Nostalgia de permafrost
Hay que cambiar esa mentalidad aislacionista simbolizada por un aire acondicionado que nos permite contemplar en la pantalla, a unos confortables 22?C, c¨®mo se derrite el ?rtico

Prometeo entreg¨® a los humanos el fuego ¡ªpiedra angular de nuestra civilizaci¨®n¡ª, pero lo que nos endios¨® fue el aire acondicionado. Despu¨¦s de que en 1902 un ingeniero consiguiera regular por primera vez la temperatura y la humedad en una imprenta de Brooklyn, pas¨® de la industria y los espacios p¨²blicos a los privados, y transform¨® la manera de viajar, socializar y consumir. Tambi¨¦n abrazaron el invento las promotoras urban¨ªsticas: erigieron rascacielos acristalados y colonizaron regiones c¨¢lidas sin tener que priorizar la eficiencia t¨¦rmica, para regocijo de las el¨¦ctricas. Eso era el progreso, as¨ª se export¨®. Pero esta historia feliz se vio enturbiada en los setenta, cuando se descubri¨® la relaci¨®n entre gases refrigerantes y la destrucci¨®n de la capa de ozono. Era una paradoja: la tecnolog¨ªa que creaba islas climatizadas para comodidad de una fracci¨®n de la poblaci¨®n favorec¨ªa el calentamiento del planeta. Seg¨²n estimaciones, para 2050, en paralelo al aumento de la renta per c¨¢pita en los pa¨ªses en desarrollo y las econom¨ªas m¨¢s pobladas, se disparar¨¢ el consumo el¨¦ctrico global destinado a la refrigeraci¨®n mec¨¢nica. En Esferas II (1999) Sloterdijk dec¨ªa: ¡°lo que, por ahora, sigue siendo com¨²n a todos los habitantes de la Tierra es la m¨®vil envoltura clim¨¢tica del planeta¡±, pero quien puede ¡°se esfuerza por apartarse del aire malo compartido por todos¡±. Recibimos una herencia medioambiental que vamos a dejar m¨¢s mermada, sin visos de que este c¨ªrculo vicioso (y viciado) vaya a detenerse. As¨ª hemos llegado al Piroceno, una ¨¦poca de incendios devastadores propiciados por condiciones clim¨¢ticas cada vez m¨¢s extremas.
Frente al cambio clim¨¢tico la actitud ha sido de lo m¨¢s humana: dejarlo para otro d¨ªa, cuando no invisibilizar el problema junto a aquellos que sufren las peores consecuencias, aun sin ser responsables, como en el Sahel. Mientras hoy el mapa de la desigualdad se colorea en rojo y azul, algunos piensan: ?Qu¨¦ m¨¢s da si la temperatura global aumenta un grado y medio, si en casa o el coche puedo bajarla con un bot¨®n? Los avances han de pasar por cambiar esa mentalidad aislacionista simbolizada por un aire acondicionado que nos permite contemplar en la pantalla, a unos confortables 22?C, c¨®mo arde una isla griega o se derrite el permafrost siberiano. Hace cuatro siglos el poeta John Donne ya dio la clave: nadie es una isla; por eso, no preguntes por qui¨¦n doblan las campanas; doblan por ti.
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