La mano izquierda de Dios
Los dos l¨ªderes progresistas m¨¢s influyentes del mundo son, curiosamente, devotos cat¨®licos: el Papa Francisco y Joe Biden
A los pol¨ªticos de izquierdas que, como Gabriel Rufi¨¢n, se r¨ªen de las ¡°serpientes que hablan¡± y las ¡°palomas que embarazan¡±, les sorprender¨¢ saber que, hoy d¨ªa, los dos l¨ªderes progresistas m¨¢s influyentes del mundo son, curiosamente, devotos cat¨®licos: el Papa Francisco y Joe Biden. Ambos se parecen m¨¢s a nuestras abuelas que al moderno urbanita de izquierdas, pues siempre llevan el rosario en el bolsillo.
No es una casualidad, pero tampoco una causalidad. El socialismo no es una extensi¨®n terrenal de los evangelios, como deseaban algunos curas rojos en los 70. De la doctrina cat¨®lica no se deriva una ideolog¨ªa de izquierdas (o derechas). Catolicismo y progresismo distan mucho de ser sin¨®nimos, pero, precisamente porque son conceptos diferentes, su combinaci¨®n puede ser enriquecedora. Uno aspira a la renovaci¨®n ¨¦tica (catolicismo), el otro a la pol¨ªtica (progresismo).
En su esencia desnuda, el catolicismo, y el cristianismo en general, es una llamada a amar al pr¨®jimo, basada en el libre albedr¨ªo individual; y el progresismo una s¨²plica a la justicia social, fundada en la acci¨®n del Gobierno. Son dos objetivos a menudo dif¨ªciles de casar, pero, si se articulan con ma?a, como intentan Francisco y Biden, el mensaje resultante es robusto. En una sociedad herida por los surcos del individualismo radical, con creciente desigualdad econ¨®mica y sensaci¨®n de orfandad, donde los hogares sin ingresos crecen al mismo ritmo que las recetas de ansiol¨ªticos, el Papa y el presidente norteamericano ofrecen un men¨² espiritual elaborado con los dos ingredientes que comparten la cocina cat¨®lica y la progresista: la igualdad y el sentido de comunidad.
Conocido es el compromiso de la izquierda con la igualdad, pero tambi¨¦n est¨¢ en la ra¨ªz del catolicismo. La buena nueva de esta religi¨®n es, como resumi¨® Pablo de Tarso, que ¡°ya no hay jud¨ªo ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer¡±.
Y conocido es el compromiso de la Iglesia con la comunidad, pero tambi¨¦n est¨¢ en la ra¨ªz del progresismo, de la socialdemocracia n¨®rdica a Kennedy. Biden lo recuper¨® en su discurso inaugural: ¡°Hace muchos siglos, San Agust¨ªn, un santo de mi Iglesia, escribi¨® que un pueblo es una multitud definida por los objetos comunes de su amor¡±.
Ni Francisco ni Biden lo tienen f¨¢cil. Nadan entre dos aguas muy diferentes, pero por eso marcan un rumbo tan firme. @VictorLapuente
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