Joe Biden quiere enterrar 40 a?os de hegemon¨ªa neoliberal
El presidente de Estados Unidos es m¨¢s ambicioso que los l¨ªderes europeos en buscar soluciones para reactivar la econom¨ªa con un programa de est¨ªmulos sin precedentes
La econom¨ªa es un g¨¦nero arr¨ªtmico, casi ?jazzero. Funciona a un ritmo imposible de bailar: despacio, m¨¢s despacio, s¨²bito pandemonio cuando llega la crisis, y siempre llega. Ese zigzagueo se da incluso en el terreno de las ideas: todos los grandes movimientos de pol¨ªtica econ¨®mica van seguidos de corrientes en sentido contrario, golpe-contragolpe, avance-retroceso, herej¨ªa-apostas¨ªa. La tercera ley de Newton ¡ªa cada acci¨®n se opone siempre una reacci¨®n¡ª ha tenido un correlato casi perfecto en la econom¨ªa pol¨ªtica del ¨²ltimo siglo. A la Gran Depresi¨®n le sigui¨® el consenso keynesiano, una revoluci¨®n pasiva del capitalismo para corregir los excesos del laissez faire que dej¨® 30 a?os gloriosos. Cuando se agot¨® esa onda, con la fea enfermedad econ¨®mica de los a?os setenta que combinaba estancamiento econ¨®mico y elevada inflaci¨®n, se presentaron Ronald Reagan, Margaret Thatcher y su revoluci¨®n conservadora, un neoliberalismo que pr¨¢cticamente cab¨ªa en una servilleta de c¨®ctel ¡ªla archifamosa curva de Laffer¡ª y en un dec¨¢logo llamado Consenso de Washington, que se resume en desregulaciones, menos impuestos, privatizaciones, globalizaci¨®n y, en fin, el poder magn¨¦tico de los mercados eficientes por encima de casi todas las cosas. La revoluci¨®n conservadora ha resistido entre nosotros con distintos ropajes; su ¨²ltima evoluci¨®n es el trumpismo, pero antes cal¨® tambi¨¦n incluso en la socialdemocracia, especialmente con la charlataner¨ªa asociada a la Tercera V¨ªa, o en el ordoliberalismo alem¨¢n de Merkel y compa?¨ªa. En esas lleg¨® la Gran Recesi¨®n y su coda l¨²gubre en forma de Gran Confinamiento. Todas las grandes crisis terminan provocando sacudidas pol¨ªticas, y esta no iba a ser menos: un aire de cambio de r¨¦gimen flota en la pol¨ªtica econ¨®mica global.
El art¨ªfice de esa convulsi¨®n es un se?or de casi 80 a?os que ha puesto el mundo patas arriba contra todo pron¨®stico. El dem¨®crata estadounidense Joe Biden, nacido pol¨ªticamente en el para¨ªso fiscal de Delaware, vot¨® con entusiasmo a favor de las rebajas fiscales de Reagan en los ochenta, y fue vicepresidente con el grandilocuente Barack Obama, que pudo protagonizar un cambio de paradigma hace una d¨¦cada pero se qued¨® a medias por la f¨¦rrea oposici¨®n republicana y de Wall Street y acab¨® dejando como legado a Trump. Biden lleg¨® a la Casa Blanca con ese halo de pol¨ªtico moderado, casi aburrido, que suele fichar a un alto cargo de Goldman Sachs para abrir boca. ¡°?Acaso parezco un socialista radical?¡±, dec¨ªa mirando a c¨¢mara en plena campa?a. Y sin embargo no hay altos cargos de Goldman Sachs en su gobierno, y Biden ha sorprendido a su partido, incluida la adormilada ala izquierda, y a todo quisque con unos primeros 100 d¨ªas tremendos que provocan la tentaci¨®n de hablar de cambio de paradigma.
Ese cambio de paradigma empez¨® a fraguarse en 2009, pero se aceler¨® con la covid. En la fase m¨¢s aguda de la pandemia, los gobiernos de todo el mundo aprobaron est¨ªmulos fiscales y monetarios a una escala que solo se hab¨ªa visto en las guerras mundiales. Biden dobla o triplica esa apuesta: EE UU, adem¨¢s de vacunar a toda velocidad, aprob¨® un primer paquete de est¨ªmulo de casi dos billones de d¨®lares para reforzar el rebote de la econom¨ªa a corto plazo, que inclu¨ªa cheques de 1.400 d¨®lares para los estadounidenses, el equivalente a lo que los economistas suelen llamar ¡°lanzar dinero desde el helic¨®ptero¡±. A rengl¨®n seguido anunci¨® un segundo paquete m¨¢s estructural, con una mirada a largo plazo. Son otros dos billones para los pr¨®ximos ocho a?os, con medidas destinadas a arreglar algunos de los problemas que acumula la primera potencia mundial desde hace d¨¦cadas: desigualdad, pobreza, educaci¨®n, salud, clima, inversi¨®n en infraestructuras, lucha contra los monopolios tecnol¨®gicos, una vuelta al multilateralismo y, lo nunca visto en un par de generaciones, una propuesta de subida global del impuesto de sociedades, anatema hasta ayer mismo, adem¨¢s de un gui?o al asociacionismo sindical ins¨®lito en Norteam¨¦rica. Combinado con lo que ya estaba sobre la mesa, se trata de un est¨ªmulo del tama?o de uno de esos inmensos portaaviones que surcan el Pac¨ªfico Sur: unos cinco billones de d¨®lares, una cuarta parte del PIB de EE UU. ¡°Es una sacudida brutal al sistema que busca provocar efectos inmediatos en la vida de los americanos¡±, resume el profesor Peter Praet.
Los libros de texto dicen con meridiana claridad que en medio de un shock externo de gran magnitud, como el provocado por la covid, hay que hacer pol¨ªticas fiscales ultraexpansivas, y pol¨ªticas monetarias que acompa?en los est¨ªmulos. Pero nadie ¡ªnadie¡ª se hab¨ªa atrevido a tanto.
Economistas y gobernantes de todo pelaje, a derecha e izquierda, han llevado durante a?os demasiado lejos su adoraci¨®n (o miedo) por los mercados. Eso s¨ª, cuando descollaba una crisis todo el mundo se sacaba de la chistera un keynesianismo de brocha gorda, de garraf¨®n; pero al escampar se volv¨ªa autom¨¢ticamente al mismo sitio neoclasic¨®n: usar los tipos de inter¨¦s y la pol¨ªtica monetaria para domar los ciclos econ¨®micos, tener un ojo siempre en el d¨¦ficit y confiar en la magia del mercado. Esa magia empez¨® a hacer aguas con el crash de Lehman Brothers: ¡°Todo el edificio intelectual se ha hundido¡±, sentenci¨® entonces un cariacontecido Alan Greenspan, sumo sacerdote de esa fe econ¨®mica, que dijo encontrarse ¡°en un estado de total incredulidad y estupefacci¨®n¡± cuando el castillo de naipes se desmoron¨®.
Obama no quiso o no pudo dar entonces el golpe de mano que promet¨ªa, y las aguas volvieron a su cauce. Pero la semilla estaba plantada, y la combinaci¨®n de la tierra quemada de los a?os de Trump y el shock pand¨¦mico invitan a cometer ese pecadillo econ¨®mico que consiste en pensar que esta vez puede ser diferente: ¡°El est¨ªmulo de Biden es el despertar de una nueva era¡±, ha escrito el historiador econ¨®mico Adam Tooze. ¡°Es la ruptura definitiva con el neoliberalismo¡±, seg¨²n el an¨¢lisis de J. W. Mason, del Roosevelt Institute. ¡°La pandemia es la oportunidad de acometer un cambio que devuelva protagonismo al Estado¡±, sentencia Mariana Mazzucato, del University College. Hasta FAES, el liberal¨ªsimo think tank de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, hablaba a las claras esta semana ¡°del canto del cisne de los supply siders [los economistas de la oferta, poco amigos del keynesianismo] que desde la ¨¦poca de Reagan hab¨ªan dominado el debate¡±.
Al periodismo le suele sentar estupendamente el adverbio de cauci¨®n quiz¨¢s: frente a la inauguraci¨®n permanente de la historia hay que acordarse siempre de un aforismo de Rafael S¨¢nchez Ferlosio, ¡°la nueva era, la vieja desventura¡±. Pero la docena y media de economistas consultados s¨ª apuntan hacia algo parecido a un cambio de guardia en la pol¨ªtica econ¨®mica no exento de riesgos.
Los amores y las revoluciones, incluso las econ¨®micas, necesitan a la persona id¨®nea, en el lugar id¨®neo y en el momento id¨®neo; la vida, sin embargo, casi nunca consigue juntar tanta idoneidad. ?Lo puede conseguir Biden? ¡°Los viejos que tienen prisa son algo bueno¡±, cuenta al otro lado del tel¨¦fono James Galbraith, economista de la Universidad de Texas y uno de los contados acad¨¦micos de izquierdas con una voz poderosa y medi¨¢tica. Biden llega al lugar adecuado, una Casa Blanca sacudida por los histri¨®nicos excesos de Trump, en plena crisis, que como dice la derecha siempre es una oportunidad, ¡°y con los dem¨®cratas conscientes de que solo tienen dos a?os antes del pr¨®ximo ciclo electoral para cambiar las cosas y evitar el regreso del populismo¡±, apunta el hijo del m¨ªtico John K. Galbraith. ¡°La cuesti¨®n es si la academia y la pol¨ªtica, en parte como consecuencia del p¨¢nico, le dan al pensamiento econ¨®mico el empuj¨®n definitivo para acabar con el neoliberalismo. Pero a¨²n queda mucho partido¡±, remacha.
Algo se mueve
Ese escepticismo es la norma en una profesi¨®n acostumbrada a nuevos amaneceres que no eran m¨¢s que aldeas Potemkin: palabras de charol y decorados de cart¨®n piedra. Y aun as¨ª, es innegable que algo se mueve. El ex economista jefe del FMI Maurice Obstfeld apunta que el Plan Biden ¡°es mucho m¨¢s ambicioso que las propuestas de Obama¡±, aunque deja en el aire si supone la prometida nueva era o la ferlosiana vieja desventura. Simon Johnson, que tambi¨¦n estuvo en el FMI, califica ese paquete de ¡°brillante esfuerzo por estimular la econom¨ªa en el corto plazo para acelerar el rebote poscovid¡±, y a la vez ¡°pensar en la econom¨ªa americana a largo plazo con medidas audaces y ambiciosas¡±. ¡°No llamar¨ªa a estas pol¨ªticas de izquierdas o de derechas, ni las calificar¨ªa de viejo o nuevo paradigma: simplemente son el camino adecuado para reconstruir la econom¨ªa donde m¨¢s han golpeado las dos ¨²ltimas crisis. Y quiz¨¢ sirva de inspiraci¨®n en otros lugares¡±, a?ade Johnson.
Esa ¡°inspiraci¨®n¡± para ¡°otros lugares¡± es una forma educada ¡ª eufem¨ªstica¡ª de aludir a Europa, que ha sido mucho menos arrojada que EE UU. Pero esa alusi¨®n se intentar¨¢ despejar unos p¨¢rrafos m¨¢s abajo. Porque m¨¢s all¨¢ de la comparaci¨®n con Europa, el hecho es que la pol¨ªtica econ¨®mica de Biden plantea riesgos, y ni mucho menos se ha adoptado por consenso. Larry Summers, gur¨² econ¨®mico de Obama, or¨¢cu?lo de Wall Street y prima donna del supuesto progresismo economicista norteamericano, es quien m¨¢s claro ha subrayado que el nuevo Ejecutivo estadounidense ha ido demasiado lejos, a pesar de que hasta hace dos d¨ªas abogaba abiertamente por los est¨ªmulos para sacar a la econom¨ªa global de la trampa del estancamiento secular. El prestigioso economista franc¨¦s Olivier Blanchard le pisa los talones a Summers: ¡°Biden ha ido muy all¨¢; hay riesgos de sobrecalentamiento e inflaci¨®n¡±, explica por correo electr¨®nico. ¡°Muchos economistas opinan como Summers y Blanchard: Biden est¨¢ descartando la ciencia y sustituy¨¦ndola por sus objetivos pol¨ªticos y su popularidad¡±, remacha Tyler Cowen, autor de El gran estancamiento e influyente profesor de la Universidad George Mason.
Frente a los plomizos te¨®ricos del universo que se apuntan al glamur intelectual del pesimismo, Simon Wren-Lewis destaca desde Oxford que Biden ¡°muestra el camino a seguir¡±. ¡°El Reino Unido y Europa han sido demasiado t¨ªmidos: las preocupaciones por el d¨¦ficit est¨¢n fuera de lugar. Pero tambi¨¦n los riesgos inflacionarios se pueden doblegar¡±. No hacer nada, con los viejos diablos al acecho, ya no era una opci¨®n: ¡°Esto no es el fin del neoliberalismo, que va m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica econ¨®mica, pero es de esperar que sea el principio del fin de quienes se preocupan por el d¨¦ficit ¡ªo la inflaci¨®n¡ª en medio de una depresi¨®n, o de una trampa econ¨®mica de bajo crecimiento y tipos de inter¨¦s e inflaci¨®n en la zona cero como en la que hemos encallado¡±.
A menudo, a los economistas les ocurre algo parecido a lo de Napole¨®n en Guerra y paz: su capacidad para decidir la trayectoria de la econom¨ªa es limitada. Armados de fant¨¢sticos modelos matem¨¢ticos, un grandioso plan de batalla cuyo objetivo es simplificar la realidad y que les promete una victoria casi segura, ¡°la obsesi¨®n por teorizar¡± de los cient¨ªficos sociales se ha acabado convirtiendo en ¡°un obst¨¢culo para la comprensi¨®n¡±, dej¨® escrito Albert Hirschman, de cuyo nacimiento acaban de cumplirse 100 a?os. Dani Rodrik, economista de Harvard, afirma que la profesi¨®n ha llevado demasiado lejos ¡°su adoraci¨®n a los mercados¡± y ¡°su fe en los modelos¡±. La econom¨ªa es espejo y al mismo tiempo expresi¨®n de una ¨¦poca: el Estado del bienestar fue la traducci¨®n socialdem¨®crata del guion de la posguerra, y la revoluci¨®n conservadora la respuesta a la crisis del petr¨®leo, con un estancamiento preocupante y una inflaci¨®n desbocada. Pero ahora los problemas son otros: el cambio clim¨¢tico, la hiperglobalizaci¨®n, el sobrepeso del sector financiero en las econom¨ªas avanzadas y el impacto de la revoluci¨®n tecnol¨®gica sobre los trabajadores no terminan de aterrizar debidamente en los modelos. El neoliberalismo ha perdido brillo por los excesos de los ¨²ltimos tres lustros de monopolios tecnol¨®gicos, las locuras de las finanzas ¡ªel Pottersville de Qu¨¦ bello es vivir hecho realidad¡ª, la galopante desigualdad y el reguero de crisis de los ¨²ltimos tiempos. ¡°A diferencia de los accidentes a¨¦reos, las crisis financieras se han vuelto m¨¢s frecuentes, no menos: el avi¨®n es m¨¢s peligroso¡±, resume Mervyn King, exgobernador del Banco de Inglaterra.
?La respuesta adecuada ante ese panorama es el Plan Biden, este bidenomics? El historiador econ¨®mico Barry Eichengreen, de Berkeley, no las tiene todas consigo. ¡°EE UU ha respondido con mucha m¨¢s munici¨®n que Europa a los nuevos problemas econ¨®micos, asociados a la covid, y a los no tan nuevos que se acumulan en todo Occidente. Pero ahora hay un rico debate sobre si Washington ha hecho demasiado, creando riesgos significativos de inflaci¨®n¡±. ¡°El est¨ªmulo de Biden es varias veces el tama?o de la brecha de producci¨®n [la diferencia entre la velocidad de crucero de la econom¨ªa y el potencial de crecimiento], y hay a¨²n m¨¢s est¨ªmulos a la vista. Por el lado monetario, la Reserva Federal, el banco central de EE UU, ha dejado claro que no va a cambiar su pol¨ªtica ultraexpansiva al menos hasta 2023. ?Es mejor recuperarse a toda velocidad y arriesgarse a que vuelva la inflaci¨®n? ?O es preferible algo m¨¢s lento para evitar esos riesgos? Biden prefiere la primera opci¨®n; Europa, la segunda¡±, cierra.
Estados Unidos adelant¨® por la derecha a Europa despu¨¦s de 2008. Cuando las cosas se pusieron feas de verdad, Washington reuni¨® a los mayores bancos del pa¨ªs y les hizo pedir dinero a paladas (que despu¨¦s devolvieron con intereses), e innov¨® con la pol¨ªtica monetaria y la fiscal: Europa se decant¨® por la austeridad y las cosas estuvieron a punto de acabar como el rosario de la aurora. Ahora Biden adelanta a los europeos por la izquierda: Europa tambi¨¦n ha optado por los est¨ªmulos esta vez, pero a una escala muy inferior. ¡°La zona euro, a diferencia de EE UU, parece conformarse con una recuperaci¨®n incompleta¡±, critica el economista ?ngel Ubide. ¡°Joe Biden acaba de retrasar el declive de su pa¨ªs; los l¨ªderes europeos parecen dispuestos a acelerar el suyo¡±, ha escrito el analista Martin Sandbu en el Financial Times. ¡°La comparaci¨®n es equ¨ªvoca porque en Europa tenemos estabilizadores autom¨¢ticos, los h¨¦roes an¨®nimos de la pol¨ªtica econ¨®mica moderna¡±, matiza Benedicta Marzinotto, de la Universidad de Udine. El FMI, sin embargo, considera que el est¨ªmulo europeo se queda muy corto: el Fondo cree que Europa tendr¨ªa que inyectar un 3% del PIB adicional en su econom¨ªa. Unos 400.000 millones m¨¢s de una tacada.
Europa frente a EE UU, en definitiva, una vez m¨¢s. Blanchard tercia en ese debate con finezza: ¡°El plan de Biden es probablemente demasiado grande, y los planes europeos demasiado peque?os, pero quiz¨¢ no tan peque?os. Eso depender¨¢ de lo que pase con la demanda privada: el optimismo relacionado con las vacunas y los ahorros embalsados en empresas y familias podr¨ªan provocar un bum tambi¨¦n en Europa¡±. Otros expertos se quejan de los retrasos acumulados tanto en las vacunas como en el Fondo de Recuperaci¨®n de 750.000 millones aprobado hace ya un a?o en Bruselas, pero del que no empezar¨¢ a brotar dinero fresco hasta finales de 2021.
¡°La Fed estadounidense ha comprado 2,6 billones en activos desde enero de 2020; el BCE, 320.000 millones de euros (380.000 millones de d¨®lares), siete veces menos. Y la pol¨ªtica fiscal cuenta una historia similar: el est¨ªmulo europeo es m¨¢s o menos la mitad del americano. No estamos repitiendo los errores de la pasada crisis, al menos esta vez Europa va en la direcci¨®n correcta, pero en vol¨²menes s¨ª los estamos repitiendo: saldremos m¨¢s tarde y con m¨¢s dificultades¡±, destaca Paul De Grauwe, de la Universidad de Lovaina. ¡°El contraste entre el paradigma neoliberal y lo que ha hecho Biden deja un cambio fundamental: los gobiernos est¨¢n recuperando un papel central en la lucha contra la crisis¡±, a?ade. Charles Wyplosz, del Graduate Institute, secunda ese punto de vista. Y carga contra quienes critican la ambici¨®n de Biden por el riesgo inflacionario. ¡°Me parecen reproches asombrosamente fuera de lugar. Durante una d¨¦cada hemos lamentado los efectos perversos de una trampa de bajo crecimiento, tipos de inter¨¦s negativos y baj¨ªsima inflaci¨®n. Si finalmente la inflaci¨®n aumenta y obliga a los bancos centrales a actuar, al menos habremos escapado de la maldici¨®n de los ¨²ltimos a?os¡±. ¡°Por primera vez en d¨¦cadas un Gobierno intenta realmente hacer algo por quienes han acabado siendo, por pura desesperaci¨®n, votantes de opciones populistas. Me r¨ªo de esas cr¨ªticas ante un paso de este calibre¡±, brama Wyplosz. V¨ªtor Const?ncio, exvicepresidente del BCE, aplaude tambi¨¦n la valent¨ªa estadounidense: ¡°Washington est¨¢ tratando de experimentar con pol¨ªticas para superar por completo la crisis, mientras Europa languidece bajo el peso de sus fantasmas y temores¡±, ha escrito recientemente.
Las ¨¦pocas felices son p¨¢ginas en blanco en los libros de historia, pero el ¡°que vivas tiempos interesantes¡± de los chinos es una maldici¨®n. Cuando accedi¨® al cargo en 1933, Franklin D. Roosevelt devalu¨® el d¨®lar, oblig¨® a los estado?unidenses a venderle, a un precio tasado, todo el oro que hab¨ªan ido adquiriendo desde el comienzo de la crisis y cerr¨® los bancos durante 28 d¨ªas: EE UU empez¨® a cimentar con el new deal ¡ªy la II Guerra Mundial¡ª una hegemon¨ªa que llega hasta hoy. Biden no llega a tanto, pero en menos de 100 d¨ªas ha anunciado una inyecci¨®n multibillonaria en la econom¨ªa, y patrocina incluso una subida de impuestos global a las grandes corporaciones. En el fondo ah¨ª sigue la lucha por la hegemon¨ªa global: el presidente de EE UU, en pleno momento Roosevelt, afirma que su plan ¡°nos pone en posici¨®n de ganar competitividad con China¡±. M¨¢s all¨¢ de esa lucha, Washington le ha visto las orejas al lobo del populismo; el de Biden es un intento casi a la desesperada por evitar la vuelta del trumpismo. Y las prisas tienen tambi¨¦n una explicaci¨®n m¨¢s prosaica: el Partido Republicano est¨¢ grogui tras la ¨²ltima derrota, pero Biden tiene solo dos a?os hasta las elecciones al Senado, que podr¨ªan acabar con su exigua mayor¨ªa y enfangar el resto de su mandato.
Expectativas
Las crisis no son un suceso, sino un proceso; un proceso que en ciertos lugares, lugares desafortunados, no ha terminado todav¨ªa. Los anglosajones necesitar¨ªan a otro Dickens para describir las cicatrices en algunas zonas de EE UU y el Reino Unido, pero Victor Hugo tambi¨¦n podr¨ªa reescribir Los miserables en muchas ¨¢reas de Europa. Saldremos de esta, porque no hay virus ni crisis que 100 a?os dure, y saldremos m¨¢s pronto que tarde. Pero ese ser¨¢ el momento m¨¢s peligroso: la gente no se rebela cuando las cosas est¨¢n mal, sino cuando sus expectativas se ven defraudadas. Si Biden ha acertado y Europa est¨¢ arrastrando los pies, es muy posible que el malestar crezca a esta orilla del Atl¨¢ntico; si Washington ha ido demasiado lejos, podemos estar ante la en¨¦sima fase de la revoluci¨®n conservadora y el cambio de r¨¦gimen haya sido un espejismo. Nos enfrentamos a la incertidumbre radical a trav¨¦s de los relatos, construyendo narrativas: Biden est¨¢ perge?ando la suya, y Europa, de momento, est¨¢ a verlas venir.
Cavafis lo escribi¨®, como siempre, mejor: la ciudad entera se hab¨ªa reunido a esperar a los b¨¢rbaros y reinaba el temor, el temblor, la esperanza de que esa irrupci¨®n les cambiara las vidas.
¡°El d¨®lar da mucho juego¡±
¡°La respuesta anticrisis de Washington es muy agresiva, en gran parte por la ventana de oportunidad pol¨ªtica tras la derrota electoral de los republicanos, pero adem¨¢s el privilegio exorbitante del d¨®lar le proporciona a Estados Unidos un espacio fiscal pr¨¢cticamente ilimitado; el d¨®lar da mucho juego y Biden lo ha utilizado al m¨¢ximo¡±, asegura Gian Maria Milesi-Ferretti, de Brookings. ¡°Europa ha hecho mucho, pero el d¨®lar marca la diferencia y los Gobiernos nacionales podr¨ªan ser m¨¢s agresivos a la vista de los retrasos con las vacunas y el Fondo de recuperaci¨®n: con tanta incertidumbre el papel de la pol¨ªtica fiscal tiene que ser m¨¢s ambicioso¡±, a?ade.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Econom¨ªa
- Estados Unidos
- Uni¨®n Europea
- Joseph Biden
- Barack Obama
- Neoliberalismo
- Casa Blanca
- Populismo
- Donald Trump
- John Maynard Keynes
- PIB
- Crecimiento econ¨®mico
- BCE
- Reserva Federal
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Crisis econ¨®mica coronavirus covid-19
- Crisis econ¨®mica
- Coyuntura econ¨®mica
- Recesi¨®n econ¨®mica
- Indicadores econ¨®micos
- Coronavirus
- Coronavirus Covid-19