Verdades y mentiras sobre salud mental y pandemia
Los estudios demuestran que tras un desastre natural la mayor¨ªa de las personas se adapta a las situaciones estresantes sin desarrollar ning¨²n tipo de psicopatolog¨ªa grave
Desde hace unos meses se auguran olas o tsunamis de enfermedades mentales como resultado de la pandemia. Pero estas predicciones, en principio, no se ajustan a lo que sabemos sobre el impacto psicol¨®gico de las experiencias traum¨¢ticas colectivas. Lo que han demostrado los estudios es que, por ejemplo, tras un desastre natural la gran mayor¨ªa de las personas se adapta a estas situaciones estresantes sin desarrollar ning¨²n tipo de psicopatolog¨ªa grave.
Es cierto, sin embargo, que cada tragedia colectiva tiene sus ...
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Desde hace unos meses se auguran olas o tsunamis de enfermedades mentales como resultado de la pandemia. Pero estas predicciones, en principio, no se ajustan a lo que sabemos sobre el impacto psicol¨®gico de las experiencias traum¨¢ticas colectivas. Lo que han demostrado los estudios es que, por ejemplo, tras un desastre natural la gran mayor¨ªa de las personas se adapta a estas situaciones estresantes sin desarrollar ning¨²n tipo de psicopatolog¨ªa grave.
Es cierto, sin embargo, que cada tragedia colectiva tiene sus propias caracter¨ªsticas, as¨ª que necesitamos m¨¢s tiempo para entender el verdadero alcance de esta pandemia global en la salud mental de la poblaci¨®n. Pero, ?qu¨¦ podemos concluir hasta este momento? Algo importante es que los suicidios no han aumentado. As¨ª lo corroboran varias investigaciones, incluida una publicada en The Lancet elaborada con datos de 21 pa¨ªses, entre los que se encuentra Espa?a. Tampoco parece que hay evidencia que permita afirmar que se ha producido un incremento de diagn¨®sticos de trastornos mentales graves, es decir, aquellos que tienden a causar una mayor discapacidad, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, aunque no cabe duda de que los problemas de este grupo se han agravado con la covid-19 por la dificultad de acceder a los servicios psicosociales.
Finalmente, algunos de los estudios recientes m¨¢s rigurosos, como los de la Universidad de Connecticut en Estados Unidos o el de la Universidad de Sheffield en Reino Unido, concluyen que durante el peor momento de la pandemia, la poblaci¨®n, l¨®gicamente, experiment¨® altos niveles de ansiedad, estr¨¦s, y tristeza. Estos niveles han ido disminuyendo a medida que la situaci¨®n ha mejorado. Los estudios tambi¨¦n sugieren que los grupos m¨¢s afectados han sido los adolescentes y j¨®venes, las personas con enfermedades mentales previas, y las clases sociales m¨¢s desfavorecidas.
Aunque esa avalancha de patolog¨ªa cl¨ªnica que se vaticin¨® desde los medios no parece haberse producido, no hay duda de que la pandemia ha causado altos niveles de sufrimiento a muchos, como a los familiares de personas fallecidas o al personal sanitario. Pero el sufrimiento no siempre es sin¨®nimo de enfermedad mental. Como dec¨ªa Victor Frankl, el psiquiatra austr¨ªaco que perdi¨® a su familia en los campos de concentraci¨®n nazis, ¡°una reacci¨®n anormal a una situaci¨®n anormal, es un comportamiento normal¡±.
Pero hoy, los altos niveles de ansiedad y estr¨¦s padecidos durante la pandemia han llevado a muchos ciudadanos a buscar ayuda psicol¨®gica. Todo esto ha expuesto las tremendas grietas del sistema p¨²blico de salud mental en Espa?a y en muchos otros pa¨ªses. Porque nos encontramos claramente ante una crisis, aunque esta exist¨ªa mucho antes de que llegara la pandemia. Antes de marzo de 2020 ya se suicidaban una media de 10 personas en Espa?a a diario, la ansiedad y los trastornos depresivos estaban en alza, e ¨ªbamos a la cabeza de Europa en el consumo de ansiol¨ªticos. Por eso, aunque los problemas de atenci¨®n a la salud mental en el sistema p¨²blico anteceden a la covid-19, la coyuntura actual ofrece una buena oportunidad para atajar esta situaci¨®n. Ser¨ªa una tragedia que los pol¨ªticos y responsables p¨²blicos actuaran de una forma impulsiva y apresurada, y se gastaran los recursos en intervenciones sin base cient¨ªfica y sin impacto real.
Se necesita aprobar un plan nacional de prevenci¨®n de suicidios. Los trastornos mentales, o del comportamiento, son fen¨®menos complejos, cuyas causas son biol¨®gicas, psicol¨®gicas, y sociales, y por lo tanto, cualquier acci¨®n para su prevenci¨®n y tratamiento debe ser igualmente compleja y huir de reduccionismos. Ser¨ªa muy recomendable que antes de acometer pol¨ªticas p¨²blicas en este acampo se busque el asesoramiento de un grupo multidisciplinar de expertos que incluya psiquiatras, psic¨®logos cl¨ªnicos, comunitarios y jur¨ªdico-forenses. Adem¨¢s, hay que dar voz a las personas afectadas por la enfermedad mental. Hay que identificar las ¨¢reas en las que se necesita investigar y recabar datos e invertir en ellas, porque ning¨²n plan de prevenci¨®n ser¨¢ efectivo si carece de esta informaci¨®n.
No existe ya ninguna duda de la importancia que tienen los determinantes sociales en la salud mental, y por eso para prevenir estos trastornos hay que disminuir las desigualdades sociales. Existen muchos estudios que apoyan esta tesis, por ejemplo, recientemente se ha publicado una amplia investigaci¨®n del Instituto Noruego de Salud P¨²blica. Pero el hecho de que las desigualdades sociales jueguen un papel crucial en la salud mental no implica que todos los trastornos sean ¨²nicamente un constructo social, o que los problemas psicol¨®gicos vayan a desaparecer en el caso ut¨®pico de que estas desigualdades desaparezcan.
En Espa?a es necesario aumentar los ratios de psic¨®logos y psiquiatras por habitante en la sanidad p¨²blica y en atenci¨®n primaria en particular. Solo de esta manera, las terapias dejar¨¢n de ser un privilegio de pocos para convertirse en un derecho de todos.
A lo largo de la historia siempre han sido importante los consejos que una persona recibe de otra que tiene buena fe y experiencia. No obstante, cuando se trata de trastornos mentales y experiencias traum¨¢ticas, estos consejos bienintencionados no son suficientes. Aunque todos tengamos psicolog¨ªa, no todos sabemos sobre psicolog¨ªa. Animo a los pol¨ªticos a que escuchen a los expertos en salud mental, especialmente a aquellos que se apoyan en la evidencia cient¨ªfica para abordar estos problemas que nos ata?en a todos.
Virginia Barber es doctora en psicolog¨ªa cl¨ªnica y forense y dirige el departamento de salud mental de la c¨¢rcel de Nueva York. Ha escrito M¨¢s all¨¢ del bien y del mal (Debate).