectores de la derecha insistieron en mantener contra toda evidencia. Luego vendr¨ªan las realidades alternativas, como cuando los votantes de Trump, con las fotograf¨ªas delante, negaban que la investidura de Obama hubiese sido m¨¢s concurrida que la de su presidente. Nos mov¨ªamos entre la alucinaci¨®n y la obscenidad, en ese territorio quebradizo donde dejamos de representar la realidad para, directamente, suplantarla.
Ese ¡°ver, pero no creer¡± choc¨® frontalmente con las palabras del ayudante del fiscal de Minnesota en el juicio por el asesinato de George Floyd: ¡°Usen el sentido com¨²n, crean lo que vieron sus ojos, ustedes han visto lo que han visto¡±. No es casual que insistiera en algo tan obvio (simplemente creer lo que vemos) ahora que las mentiras se fabrican a plena luz del d¨ªa. Fue un m¨®vil el que registr¨® la asfixia y asesinato de Floyd por la presi¨®n de la rodilla de su asesino. Se abr¨ªa as¨ª la puerta a ese sentido com¨²n del que hablaba el ayudante del fiscal bajo la forma en la que se dirigi¨® al jurado: poniendo la realidad factual en el centro de sus deliberaciones. El caso Floyd no solo habla del racismo como una manera de atribuir un valor diferente a las vidas por el color de la piel. Tambi¨¦n dice mucho de un momento en el que parece que se empiezan a trazar otros caminos: las corrientes de fondo.
De eso hablaba Biden al afirmar que ¡°EE UU vive un momento de cambio significativo¡±, uno en el que se apela a una imagen para juzgar lo real; en el que la sociedad se responsabiliza y afronta una injusticia hist¨®rica mirando hacia el futuro; en el que se critica a un Gobierno por el riesgo de sobrecalentamiento de sus pol¨ªticas ultraexpansivas y no por los zafios tuits de un presidente; un momento, en fin, en el que la lucha contra el cambio clim¨¢tico es el principal objetivo. El momento es ese: reparaci¨®n frente a odio, hechos frente a realidades alternativas, proyectos pol¨ªticos frente a esl¨®ganes vac¨ªos, democracia frente a trumpismo. Sobre los peligros de este nos advirti¨® Timothy Snyder en estas p¨¢ginas: despreciar la verdad y las instituciones que gestionan la realidad que nos concierne, es ceder poder a quien tiene riqueza y carisma para producir en su lugar espect¨¢culo. La antipol¨ªtica favorece al poderoso. Y hay una diferencia significativa entre captar un momento emocional de hartazgo pand¨¦mico o colgarse medallas por tener las terrazas abiertas, y saber leer la coyuntura pol¨ªtica identificando las corrientes de fondo. Lo primero se llama cortoplacismo, y es tan viejo como la mentira en pol¨ªtica.
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