Matones de instituto en la red
Las redes nos han robado los rostros, haci¨¦ndonos insensibles al dolor que podemos provocar
Suced¨ªa en las clases del instituto, en esa edad cruel en la que, para obtener el derecho del m¨¢s fuerte, esa iniquidad sobre la que basamos cualquier principio de liderazgo, se se?alaba a alguien para deshumanizarlo utilizando la mofa o la intimidaci¨®n. Es un mecanismo tan viejo como el poder: usamos el insulto y la ridiculizaci¨®n hacia fuera para generar camarader¨ªa dentro. Un amigo del instituto siempre me dec¨ªa lo mismo: ¡°No hay nada que proteja m¨¢s que una broma¡±. Era el m¨¢s inteligente y sensible de la clase, y quiz¨¢ por ello la perpetua diana de mofas y escarnios cuando ¡°ser popular¡± requer¨ªa de cierto desprecio anti-intelectual, pues se ganaba m¨¢s puntos de cara a la galer¨ªa con el chascarrillo que humillaba al m¨¢s d¨¦bil. Aunque hab¨ªa que hacerlo con cierto disimulo: la broma permite la distancia, exonera la responsabilidad sobre lo dicho.
Cosa distinta es el uso de la iron¨ªa, el recurso de S¨®crates para obligar a su interlocutor a adentrarse en las complejidades del pensar, un instrumento sutil con el que, como nos ense?aba nuestro profesor de Filosof¨ªa, apreciamos hasta qu¨¦ punto el lenguaje sostiene invisiblemente la realidad. La iron¨ªa es lo opuesto a la broma del listillo, pues acorta la distancia entre nosotros. En clase nos explicaban c¨®mo, en la lengua de Homero, el dios Hermes cubr¨ªa el trecho entre hombres y dioses llevando sus mensajes. Al entregar la misiva, aquel dios de sandalias aladas las traduc¨ªa e interpretaba humanizando la vida. Por eso para hacer m¨¢s accesible algo necesitamos interpretar. Y eso nos acerca. Porque el zasca no es m¨¢s que el recurso f¨¢cil a la francachela para ganarse el aplauso de la tribu, siempre a sabiendas de que se?alar a alguien tendr¨¢ un efecto cascada: tras ¨¦l, se lanza siempre a toda la manada.
Es lo que sucede en parte con las redes. Inundadas de bromistas, frikis acosadores y troles (como comprob¨¦ de nuevo con las virulentas y absurdas sobrerreacciones a mi texto sobre el asesinato de Samuel) a veces es dif¨ªcil distinguir ¡ªdice Angela Nagle¡ª cuando hablamos de ideas pol¨ªticas o cuando queremos simplemente echarnos unas risas. Buena parte de las camarillas tuiteras solo buscan crear una comunidad que los jalee, generando una fractura que se?ala el espacio sobre el que verter odio. Se fomenta un sentido de pertenencia a una tribu mediante la ridiculizaci¨®n del otro, reivindic¨¢ndose bajo el eufemismo de la ¡°libertad de expresi¨®n¡±. Pero en realidad tiene m¨¢s que ver con la p¨¦rdida de sensibilidad que provoca la distancia de las redes y las aplicaciones de internet. Ese falso presentismo nos incita a la reacci¨®n, a la inmediatez, a aparecer con la misma facilidad con la que desaparecemos. Las redes nos han robado los rostros, haci¨¦ndonos insensibles al dolor que podemos provocar, intentando devolvernos a los pasillos del instituto para mofarse o vejar al otro desde la impunidad de una fingida adolescencia. @MariamMartinezB
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