Diabetes
Alimentos procesados, discursos procesados¡ Los primeros producen obesidad m¨®rbida; los segundos, opacidad mental
Cuando a los pueblos no se les puede ofrecer pan, se les da ret¨®rica. La ret¨®rica no alimenta, pero empacha. El problema de algunos alimentos y de algunos discursos pol¨ªticos es que son muy f¨¢ciles de adulterar. Ayer me compr¨¦ un cuarto de mortadela envasada al vac¨ªo que conten¨ªa una porci¨®n considerable de harina de guisantes. No me di cuenta hasta que llegu¨¦ a casa y le¨ª tranquilamente la composici¨®n. Lo peor es que, pese a no aportarme las calor¨ªas que deber¨ªan contener esos 250 gramos, estaba rica de sabor. Incluso muy rica. Significa que la ret¨®rica bien elaborada gusta al paladar. ?Acaso no nos encanta la frase de Churchill seg¨²n la cual s¨®lo pod¨ªa ofrecer a su pueblo sangre, sudor y l¨¢grimas? ?Y aquella otra de Kennedy?: ¡°No preguntes lo que Am¨¦rica puede hacer por ti, sino lo que t¨² puedes hacer por Am¨¦rica¡±. Fant¨¢sticas. Sin apenas prote¨ªnas, de acuerdo, pero con altos contenidos en productos saciantes. ?Y aquel ¡°puedo prometer y prometo¡± de Adolfo Su¨¢rez, que se repet¨ªa a lo largo de un discurso, del que por cierto no recordamos nada, como una cantinela hipnotizante?
Los decorados verbales funcionan, de ah¨ª que haya especialistas en discursos del mismo modo que en el cine o en el teatro hay tramoyistas. Como espectadores, no distinguimos un cuarto de ba?o de atrezo de uno de verdad. Dado que somos carne de telediario, tampoco sabemos cu¨¢ndo la indignaci¨®n de Casado o de Aragon¨¨s, por poner un par de ejemplos, es real o mera harina de guisantes introducida en un embutido presente en todas las grandes superficies. Alimentos procesados, discursos procesados¡ Los primeros producen obesidad m¨®rbida; los segundos, opacidad mental. Vivimos f¨ªsica y mentalmente ah¨ªtos, pero al borde de la diabetes, claro.
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