Comit¨¦

A veces una palabra es como un paisaje, le trae a uno recuerdos de momentos felices y charlas con amigos. Me pasa con la voz ¡°¨¦tica¡±, de la que me ocup¨¦ bastante en mis vidas anteriores. Cuando la oigo algo se me despierta dentro, como el caballo del Libro de Job al que el clar¨ªn llama al combate. Ahora estoy perplejo ante ese comit¨¦ de bio¨¦tica consultado sin compromiso por el Gobierno para saber si debe pedirse una aceptaci¨®n firmada a quienes, vacunados la primera vez con AstraZeneca, quieran repetir f¨¢rmaco en la segunda y no mudarse a Pfizer. Me imagino ¨Dcon un escalofr¨ªo¨D en ese comit¨¦ y me abruma el compromiso, porque la verdad es que no s¨¦ nada de las diversas marcas de vacunas salvo lo que dicen los medios, no siempre un¨¢nimes en sus opiniones. ?Deben explicitar su preferencia los que quieran AstraZeneca y no otra marca? ?Por qu¨¦? ?Est¨¢ bien informada la gente sobre los efectos de cada vacuna o les pasa como a m¨ª, que deben creer a unos expertos u otros seg¨²n les d¨¦? Y sobre todo ?qu¨¦ tiene que ver eso con la ¨¦tica, Kant nos asista?

Seg¨²n cuenta Voltaire en sus Cartas inglesas, las primeras que se arriesgaron a recibir la vacuna de la viruela fueron las ni?as circasianas: las mujeres de esa etnia eran de insuperable belleza y un rostro estropeado por las p¨²stulas causaba la ruina de la familia. En el C¨¢ucaso opinaban otros comit¨¦s de ¨¦tica que los nuestros... El ¨²nico precepto con algo de contenido moral que se me ocurre sobre el tema pand¨¦mico es que debemos vacunarnos en cuanto podamos y con lo que podamos. Por nuestro bien, por los dem¨¢s, por el fr¨¢gil e imprescindible sistema sanitario. Hay originales que se niegan a vacunarse: conf¨ªan en los cient¨ªficos cuando dise?an un avi¨®n pero no una vacuna. Son supersticiosos de alta gama, los peores...