Farsa en las urnas de Siria
El Asad busca legitimarse con una reelecci¨®n sin oposici¨®n, con la mitad de la poblaci¨®n desplazada o en el exilio y de espaldas al mundo
El presidente Bachar el Asad gan¨® hace siete a?os las elecciones para su tercer mandato con el 89% de los votos mientras iba perdiendo la guerra. Con la oposici¨®n en el exilio y la insurgencia acorralada en su reducto de Idlib, El Asad ha vuelto a organizar ahora un plebiscito farsa para intentar legitimar en las urnas la victoria militar tras una d¨¦cada de contienda civil. La intervenci¨®n rusa y el despliegue de fuerzas proiran¨ªes lo salvaron hace seis a?os de la derrota y lo mantienen, bajo tutela, al tim¨®n de un pa¨ªs devastado, del que solo controla dos terceras partes y con la mitad de sus 22 millones de habitantes desarraigados.
Lo que queda de una oposici¨®n en desbandada ha tachado los comicios de ¡°consolidaci¨®n de la tiran¨ªa¡± y de ¡°asesinato del proceso pol¨ªtico¡± auspiciado por Naciones Unidas para poner fin al conflicto. Con la celebraci¨®n de las elecciones, El Asad env¨ªa al mundo la se?al de que controla Siria y de que sigue siendo el ¨²nico interlocutor para la reconstrucci¨®n en una posguerra que nunca llega. Ante otros dos irrelevantes candidatos, habilitados por el propio r¨¦gimen para dar apariencia de competencia, el presidente ha escenificado su desaf¨ªo a la comunidad internacional depositando su voto en el suburbio de Duma, el ¨²ltimo feudo rebelde en Damasco, como s¨ªmbolo de su triunfo en el campo de batalla. Ante la condena de EE UU y varios pa¨ªses europeos a unas presidenciales ¡°no cre¨ªbles e ileg¨ªtimas¡±, El Asad ha replicado con desd¨¦n que ¡°la validez de esas opiniones es igual a cero¡±.
En medio de la carest¨ªa de los alimentos, la brutal devaluaci¨®n de la libra siria frente al d¨®lar o la escasez de combustible en un pa¨ªs con yacimientos de petr¨®leo (ahora en manos de las milicias kurdas aliadas de EE UU), el Gobierno achaca la miseria de su pueblo a las sanciones internacionales, empezando por las de Washington y Bruselas. Pero El Asad sigue sin admitir que es precisamente su bloqueo al proceso de di¨¢logo y reconciliaci¨®n con la oposici¨®n auspiciado por la ONU lo que desencadena el castigo econ¨®mico.
La resoluci¨®n 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU prescribi¨®, ya en 2015, que los comicios tienen que ser convocados y supervisados por la comunidad internacional, tras una negociaci¨®n entre Gobierno y oposici¨®n, para garantizar la participaci¨®n de m¨¢s de cinco millones de refugiados y exiliados y de seis millones de desplazados internos sin colegio electoral asignado, o de los millones de sirios cercados en Idlib o aislados en los territorios bajo control kurdo. Sin el aval de Naciones Unidas, las presidenciales en las que El Asad ha pretendido legitimarse y afianzarse son solo una farsa organizada por un clan familiar que rige los destinos de Siria desde hace m¨¢s de medio siglo y que no ha vacilado en bombardear a su propio pueblo para mantenerse en el poder.
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