Ningunear a los cient¨ªficos
La idea de Johnson de que cada uno es competente y responsable para decidirlo todo puede arrastrarnos a un escenario m¨¢s incierto que el de las variantes nuevas de un virus
Al final no se permitir¨¢ la presencia de p¨²blico en los estadios ol¨ªmpicos de Tokio. El repunte de contagios de coronavirus ha hecho dar marcha atr¨¢s al Gobierno japon¨¦s. Yoshihide Suga se ha resistido durante meses a imponer esa restricci¨®n que le aconsejaban las autoridades sanitarias y cada vez m¨¢s ciudadanos. No quer¨ªa que le pasara factura en las elecciones de finales de a?o, pero finalmente ha tenido que hacerlo en el marco de un nuevo estado de emergencia en la capital. Ya van cuatro desde que empez¨® la pandemia.
Suga era, junto a Boris Johnson, el ejemplo de gobernante que va en contra de sus asesores cient¨ªficos. Con su rectificaci¨®n, el primer ministro brit¨¢nico se queda solo. En el Reino Unido se han disparado tambi¨¦n los positivos por la variante delta, pero Johnson sigue con su plan de levantar las restricciones el 19 de julio en Inglaterra (Escocia, Gales e Irlanda del Norte van por libre). Se confirmar¨¢ en unos d¨ªas, pero seguramente tanto la mascarilla como la distancia social pasar¨¢n a ser voluntarios. Los vacunados no tendr¨¢n que guardar cuarentena ni registrarse al entrar a un bar si no quieren. No es que los datos lo justifiquen, es que hay que seguir viviendo, insisten desde Downing Street. Todo esto a muchos expertos les parece un disparate, cuando no una negligencia grave. De rebote, se traspasa toda la responsabilidad a los ciudadanos.
Johnson llevaba demasiados meses queriendo anunciar que todo hab¨ªa terminado, pero cada vez que iba a dar el titular, los datos se lo estropeaban. En diciembre, cuando empez¨® la vacunaci¨®n, ya se hablaba de V-Day, D¨ªa de la Victoria, en referencia a la derrota de los nazis en 1945. Pero ya lo dijo Justin Lessler, epidemi¨®logo de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos: no va a llegar un d¨ªa exacto en que lancemos fuegos artificiales y pasemos p¨¢gina por completo. Los historiadores que se dedican a estudiar las epidemias hablan de dos finales: uno m¨¦dico, cuando la incidencia y la mortalidad caen, y uno social, porque se reduce el miedo de la poblaci¨®n y se alivian las restricciones. Lo ideal es que coincidan, pero es muy improbable cuando intervienen tantos sistemas sanitarios y sociales distintos.
Las vacunas, y los cient¨ªficos, junto con los sanitarios, son quienes nos est¨¢n llevando al final de la pandemia. No tiene sentido alabarlos, ficharlos para que formen parte de comit¨¦s asesores, quemarlos ante los medios, y despu¨¦s ningunearlos. La idea de Johnson de que cada ciudadano es competente y responsable para decidirlo todo, incluso aquello que puede atentar contra la salud de los dem¨¢s, es una trampa neoliberal de libro, y puede arrastrarnos a un escenario m¨¢s incierto que el de las variantes nuevas de un virus. @anafuentesf
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