Cuando los aforados le huyen al fuero
El problema con estas acciones para evadir la justicia es que afectan la legitimidad del Estado y causan mucho da?o a todo el aparato institucional
En Colombia, como en casi todo el mundo, hay un sistema de aforados. Es decir, personas que por el rol, cargo o papel que cumplen en una sociedad tienen un sistema especial de justicia. Los presidentes, senadores, miembros de altas cortes de justicia y, en casi todos los pa¨ªses, los militares gozan de este fuero. Estos fueros se crearon bajo tres ideas b¨¢sicas. Por un lado, la teor¨ªa jur¨ªdica indica que estas personas cumplen un papel importante para la sociedad y que, por ende, necesitan que sean jueces especializados los que los juzguen. En segundo lugar, se dice que para el caso de congresistas, ya sean senadores o representantes a la C¨¢mara, debe ser el mejor juez el que los juzgue. En el caso colombiano el mejor juez ser¨ªa la Corte Suprema de Justicia. Hay una tercera interpretaci¨®n de los aforados y es que el sistema se cre¨® para protegerlos, es decir, para buscar garant¨ªas de impunidad. En ultimas, es un privilegio.
Desde hace algunos a?os, en Colombia las cosas se invirtieron. Los pol¨ªticos, una vez era capturados o estaban en pleno proceso de investigaci¨®n, y cuando era inminente su captura o judicializaci¨®n, renunciaban a la curul del Senado o la C¨¢mara para evitar ser juzgados por la Corte Suprema y pasar a la justicia ordinaria, particularmente a la Fiscal¨ªa General de la Naci¨®n. Hubo dos momentos en la historia donde esto hizo carrera entre los congresistas. En primer lugar, en el denominado esc¨¢ndalo de la parapol¨ªtica, en el cual decenas de legisladores fueron judicializados e investigados por su relaci¨®n con grupos paramilitares. Incluso, jefes paramilitares llegaron a decir que el 40% del Congreso lo hab¨ªan puesto las Autodefensas Unidas de Colombia. Durante esos a?os se hizo famosa una frase del entonces presidente ?lvaro Uribe, y era que votaran por ellos mientras no los condenaran.
El segundo momento hist¨®rico de renunciar a su curul para evadir la justicia lo impuso el expresidente Uribe hace apenas algunos meses. El famoso caso de ¡°volteo de testigos¡± por el cual el exmandatario fue enviado a detenci¨®n domiciliaria por la Corte Suprema desemboc¨® en su renuncia al Senado y su caso pas¨® a la Fiscal¨ªa, la cual ha pedido recientemente su absoluci¨®n. Esto ha generado todo tipo de debates, pues el actual fiscal general, Francisco Barbosa, fue parte de la campa?a del Centro Democr¨¢tico, exfuncionario del Gobierno Duque y vot¨® por el uribismo. Adem¨¢s, para algunos investigadores y periodistas la Fiscal¨ªa omiti¨® pruebas contundentes contra el expresidente.
El ¨²ltimo de los episodios de renuncia para evitar la judicializaci¨®n lo protagoniz¨® el exsenador Richard Aguilar, hijo del cuestionado pol¨ªtico Hugo Aguilar. Adem¨¢s, es miembro de la coalici¨®n de Gobierno y su proceso se deriva de cuando fue gobernador del departamento de Santander hace algunos a?os. En la actualidad su hermano, Mauricio Aguilar, es el gobernador.
El problema con estas acciones para evadir la justicia es que afectan la legitimidad del Estado, su imagen y causan mucho da?o a todo el aparato institucional. Hoy, la impopularidad del Congreso est¨¢ por encima de 80% y pocos creen en los partidos pol¨ªticos. Sin embargo, al final, como en cualquier democracia, la culpa no la tiene el Congreso, o los partidos o la clase pol¨ªtica. La culpa es de la ciudadan¨ªa que vota por corruptos y luego se queja. Lo de Aguilar se hab¨ªa denunciado hac¨ªa a?os y mucha gente volvi¨® a votar por ¨¦l. En las democracias la ciudadan¨ªa es la culpable del tipo de gobernantes que gana. Nadie m¨¢s tiene la responsabilidad.
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