Un abismo que se ensancha
Nicaragua se encamina a unas elecciones sin libertades y donde el Estado de derecho ha dejado de existir
Para el r¨¦gimen en Nicaragua la mejor de las soluciones ser¨ªa que las elecciones que seg¨²n la Constituci¨®n y las leyes deben realizarse en noviembre de este a?o, fueran nada m¨¢s un tr¨¢mite burocr¨¢tico, o, mejor que eso, que no existieran del todo. Que no existieran los partidos pol¨ªticos de oposici¨®n, ni tampoco los candidatos capaces de desafiar la cuarta reelecci¨®n consecutiva de Daniel Ortega.
Esta es una antigua idea sacada del leninismo de manual acondicionado al tr¨®pico, donde, de todas maneras, el vicio de la reelecci¨®n es m¨¢s viejo que la Revoluci¨®n de Octubre. La supuesta escogencia, ya tan obsoleta, sigue siendo entre democracia burguesa o democracia proletaria, aunque, en fin de cuentas, no es sino otra m¨¢s simple: poder temporal, con alternancia democr¨¢tica, o poder para siempre a toda costa.
La democracia representativa sale sobrando en la simpleza de este credo, porque la existencia de varios partidos en competencia, reza el alegato ideol¨®gico, s¨®lo provoca disensiones. Entonces, la panacea, por mucho que huela a naftalina, es el partido ¨²nico.
Los viejos telones rotos ense?an el tinglado de trampas y artima?as donde estas elecciones van a representarse. Al Consejo Supremo Electoral, de absoluta obediencia al r¨¦gimen, tocar¨¢ calcular de antemano la cifra abrumadora de votos con que el candidato oficial a presidente y su esposa, candidata a vicepresidenta, ganar¨¢n las elecciones; y decidir, de antemano tambi¨¦n, cu¨¢ntos asientos tendr¨¢ su partido en la Asamblea Nacional; no menos de dos tercios, por supuesto, lo que les garantiza el control absoluto.
Hallarse a la cabeza de las encuestas de opini¨®n, vuelve indeseable a un aspirante a la candidatura presidencial en estas condiciones. Es lo que ha ocurrido con Cristiana Chamorro, hija del periodista Pedro Joaqu¨ªn Chamorro, asesinado por la anterior dictadura de Somoza en 1978, y de Violeta Barrios de Chamorro, quien gan¨® las elecciones de 1990 que pusieron fin a la dram¨¢tica d¨¦cada de la revoluci¨®n.
Cristiana, quien presidi¨® la Fundaci¨®n Violeta Barrios de Chamorro, dedicada a promover la libertad de expresi¨®n, est¨¢ siendo acusada del delito de lavado de dinero, y sus cuentas bancarias han sido congeladas, han allanado su domicilio, la han dejado incomunicada, con la casa por c¨¢rcel, y le han quitado sus derechos pol¨ªticos, inhibi¨¦ndola sin que exista ninguna sentencia judicial condenatoria, para que no pueda ser candidata.
Dos funcionarios de la Fundaci¨®n han sido llevados a la c¨¢rcel, porque una atrabiliaria ley faculta al Estado a detener por tres meses a personas sujetas a investigaci¨®n penal, con lo que el derecho de habeas corpus, que es una garant¨ªa universal, queda anulado. Dos presos pol¨ªticos m¨¢s, que se suman a los cerca de cien que ya hab¨ªa antes.
Todos los periodistas que han recibido alguna vez respaldo econ¨®mico de la Fundaci¨®n Violeta Barrios de Chamorro, o becas, est¨¢n siendo llamados a declarar a cuenta de un delito inexistente, y tambi¨¦n como una manera de amedrentarlos. Algunos de ellos han sido ya indiciados, y no pueden salir del pa¨ªs.
La Fundaci¨®n Luisa Mercado, que yo presido, y que realiza cada a?o el Festival Centroam¨¦rica Cuenta, ha firmado convenios con la Fundaci¨®n Violeta Barrios de Chamorro para organizar talleres y mesas sobre nuevo periodismo en el marco del festival, que tiene relieve internacional. Fui llamado a declarar ante la Fiscal¨ªa por este motivo, a pesar de que no hay nada oculto ni nada que no sea legal en esos convenios.
El pretexto de la acusaci¨®n de lavado de dinero es que la Fundaci¨®n Violeta Barrios de Chamorro us¨® fondos de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) del Gobierno de Estados Unidos.
Los organismos no gubernamentales de Nicaragua reciben apoyo de gobiernos de otros pa¨ªses, y de agencias internacionales. Ya Ortega mand¨® aprobar una ley que obliga a quienes obtienen fondos de estas fuentes, a declararse agentes extranjeros, y con eso pierden sus derechos pol¨ªticos. Pero no es la que se est¨¢ aplicando en este caso.
Han buscado el nombre de un delito que evoque al crimen organizado, por absurdo que pueda ser. El lavado de dinero, de acuerdo con el Grupo de Acci¨®n Financiera Internacional (GAFI) s¨®lo existe cuando se busca legitimar fondos ¡°generados por actividades ilegales o criminales, por ejemplo, narcotr¨¢fico, contrabando de armas, corrupci¨®n, desfalco, extorsi¨®n, secuestro, pirater¨ªa¡±.
Ahora, otro aspirante presidencial, Arturo Cruz Sequeira, ha sido apresado en el aeropuerto al entrar al pa¨ªs procedente de Estados Unidos, y acusado de violar la ¡°Ley de Defensa de los derechos del pueblo a la independencia, la soberan¨ªa y autodeterminaci¨®n para la paz¡±, por ¡°incitar a la injerencia extranjera¡±. Esta es una ley que castiga a¨²n el acto de ¡°aplaudir¡± la imposici¨®n de sanciones impuestas desde fuera contra el r¨¦gimen o personas de la maquinaria oficial.
Estas son, pues, las elecciones que se avecinan en Nicaragua. Unas elecciones donde no habr¨¢ candidatos oponentes, m¨¢s que aquellos cortados a la medida de la representaci¨®n teatral, que tiene un guion inflexible. Una falsa campa?a electoral, unas elecciones de resultados ya sabidos desde antes, y con unos ganadores asegurados de antemano.
Todo esto lo que demuestra es que el Estado de derecho dej¨® de existir en Nicaragua. Lo dem¨¢s es ficci¨®n y remedo. Y mientras tanto, el abismo se ensancha a nuestros pies.
Sergio Ram¨ªrez es escritor, premio Cervantes 2017.
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