Per¨²: jugando con fuego
El proceso de confrontaci¨®n impulsado por quienes no quieren aceptar los resultados electorales apunta a una polarizaci¨®n transversal en la sociedad
A casi tres semanas del ballotage del 6 de junio entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori, a¨²n sin una proclamaci¨®n oficial por la autoridad electoral, hay quienes est¨¢n tensando la situaci¨®n y empujando al Per¨² al borde del abismo, a la ruptura de la institucionalidad democr¨¢tica. Jugando con fuego, como si el pa¨ªs no quemara ya.
El proceso de confrontaci¨®n impulsado por quienes no quieren aceptar los resultados electorales apunta a una polarizaci¨®n transversal en la sociedad. En pocas semanas, ciertos espacios han retrocedido d¨¦cadas (o siglos) a tiempos inquisitoriales. Poniendo en primer plano la intolerancia, el racismo y el m¨¢s rampl¨®n macartismo. Se dicen y escuchan llamados a golpes de Estado, pedidos inconstitucionales para repetir las elecciones, mentiras por doquier, adem¨¢s de gritos de ¡°comunista¡± o ¡°terrorista¡± contra cualquiera que no apoye las pretensiones de estos sectores. Tr¨¢gica analog¨ªa con situaciones como las que, por ejemplo, precedieron a la guerra civil espa?ola.
Nadie ha podido brindar alg¨²n sustento a la tesis de fraude. Esto, pese a la campa?a emprendida por la virtual perdedora de la elecci¨®n, Keiko Fujimori, para tratar de convencer a la gente de ello, al apoyo de los grandes medios y a la dedicaci¨®n ¡ªsin ¨¦xito¡ª de algunos de los m¨¢s grandes despachos lime?os de abogados. La OEA, la misi¨®n de la UE, otras misiones internacionales (cerca de una veintena), la Defensor¨ªa del Pueblo, que en el Per¨² es realmente independiente, han certificado la transparencia y calidad del proceso electoral.
El Gobierno de EE UU, por su parte, no solo ha calificado el proceso de ¡°libre, justo, accesible y pac¨ªfico¡± sino como ¡°un modelo de democracia en la regi¨®n¡±. Oportuna ¡ªe inusual¡ª calificaci¨®n orientada a frenar las abiertas amenazas de golpe de Estado y, se entiende, de cualquier otra contra la institucionalidad constitucional
Las entidades privadas m¨¢s calificadas en estudio y seguimiento de elecciones tampoco encuentran sustento a la idea de un fraude. Ipsos, por ejemplo, revis¨® las 86 mil actas electorales y comprob¨® que la porci¨®n de actas ¡°at¨ªpicas¡± era no solo ¨ªnfima (2,3%), sino exactamente de la misma magnitud en beneficio tanto de Castillo como de Fujimori y que no afectaba el resultado final.
Siendo as¨ª las cosas, y mientras lo peor de odios y esp¨ªritus confrontativos es promovido por ese sector extremista, preocupan particularmente dos din¨¢micas que hoy se esparcen al galope: una gran contradicci¨®n y una gran intolerancia. Din¨¢micas no solo toleradas sino impulsadas en parte por personas que otrora apostaron por la democracia.
Gran contradicci¨®n: quienes no quieren reconocer los resultados dec¨ªan que respetar¨ªan lo que resuelva la justicia electoral. Fant¨¢stico si as¨ª fuera, pero no es cierto. Han debido actuar con coherencia y respeto a la independencia de esa justicia electoral y la democracia, en vez de exigirle que cambie las reglas y procedimientos en pleno partido.
Numerosos intentos de dilataci¨®n de la proclamaci¨®n han venido de la mano de tambores de guerra, llamados al golpe de Estado y acoso contra la autoridad electoral. Con sistem¨¢ticos ataques solo por negarse a la arbitrariedad de cambiar en medio del proceso electoral los procedimientos y los plazos que fij¨® previamente la ley. La ¨²ltima movida es pasar del golpe de Estado al ¡°golpe lento¡±: dejar sin quorum al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) con la renuncia este mi¨¦rcoles de un integrante que les es af¨ªn; renuncia prohibida por la ley en medio de un proceso electoral.
En paralelo, estos sectores extremistas estimulan que hordas organizadas y violentas bloqueen desde hace m¨¢s de dos semanas la casa del presidente del JNE, el juez Jorge Salas, y a que se le acose y agravie tanto por redes como por los medios de comunicaci¨®n tradicional.
Por otro lado, preocupa la gran intolerancia: para quienes no quieren reconocer los resultados electorales, son ¡°comunistas¡± todos quienes respetan el proceso democr¨¢tico y se?alan que hay que atenerse a lo que decida la autoridad. Han planteado desde un golpe militar, hasta olvidarse del orden constitucional y anular la elecci¨®n del 6 de junio y, ahora, a trabar el funcionamiento del JNE dej¨¢ndolo sin quorum para que no concluya su trabajo y proclame a Castillo como presidente electo.
En esa din¨¢mica corrosiva, quien no est¨¢ de acuerdo con estas ilegalidades y trampas, o si afirma lo obvio, que Pedro Castillo gan¨® las elecciones, pasa a ser parte de aquellas personas con las que no se puede ni debe hablar. Y si el cuestionado procede del mundo andino, peor a¨²n. Se ponen a flote, como pocas veces antes, las peores expresiones de racismo. Peligroso, pues, ese nivel de desprecio por lo ind¨ªgena, como por la democracia, hoy exacerbado.
El pa¨ªs que lider¨® el crecimiento regional buena parte de los ¨²ltimos veinte a?os, est¨¢ siendo vuelto, de pronto, a la intolerancia y la barbarie. El aliento de un golpe militar o de una ruptura institucional en pleno bicentenario de la independencia, es una barbaridad que ning¨²n grupo de oficiales sensato llevar¨ªa a cabo. No solo porque violar¨ªa la Constituci¨®n, sino porque ser¨ªa insostenible. Llevar¨ªa al Per¨² al aislamiento internacional, el colapso de su econom¨ªa y a un curso de guerra civil.
?No ser¨ªa bueno escuchar al intelectual Mario Vargas Llosa dejar de lado el silencio sobre estas amenazas reales a la institucionalidad democr¨¢tica? No est¨¢ al margen, pues a ellas viene contribuyendo ¡ªactiva e intensamente¡ª junto con otros que otrora batallaron por la democracia.
Apuntando en una direcci¨®n distinta, positiva, ?hacia d¨®nde podr¨ªan ¡ªdeber¨ªan¡ª ir las cosas para que la democracia peruana no colapse? Podr¨ªan ir bien en dos tiempos.
Primero, dejar ¡ªlo elemental¡ª que la autoridad electoral termine el trabajo que le falta resolviendo algunas pocas apelaciones pendientes y proclame al triunfador. Ya est¨¢ claro qui¨¦n es, y voltear la p¨¢gina lo m¨¢s pronto posible es lo que procede. La torpe imitaci¨®n de la conducta prepotente y contra ley de Trump de enero de este a?o, es algo que ninguna sociedad merece.
Segundo, la gobernabilidad. Deber¨ªa ser el principio-gu¨ªa del an¨¢lisis y de las principales decisiones en este momento, en vez de la generaci¨®n gratuita de tensiones, la bravuconer¨ªa y el inaceptable racismo. ?C¨®mo?
Salir del foso de confrontaci¨®n e intolerancia requiere concertar. Es lo que Pedro Castillo tendr¨¢ que hacer desde que sea proclamado. Tanto para armar el Gobierno que deber¨ªa instalar el 28 de julio, como para poder gobernar luego. Porque no solamente no cuenta con mayor¨ªa parlamentaria, sino que podr¨ªa encontrar una al frente que decida hacerle la vida imposible. Tendr¨¢, pues, que armar la suya en un contexto segmentado con m¨¢s de 10 agrupaciones pol¨ªticas.
La buena noticia: el Per¨² cuenta con positivas condiciones econ¨®micas y fiscales en la regi¨®n. Buenas condiciones, pues, para inversi¨®n p¨²blica importante en salud y educaci¨®n, dos sectores que notablemente fueron la cenicienta desde mucho antes de la pandemia.
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