Met¨¢fora del trabajo y ¡®burnout¡¯ sobre el cuerpo de Yolanda D¨ªaz
El anuncio de la vicepresidenta de que paraba por prescripci¨®n m¨¦dica desat¨® muchas respuestas ofensivas
¡°Este mi¨¦rcoles ten¨ªa una intensa jornada de trabajo que el m¨¦dico me ha prescrito cancelar por motivos de salud. Hay d¨ªas en los que nuestro cuerpo nos exige parar y que nos cuidemos para poder seguir. Espero recuperarme pronto con toda la fuerza¡±. As¨ª es como anunci¨® en Twitter la ministra de Trabajo que no pod¨ªa m¨¢s, que ten¨ªa que frenar, cancelar, no asistir, parar. Y a continuaci¨®n un r¨ªo de respuestas, algunas de ¨¢nimo, muchas condenatorias y otras tantas ofensivas. ¡°Lo que hay que o¨ªr, jajajajaja, se ha puesto malita¡±, leo en un tuit. ¡°Un aut¨®nomo aunque est¨¦ medio muerto va a trabajar¡±, asegura otro. Curiosamente, con este breve comunicado, la ministra se ha convertido en una excelente met¨¢fora del estr¨¦s laboral que la pandemia ha disparado. Y como buena met¨¢fora de la realidad ha despertado interpretaciones por doquier. Si bien, todas ellas est¨¢n unidas por una misma religi¨®n: la del trabajo remunerado.
Creo que por eso tanto el tuit de Yolanda D¨ªaz como las diversas reacciones son fiel reflejo de una sola moral y una sola fe, que no entienden de izquierdas ni derechas a la hora de afrontar el tema del trabajo. Tampoco de aut¨®nomos frente a trabajadores por cuenta ajena. Porque en la religi¨®n del empleo todos estamos de acuerdo en que el trabajo es sagrado y merece todos los sacrificios humanos que podamos ofrecerle. N¨®tese en este sentido c¨®mo Yolanda D¨ªaz subraya que va a ¡°parar¡± porque el m¨¦dico lo ha prescrito, que es una manera de decir que lo har¨¢ porque es absolutamente obligatorio y ajeno a su voluntad. Claro que siempre podr¨ªa desobedecer al m¨¦dico, pensar¨¢n algunos. Y por eso subraya ella que a veces ¡°nuestro cuerpo exige parar¡±. Como si la mente no pudiera hacerlo sola. Como si nuestra idea del trabajo nos obligara a rendir m¨¢s all¨¢ de nuestros l¨ªmites, a aceptarlo todo (incluso lo inaceptable) y a no parar jam¨¢s. Salvo que nuestro cuerpo no resista, que caiga desplomado. ?Deber¨ªamos llamar trabajo o mejor esclavitud a una obligaci¨®n de este tipo? Me pregunto qu¨¦ pasar¨ªa si Yolanda hubiera tuiteado simplemente: ¡°Siento que necesito parar.¡± O: ¡°Me he dado cuenta de que no soporto el estr¨¦s laboral al que estoy sometida.¡± Impensable y sacr¨ªlego.
Los expertos m¨¦dicos llaman burnout al s¨ªndrome que provoca el estr¨¦s laboral cr¨®nico y a partir de 2022 la OMS lo reconocer¨¢ como enfermedad profesional. Sin embargo, y a pesar de que la pandemia ha convertido el burnout en tendencia, debido a que el teletrabajo a destajo ha hecho mucho m¨¢s dif¨ªcil diferenciar la vida personal de la laboral, son muchos los que a¨²n consideran que es imprescindible asistir al trabajo aunque la salud (o la propia vida) est¨¦n comprometidas. Y otros tantos (los m¨¢s peligrosos) quienes consideran que en el trabajo hay que aguantarlo todo, como si no fuera una forma de organizaci¨®n social donde el bienestar deba ser una exigencia. A lo mejor por eso, no importa d¨®nde mires o preguntes, la repuesta es un¨¢nime: no puedo m¨¢s. Y la acci¨®n que le sigue tambi¨¦n lo es: no puedo m¨¢s pero sigo adelante. Un poco m¨¢s, un d¨ªa m¨¢s, una reuni¨®n m¨¢s. Mientras el cuerpo aguante.
Cada d¨ªa resulta m¨¢s llamativo comprobar c¨®mo por m¨¢s carga intelectual que implique un trabajo, nadie parece capaz de utilizar la raz¨®n para gestionarlo. Y en todos los ¨¢mbitos ¡ªincluidos cient¨ªficos, creativos y por supuesto de gesti¨®n o direcci¨®n¡ª ante los problemas de sobrecarga, estr¨¦s o malestar laboral se termina por aceptar el maltrato como parte del car¨¢cter. Del car¨¢cter del trabajo y de nuestro propio car¨¢cter. El trabajo es una maldici¨®n porque nos somete y es una bendici¨®n porque en estos tiempos es escaso. As¨ª que convivimos con la maldici¨®n y la bendici¨®n como si fueran la misma cosa. El castigo y la recompensa se confunden. El sacrificio y el beneficio, tambi¨¦n. Estamos en el ¨¢mbito de lo sagrado.
La parada de la ministra atenta no solo contra la consagraci¨®n del trabajo como una explicaci¨®n del sentido de la vida, sino contra la vida misma, tal como la entendemos. Contra lo que somos, contra las evidencias patol¨®gicas de nuestra sociedad laboral.
El coronavirus ha venido a demostrar que al trabajo le falta flexibilidad para lidiar con las crisis vitales. Y no hablo solo de las econ¨®micas, que tambi¨¦n. Me refiero a que la organizaci¨®n del trabajo tal y como hoy lo entendemos es incapaz de dialogar con la vida de los trabajadores y mucho menos de conciliarse con ella. Ya sabemos que nuestro sistema de producci¨®n es causante de la crisis clim¨¢tica pero esta pandemia nos ha desvelado que tambi¨¦n es causa directa de muchas crisis vitales. Sin embargo, no es un tema del que se pueda hablar. Hemos decidido suspender el juicio, dado que a todos los vicios del trabajo se ha sumado este a?o el peor de todos, el de la incertidumbre generalizada. Me refiero a la posibilidad de perderlo, la ansiedad de haberlo perdido o la precariedad de no encontrar uno jam¨¢s. Por eso ahora m¨¢s que nunca la maldici¨®n del trabajo deber¨¢ ser entendida como una aut¨¦ntica bendici¨®n. Y esa ambivalencia es una carga sobre todas las mentes, todos los cuerpos, todas las vidas y todas las empresas. Esa dualidad insoportable es lo que nos har¨¢ a muchas y a muchos estallar en eso que llaman burnout. As¨ª las cosas, la maldici¨®n est¨¢ clara. Lo de la bendici¨®n supongo que ser¨¢ cuesti¨®n de fe.
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