Gobernar contra la Espa?a vac¨ªa
Cuando llegue septiembre todo volver¨¢ a su cauce y los distintos gobiernos seguir¨¢n gobernando contra los territorios despoblados por m¨¢s que digan sus representantes
Cerca de un mill¨®n y medio de espa?oles no tienen ya oficina bancaria ni cajero autom¨¢tico en sus municipios. Naturalmente, en la mayor¨ªa de ellos ya no quedan tampoco tiendas, ni bares, ni negocios de ninguna clase. El capitalismo dicta sus normas y las empresas privadas se establecen donde les conviene. El problema es que el Estado hace lo mismo, con lo que el abandono de esa Espa?a menguante es imparable.
El Gobierno espa?ol, por ejemplo, acaba de aprobar sendas inversiones de 1.700 y 1.600 millones respectivamente para la ampliaci¨®n de los aeropuertos de Barcelona y Madrid. Sin duda son necesarias (m¨¢s la del aeropuerto de Barcelona, pues junto a otras cesiones al Gobierno catal¨¢n garantiza la supervivencia del propio Gobierno espa?ol), pero no m¨¢s que las que necesitan esas provincias y territorios que languidecen inexorablemente sin que nadie se acuerde de ellos. Es normal que as¨ª pase, pues a los gobiernos, sean del color que sean, lo que les preocupa es su supervivencia y no la de esos lugares que para nadie cuentan salvo para sus vecinos aunque a todos los pol¨ªticos se les llene la boca de palabras de conmiseraci¨®n y de promesas de cambiar las cosas. En la pr¨¢ctica, lo que los gobiernos hacen es favorecer a la Espa?a m¨¢s rica en perjuicio de la pobre, pues al estar m¨¢s poblada tiene m¨¢s votos y por tanto m¨¢s poder.
El t¨ªtulo del ¨²ltimo libro de Sergio del Molino, Contra la Espa?a vac¨ªa, describe a la perfecci¨®n la forma de gobernar de los distintos gobiernos, ya sean de izquierdas o de derechas y ya sean centrales o auton¨®micos. Salvo excepciones, todos ellos buscan la m¨¢xima rentabilidad pol¨ªtica y esa no se consigue en esas regiones, provincias o territorios que por su escasa poblaci¨®n no pesan. Eso s¨ª, todos se rasgan las vestiduras lamentando su situaci¨®n de debilidad y atraso prometiendo corregirla en lo posible, pues la justicia social vende como idea. Aunque alg¨²n pol¨ªtico no se corte al exponer su aut¨¦ntico pensamiento, como la presidenta de Madrid, que opina que su regi¨®n est¨¢ donde est¨¢ por m¨¦ritos propios, no por ser la capital de Espa?a, y continuamente exige m¨¢s dinero al Gobierno central para ella sin preocuparse por el resto del pa¨ªs o como el alcalde de Valladolid, que propugna p¨²blicamente y sin ponerse rojo que todo lo que el Estado invierte en Castilla y Le¨®n deber¨ªa invertirlo en Valladolid (la verdad es que poco falta para que as¨ª sea), pues para algo es la capital de la autonom¨ªa y la ¨²nica ciudad competitiva de su entorno seg¨²n ¨¦l. Tampoco faltan periodistas que opinan igual que ellos, incluso alg¨²n columnista como el que proclamaba en este peri¨®dico recientemente que nunca se manifestar¨ªa ¡°con separatistas, nadie que crea en territorios y no en el Estado democr¨¢tico y ning¨²n partidario de la Espa?a vaciada de Espa?a y rellena de pueblos, con lo indigestos que son¡±. ?Qu¨¦ le habr¨¢n hecho a ¨¦l los pueblos?
En estos d¨ªas muchas personas llenar¨¢n esa Espa?a vac¨ªa y por unas semanas dar¨¢ la impresi¨®n de que la vida regresa a ella. Pero es una ficci¨®n. Cuando llegue septiembre todo volver¨¢ a su cauce y los distintos Gobiernos seguir¨¢n gobernando contra esos territorios por m¨¢s que digan sus representantes. Los espa?oles podemos ser m¨¢s o menos cr¨¦dulos, pero los datos cantan y son muy claros: a m¨¢s poblaci¨®n m¨¢s votos y a m¨¢s votos m¨¢s poder. Y contra eso no hay nada que hacer.
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