Drama y confusi¨®n
En Ceuta hay un conflicto pol¨ªtico y un problema de llegada masiva de inmigrantes. Y no se puede jugar al desconcierto para justificar potenciales excesos
Me ha sorprendido el tono dram¨¢tico que ha utilizado el presidente S¨¢nchez al responder a Pablo Casado, en sede parlamentaria, sobre el nuevo episodio del eterno vaiv¨¦n conflictivo con Marruecos. No viene a cuento responder enf¨¢ticamente que Espa?a defender¨¢ por todos los medios la soberan¨ªa de Ceuta y Melilla. Los 8.000 inmigrantes que han entrado por la playa de El Tarajal no son mercenarios del rey de Marruecos para ocupar las plazas espa?olas. Son personas que huyen de su pa¨ªs en busca de una vida mejor y que han aprovechado la decisi¨®n de las autoridades marroqu¨ªes de abrir las vallas de la frontera.
Entiendo que S¨¢nchez, atrapado en el bucle de polarizaci¨®n que ha dejado tocado al PSOE en Madrid, busque ahora un motivo para apelar a la unidad nacional. Y entiendo tambi¨¦n que intente justificar una medida dif¨ªcil de explicar: el env¨ªo del ej¨¦rcito a las playas ceut¨ªes. Pero lo que no es aceptable es jugar a la confusi¨®n entre dos hechos distintos, aunque est¨¦n relacionados: el conflicto de vecindario y la cuesti¨®n de la inmigraci¨®n.
La relaci¨®n entre Espa?a y Marruecos viene cargada por un pasado colonial del que quedan todav¨ªa huellas importantes: Ceuta y Melilla, los dos ¨²nicos territorios europeos que quedan en ?frica, y el estatus del S¨¢hara Occidental. Si a ello a?adimos los inevitables roces entre vecinos, no nos puede sorprender que c¨ªclicamente aparezcan momentos de tensi¨®n, con los que Marruecos pretende presionar no s¨®lo a Espa?a sino tambi¨¦n a Europa en funci¨®n de sus intereses. Como ha ocurrido en anteriores momentos de tensi¨®n, este episodio pasar¨¢ y volver¨¢ la calma tensa hasta la pr¨®xima ocasi¨®n en que la monarqu¨ªa alauita vea una oportunidad para hacer notar su poder y su fuerza.
Por supuesto, los movimientos migratorios hacia Europa se han convertido en instrumento estrat¨¦gico para sacar r¨¦ditos del p¨¢nico europeo. Y la pol¨ªtica de la Uni¨®n, al subrogar el control de las llegadas de inmigrantes a los pa¨ªses vecinos, favorece la utilizaci¨®n de las personas como factor de presi¨®n, al tiempo que criminaliza al inmigrante.
Por tanto, distingamos: hoy, en Ceuta hay un conflicto pol¨ªtico y un problema de llegada masiva de inmigrantes. Y no se puede jugar a la confusi¨®n para justificar potenciales excesos. El problema pol¨ªtico reclama una acci¨®n permanente (y discreta) sin esperar a cada estallido. Y es all¨ª donde se demuestra el poder y la competencia de un Estado. El problema migratorio requiere una atenci¨®n a las personas a la que Europa lleva tiempo renunciando. La apelaci¨®n a la uni¨®n patri¨®tica frente a Marruecos forma parte del manual de distracci¨®n del personal que usan los gobernantes. Pero aqu¨ª no hay una guerra. Hay un conflicto pol¨ªtico entre Estados que s¨®lo se puede resolver con eficacia diplom¨¢tica. El verdadero drama es una crisis humanitaria que vemos cada d¨ªa en otros lugares de Espa?a y de Europa y hemos normalizado peligrosamente.
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