Salida amarga de Afganist¨¢n
La debacle de las instituciones tras el avance de los talibanes es un fracaso que perseguir¨¢ a Occidente
Las im¨¢genes de cientos de personas invadiendo la pista del aeropuerto de Kabul mientras los aviones militares tratan de abrirse paso para salir del pa¨ªs perseguir¨¢n al Ej¨¦rcito de Estados Unidos mucho tiempo y marcar¨¢n en buena medida la presidencia de Joe Biden. Son escenas de desesperaci¨®n, momentos que el mundo no olvidar¨¢. Las comparaciones con la huida de Saig¨®n en 1975, tras el fracaso de Vietnam, han quedado obsoletas. La ca¨®tica huida de Kabul de estos d¨ªas, tras la debacle de un Estado supuestamente construido durante dos d¨¦cadas, tiene desde ahora su propio lugar en la historia de la humillaci¨®n militar de Estados Unidos.
¡°Es muy improbable que los talibanes se hagan con todo el pa¨ªs y tomen el poder¡±, dijo Biden el 8 de julio. Aunque se intuye la necesidad de vender pol¨ªticamente la retirada, sus palabras lo perseguir¨¢n para siempre. El domingo, tras solo un mes de ofensiva, los talibanes daban un discurso desde el despacho del fugado presidente Ashraf Ghani, despu¨¦s de tomar Kabul en cuesti¨®n de horas. Las instituciones de Afganist¨¢n eran un cascar¨®n vac¨ªo. En un mensaje a la naci¨®n, Biden calific¨® las im¨¢genes de ¡°dolorosas¡± y ¡°devastadoras¡±.
Resulta oportunista criticar en retrospectiva la retirada en s¨ª. Si bien el sustrato de la decisi¨®n era la melancol¨ªa del esfuerzo in¨²til, Biden se ech¨® a la espalda una responsabilidad que han eludido tres presidentes para asumir ¨¦l una decisi¨®n que contaba con un amplio consenso desde hac¨ªa a?os. La c¨²pula militar le hab¨ªa propuesto mantener un peque?o ret¨¦n en el pa¨ªs, pero Biden lo rechaz¨®, quer¨ªa que el final fuera definitivo. Lo que no est¨¢ tan claro es que la Casa Blanca hubiera previsto el actual escenario de caos. De hecho, ha tenido que enviar nuevas tropas para proteger a las que se van. Es ah¨ª donde se le debe exigir m¨¢s claridad a Estados Unidos. Biden culp¨® veladamente a la promesa del Gobierno afgano de plantar cara a los talibanes. En el mejor de los casos, se trata de un error de c¨¢lculo incomprensible para un Ej¨¦rcito que lleva 20 a?os sobre el terreno. Algo no ha salido como estaba previsto y corresponde a EE UU explicar qu¨¦ y por qu¨¦. El caos no ha puesto solo a sus soldados en peligro: Espa?a tiene que improvisar en horas una repatriaci¨®n de medio millar de personas. El debate ya ha estallado en Washington. Los republicanos, tras un periodo de silencio distra¨ªdo (el pacto de convivencia pac¨ªfica con los talibanes fue firmado por Trump en 2020 y vendido como la llave para la retirada) ya han comenzado a elevar acusaciones de incompetencia.
Pero cualquier an¨¢lisis pol¨ªtico palidece ante la situaci¨®n que se abre para los afganos que no se suban en esos aviones, especialmente las mujeres. Lo urgente es articular el operativo y la log¨ªstica para atender a cuantos padezcan la violencia si los talibanes dan por finalizado este periodo de gracia en el que su prioridad es, aparentemente, mantener el orden sin venganza. Hace al menos una semana que se hizo evidente la direcci¨®n en la que se mov¨ªan los acontecimientos. Son urgentes compromisos concretos de ayuda por parte de la UE y EE UU.
La retirada completa de Afganist¨¢n siempre fue un gambito de alto riesgo en el que Estados Unidos se jugaba su prestigio internacional como socio militar. Los afganos se jugaban la vida. Ambas cosas se encuentran ahora a merced de la magnanimidad de una banda de fan¨¢ticos.
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